miércoles, 29 de septiembre de 2010

... Y LA HUELGA GENERAL SE HIZO



El pescado está vendido: la huelga general se está haciendo; las notas que vienen a continuación son unas primeras reflexiones de urgencia. Tienen como objetivo servir de aproximado guión para un trabajo posterior más pormenorizado. Estas anotaciones van en la siguiente dirección: 1) la huelga general ha sido una contundente enmienda a la totalidad tanto de la reforma laboral como de las políticas económicas que se han puesto en marcha; 2) el sindicalismo confederal debe hacer una oferta capaz de propiciar una salida a esta situación; 3) todos los sujetos que, en mayor o menor medida, son corresponsables de la gran movilización deberían propiciar un foro de diálogo habitual; 4) tras la jornada europea del día 29 de septiembre, la Confederación Europea de Sindicatos está en condiciones de recuperar el protagonismo.



1.-- Las organizaciones sindicales convocantes de la huelga general han conseguido sus objetivos, y quienes dieron su apoyo –que no fueron pocos-- comparten la distinción de haber participado en una movilización democrática impulsada por la razón crítica. Estamos ahora, pues, en condiciones de afirmar sobriamente que el rechazo a la reforma laboral y al paquete de medidas gubernamentales es visiblemente masivo. Es, por supuesto, una desautorización en toda la regla de la intransigencia patronal. La huelga general ha sido una enmienda social a la totalidad. Con lo que dicha movilización es, además, una sonora desautorización de quienes, dentro y fuera del Parlamento, aparentando criticar las medidas, les dieron un apoyo vergonzante. Entre ellos, destaca el papel de los nacionalistas catalanes, maestros en hacer la puta i la Ramoneta, que –desde tiempos antiguos-- lanzan la piedra y esconden la mano. En todo caso, la desautorización más contundente ha ido a parar a Zapatero, un político con una credibilidad, como lo ha demostrado la movilización, bajo mínimos.


2.— Al sindicalismo confederal le toca ahora administrar la movilización. Porque el éxito de estas confrontaciones tiene una condición necesaria que es el nivel de la presión propiamente dicha y una condición suficiente, esto es, la gestión política de dicha movilización. Así parece apuntar Isidor Boix en su
Para "La Factoría - 100 ideas para después de la huelga" cuando afirma: “Y, si como estoy convencido, nos interesa salir de la crisis (sin esperar sentados ver pasar el cadáver del sistema social en el que vivimos y luchamos), tendremos que considerar dos temas: 1) qué aportación podemos hacer, seguramente en términos de sacrificios-concesiones, y 2) qué contrapartidas-reivindicaciones tenemos que formular, seguramente en términos de poder colectivo-sindical y de política económica, para gobernar esta salida y para intentar contribuir a evitar su futura repetición”.


Me atrevo a interpretar estas palabras de la manera siguiente: que nadie, en el campo sindical, se emborrache con el importante resultado de esta movilización, porque los problemas siguen, exactamente igual que el día anterior. Aunque con un matiz no irrelevante: esas políticas han sido desautorizadas y, por supuesto, ha quedado demostrado que el sujeto convocante ha sido relegitimado.


En todo caso, soy del parecer que es urgente salir de este anciano paradigma que representa el carácter de esta tipología de reformas laborales. Que, además de inútiles conducen a una confrontación estéril. Por eso creo que –ahora más que ayer-- se requiere un pacto social por la innovación tecnológica.


3.-- Con toda seguridad podemos presumir que nuevamente el sindicalismo confederal español ha actuado de una manera altamente unitaria. Nunca, como en esta ocasión, se han producido tantos actos conjuntos de Comisiones Obreras y Ugt. Yendo por lo derecho: la movilización sindical ha dado la impresión que estaba dirigida por el sindicato. Siendo el sindicato la conjunción de ambas organizaciones. Este conglomerado unitario explicaría, además, la potente relación de el sindicato con esa miríada de organizaciones sociales que han apoyado la huelga de manera activa. De ahí que una consecuencia tranquila de todo ello sería: 1) ampliar los niveles unitarios entre Comisiones Obreras y Ugt, y 2) establecer un foro habitual de diálogo entre el sindicato y ese amplio universo de organizaciones sociales.


4.-- Tiempo habrá de hacer una reflexión sobre la jornada del 29 de septiembre en Europa. En todo caso, a bote pronto podemos decir que la Confederación Europea de Sindicatos ha salido fortalecida, y es hora de que tome nota de ello.


Radio Parapanda (al servicio de la huelga general). ELOGIO DE LA HUELGA GENERAL

lunes, 27 de septiembre de 2010

LA VANGUARDIA DE LA HUELGA GENERAL


Homenaje a Antonio Gutiérrez. (Fotos del Archivo de Personalidades Díscolas de Parapanda)


En efecto, los periodistas gráficos realizan la huelga un día antes de la convocatoria. Mañana, 28 de septiembre, ese gran colectivo irá a la acción. Así el gran día no hay periódicos en los kioscos. De ahí que, en gran medida, esa forma de actuar marca lo que vendrá después. Así pasó, como es natural, el famoso 14 de diciembre de 1988: los periodistas fueron la vanguardia de la gran huelga.


En aquella ocasión, Manuel Estapé (hijo de
Fabián Estapé, el gran economista catalán) nos llamó a mi primo Justo Domínguez, secretario general de Ugt de Catalunya, y a un servidor para que interviniéramos en la magna asamblea que los trabajadores del rotativo La Vanguardia iban a realizar dos días antes de la acción. Allí fuimos, en pleno centro de Barcelona. Nos recibió Joan Tapia, el director del rotativo. Nos dijo que el Conde de Godó, propietario del periódico, tenía interés en hablar previamente con nosotros y nos estaba esperando. Subimos al despacho, y de forma desabrida –de hecho, ni nos dijo buenas noches— nos espetó a bocajarro: “No conseguiréis vuestros objetivos, el personal votará en contra de la huelga”. Justo y yo, siguiendo las normas de la más exquisita educación, saludamos: “Buenas noches, Conde. ¿Qué se le ofrece?. Ganaremos la votación y, antes de irnos, pasaremos a informarle del resultado”.


Centenares de trabajadores nos esperaban. Era la primera vez que se veía una cosa así en el periódico. Estapé nos pasó la palabra, hablamos y –ante el estupor del comité de empresa— dijimos que nosotros éramos el sujeto convocante y que, por tanto, las modalidades de la votación las poníamos Justo y un servidor, o sea: “Voto secreto”. Se organizó la votación y el posterior escrutinio: tan sólo unos quince o veinte votaron en contra; el resto –centenares— lo hicieron a favor. Estapé parecía levitar, nosotros aparentábamos una tranquilidad enorme, a pesar de que éramos un manojo de nervios. A las tantas de la noche nos presentamos en el despacho del conde: ni siquiera tuvo la delicadeza de esperarnos, noblesse oblige. Este caballero, al parecer, había cogido un berrinche de padre y muy señor mío. Y entonces maquinó una maniobra…


No podía consentir que apareciera que La Vanguardia iría a la huelga. El pollo pera Godó mandó imprimir cincuenta ejemplares (ahora no me acuerdo dónde, tal vez en Perpignan) para distribuirlos a las autoridades barcelonesas. Como cabe suponer hizo el ridículo.


Cuando le conté al profesor Estapé la gran aventura de su hijo se le caía la baba. Y, en vez de citar a Schumpeter –del que fue su gran traductor e introductor en España— se quitó el habano de la boca y con voz aguardentosa dijo: “Quins collons que té el meu fill”, que no traducimos porque estamos en horario infantil.


jueves, 23 de septiembre de 2010

"LOS JURISTAS NO HABLAMOS DE DINEROS, HABLAMOS DE DERECHOS"



Nota editorial. Intervención del Magistrado don Miquel Ángel Falguera i Baró en el Paraninfo de la Universidad de Barcelona ayer. Acto de apoyo a la huelga general del 29 S. La versión castellana (el discurso fue pronunciado en catalán) que se ofrece la ha realizado la Escuela de Traductores de Parapanda.




Miquel A. Falguera i Baró (Magistrado del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya)



Permítanme que en este acto tan importante reflexione como un simple jurista. Y, permítanme también que recuerde que los juristas no hablamos de dineros sino de derechos. Que nuestra razón de ser no pasa por el incremento de las riquezas sino por el avance de la civilidad.


Tengo la impresión de que vivimos unos tiempos tan inciertos que es necesario recordar obviedades. Como, por ejemplo, recuerar el sentido de las palabras. Así, habrá que recordar que, en contra de lo que se nos quiere hacer creer, la democracia no sólo es sinónimo de libertad sino que es algo más. Está claro que no hay democracia sin libertad. Pero la democracia es también igualdad. Y la democracia es también la fraternidad –es decir, el derecho de todos los hombres y todas las mujeres a desarrollarse como personas a partir del reconocimiento social de unos mínimos de subsistencia. O, como afirmaban los padres constituyentes norteamericanos: el derecho a la felicidad.


Nadie puede ser libre si no tiene la posibilidad de desarrollar todas sus potencialidades como ser humano. De aquí que Aristóteles caracterizara la democracia como “el gobierno de los hombres pobres libres” a diferencia de la oligarquía, “el gobierno de los hombres ricos libres”. De estos conceptos simples surgieron las ideas centrales de la Ilustración, de la que somos hijos.


Y habrá que recordar también –porque se olvida a menudo— que los actuales marcos constitucionales de los países occidentales no aparecieron de la nada, sino que son fruto del inmenso esfuerzo de las personas pobres, más o menos libres, a lo largo de dos siglos. Que son la consecuencia de la lucha, la sangre y el padecimiento de la pobreza laboriosa. Después que dos generaciones de trabajadores europeos y norteamericanos dejasen la vida en los campos de batalla en las dos guerras mundiales se consiguió un pacto social trascendetal que comportó nuevas reglas de reparto de la tarta de la riqueza (que, ciertamente, obviaba la realidad de los países menos desarrollados), recuperando un modelo social que había sido minimamente diseñado por las constituciones de Weimar y Querétaro.


A pesar de ello, hace un cuarto de siglo –a raíz de la aparición de lo que se conoce como neoliberalismo—las condiciones contractuales han cambiado. Y de esta manera los valores constituciones se han visto pervertidos. Aunque nadie lo diga, los textos de nuestras cartas magnas han quedado en papel mojado, en simples declaraciones sin contenido.


A lo largo de estos años, los juristas hemos visto, estupefactos, hasta qué punto las conquistas de civilización eran puestas en solfa; cómo el Derecho tenía que someterse a la economía.


Muchas veces asistimos a discursos oficiales que cuestionan la igualdad y la fraternidad por “antiguas” y reivindican una supuesta “sociedad del riesgo”, que comporta la instauración del neodarwinismo social. Ahora somos más desiguales que hace unas décadas. En otras palabras, los ricos son más ricos y los pobres más pobres. Y no sólo en escalas de los países opulentos, también a nivel mundial como constata la OIT. Discursos y políticas que reclaman “menos Estado” y “menos regulación”, es decir, el abandono de la intervención de la sociedad como colectivo en las relaciones privadas, de tal manera que los más poderosos acaben imponiendo sus interesos.


En ese marco los juristas hemos asistido, boquiabiertos, a la negación de que la propiedad tiene una finalidad social, tao y como afirman la mayor parte de los textos constitucionales occidentales. Y, así, el triunfo a la vida parece pasar por el simple enriquecimiento y no por la autoemancipación individual y colectiva del ser humano y la mejora de nuestras sociedades. Un enriquecimiento a cualquier precio y a costa de los demás: la caída del concepto de ciudadanía social en favor del individualismo descarnado.


Hemos asistido a la negación de los derechos y valores colectivos a favor del individualismo en contra de lo que afirman las Constituciones. Cada vez son más frecuentes las políticas, declaraciones y normas que cuestionan a los sindicatos, la negociación colectiva o el derecho de huelga. En estos precisos momentos tenemos claros ejemplos. Se nos dice –y se nos quiere hacer creer-- que estas instituciones colectivas, conquistadas por históricas luchas desiguales, impiden el crecimiento económico.


Se ha recortado la solidaridad social a través de una política fiscal regresiva. Y ello ha comportado el incremento de la desigualdad, en derechos básicos, como el derecho a la enseñanza, el derecho a la vivienda, el derecho a la tutela judicial efectiva, los derechos de conciliación de la vida laboral y efectiva o las situaciones de dependencia. El sistema de Seguridad social –la gran conquista de la pobreza laboriosa y el máximo exponente de la fraternidad social-- también es negado, porque se nos dice que afecta a la economía y nos hace incapaces de afrontar los riesgos de encarar los riesgos de las sociedades modernas. Constantemente aparecen estudios –directa o indirectamente pagados por entidades financieras-- que indican la imposibilidad de pervivencia del actual model de previsión social, con gran resonancia en los medios de comunicación que ocultan las pérdidas elevadas de los sistemas privados de previsión. Entrentanto, nuestras pensiones se van reduciendo y se endurecen los requisitos de acceso a ellas.


Con la excusa del empleo –excusa que la práctica ha demostrado ser falsa-- llevamos venticinco años de recortes de los derechos de los trabajadores ante los empresarios. Y asistimos a la regulación de mayores facilidades para el despido y a graves limitaciones de su posterior control judicial.


Asistimos a un uso abusivo de la mano de obra extranjera en un interesado diseño de leva de un auténtico ejército industrial de reserva que abarata los costes salariales. Y, en paralelo, asistimos también al incremento preocupante de discursos xenófobos y con actualciones de los gobiernos de los países ricos que incumplen los tratados internacionales.


Con estas políticas contrarias a la igualdad y a la fragternidad somos cada vez menos libres. Porque asistimos a unos moemntos en que los votos de los hombres pobres libres no sirven de nada para delimitar las grandes políticas sociales y económicas. Estas políticas se diseñan en organismos y corporaciones trasnacionales que no han sido votadas por nadie ni nadie las votará. Y somos menos libres porque toda voz mínimamente crítica no sólo es omitida sino quemada inquisitorialmente en la plaza pública.


La actual crisis no es imputable a los trabajadores y a los pobres hombres libres sino a estas políticas neoliberales. No deja de ser sorprendente que, poco después del inicio de la crisis, voces destacadas empezaran a hablar de reformar el sistema, de regular la economía. Fue una idea efímera. Una vez que los hombres libres pagaron de su bolsillo los excesos financieros, la conclusión de los poderosos fue que estas políticas suicides tenían que incrementarse. Dijeron que eran los pensionistas, los empleados públicos y las personas dependientes quienes debían pagar las consecuencias. Que la solución a la crisis era menos igualdad y menos fraternidad. Que había que continuar recortando los derechos de los trabajadores y los sindicatos. Han omitido que la causa de la actual situación no es la igualdad sino precisamente los recordes de los derechos constitucionales de las personas.


Por eso, mi asociación profesional, Jueces para la Democracia, ha decidido dar público soporte a la huelga general del próximo 29 de septiembre. Porque esencialmente nosotros somos juristas y nuestra pasión es el Derecho. Alguien podría dudar y pensar que los motivos de la huelga en nada nos afectan, que son cosa de los trabajadores y los sindicatos. Quien así piense se equivoca. Lo que nos jugamos ese día es mucho más que el redactado de unas leyes. Lo que nos juzgamos es si nuestro futuro lo decidirán nuestros votos o las organizaciones financieras internacionales. Lo que nos jugamos es si optamos por la democracia o por la oligarquía.



Radio Parapanda. Anxo Guerreiro en http://www.namentras.org/index.php?option=com_content&view=article&id=63%3Aartigo-geluco&catid=13%3Aartigos

miércoles, 15 de septiembre de 2010

RECORTE DE PENSIONES Y NEOBONAPARTISMO





Es posible que el partido de Zapatero no esté en condiciones de aconsejar adecuadamente a este hombre tan montaraz. Sumidos como están sus dirigentes periféricos en los atolondrados procesos de elecciones primarias (Madrid, País Valencià) o la soterrada lucha para la confección de las listas electorales en Catalunya –con el Ministro de Trabajo chicoleando en vez de atender su negociado--, lo cierto es que nadie cae en la cuenta de que el presidente del gobierno está entrando en una fase de neobonapartismo acelerado. En esta nueva circunstancia, la principal responsabilidad está en el partido: nadie hasta la presente ha sugerido a Zapatero que no se dirija tan rápidamente al precipicio. Que Zapatero es un echao p´alante, era cosa sabida por los diversos linajes socialistas. Pero esa llamativa condición es la que está concretando: 1) un conjunto de medidas antisociales de gran calado; 2) una indistinción macroscópica entre estas disposiciones y las tradicionales medidas que las respectivas derechas han preconizado y, en ciertos lugares, han puesto en marcha. Por ejemplo, lo que está ocurriendo con las pensiones de nuestros jubilados y ancianos.


¿En qué cabeza, medianamente sensata, cabe que incluso las fuerzas de la derecha exijan repetidamente en el Parlamento que no se recorten las pensiones para el próximo año y, tras ganar las sucesivas votaciones, el Gobierno (Corbacho, candidato a las elecciones catalanas es el responsable del negociado) se niega a reconsiderar la medida? Y, más todavía, el mismo gobierno ha utilizado una figura de casquería jurídica para evitar que la oposición le cuele una propuesta contraria a la congelación de las pensiones. Casquería jurídica, decimos, como un elemento más de ese neobonapartismo del que hablábamos. Una situación chocante, mientras que dirigentes periféricos socialistas acumulan callos en el dedo índice de tanto darle al sms con leyendas encontradas: “vota Trini”, “vota Tomás”.


Ahora bien, el dato distintivo no es tanto la aparición del neobonapartismo como el espectacular (y veloz) cambio de metabolismo de las ideas de Rodríguez Zapatero, esto es, en la rápida adopción, como propias, de ideas ajenas sin reflexión mediante. Entiéndase, ideas ajenas que venían de la acera de enfrente.


Radio Parapanda. Lean, lean LA MANIA DE LOS RANKINGS, LAS MENTIRAS Y JUSTIFICACIONES DE LO INJUSTIFICABLE (A propósito de la reforma) Es un trabajo de don Joaquín Aparicio.


sábado, 11 de septiembre de 2010

VETERANOS SINDICALISTAS DICEN QUE ...



El Gobierno, en contradicción con sus promesas electorales y sus declaraciones de no proceder a recortes de derechos sociales, ha adoptado una serie de medidas que entendemos lesivas para los trabajadores y otros colectivos sociales, así como para la recuperación de nuestra economía.


Somos conscientes de que nuestro país atraviesa una profunda crisis. La percepción que tenemos es que durante demasiado tiempo se ha producido un visible desajuste entre la gravedad de la situación y las medidas adoptadas para enfrentarla. La responsabilidad, en este aspecto, aunque no única, recae en el Gobierno, cuyo retraso en reaccionar ha sido grave. Tanto es así, que con la crisis ya declarada, el Gobierno adoptó una serie de medidas fiscales temerarias- eliminación del impuesto del Patrimonio, deducción de 400 euros y otras- que han agravado el déficit, mermado la capacidad inversora del Estado y su propio margen de maniobra ante la crisis. De otro lado, si bien es cierto que la crisis financiera y sus efectos tienen dimensión internacional y origen en los EE.UU, no es menos cierto que nuestra crisis inmobiliaria y de modelo productivo estaba pronosticada desde hace años, sin que se adoptaran medidas enérgicas para corregir una deriva que, al final, nos ha llevado a esos más de 4 millones de parados. Crisis inmobiliaria que tuvo su origen en gobiernos de la derecha pero que nadie quiso o pudo atajar a tiempo.


Ha sido necesaria la presión de las instituciones de la UE y otras, ante la puesta en cuestión de la solvencia de nuestro país por los mercados financieros, para que se precipitaran aquí medidas drásticas- y nos tememos que improvisadas- todas ellas, de momento, en perjuicio de los sectores populares y, en consecuencia, desequilibradas. Al impulso de tales decisiones se ha subordinado totalmente la reducción del paro a la reducción del déficit, siempre desde el recorte del gasto y la inversión, sin afectar para nada a los que más tienen y aumentando el IVA, que pagan por igual los pudientes que las rentas modestas. Déficit que, sin duda, hay que combatir pero sin sacrificar la recuperación de la economía y, sobre todo, de manera equitativa. El problema de España no es que se gasta demasiado sino que se recauda demasiado poco, pues tenemos una presión fiscal 7 puntos por debajo de la media europea y 11 con relación a los países más avanzados. Si sacrificamos la inversión y el consumo corremos el riesgo de estar años sin crecer lo suficiente y la situación de desempleo se agravará aún más. No podemos olvidar que la peor situación es aquella en que se realizan drásticos ajustes fiscales al tiempo que no llega el crédito del sistema financiero. En este sentido, sorprende el que un Gobierno como el actual haya decidido hacer este tipo de ajuste porque, en nuestra opinión, hay otras opciones menos traumáticas frente a la crisis y, desde luego, más equitativas.


Dicho lo anterior, es preciso destacar que las medidas tomadas tanto en España como en los demás países de la UE se inscribirían en una lógica que, de no combatirse, conducirían a la idea de que para competir en los mercados globales Europa tiene que recortar su Estado de Bienestar. Tal idea no es nueva y se presenta con fuerza cada vez que hay una crisis económica, cuando se pretende presentar como criterios de la ciencia económica lo que no es más que vieja ideología conservadora de sobrada insolvencia. Lo peligroso de un periodo como el actual es que en él concurren la hegemonía política de la derecha en casi toda Europa y la falta de un proyecto claro de la izquierda, lo que hace temer que esta vez los recortes pueden ser, si no lo evitamos, además de profundos de difícil arreglo. Y especialmente delicado en el caso de España donde contamos con una derecha que no sólo no ha hecho nada para salir de la crisis sino que acentuaría el carácter anti-social de las medidas.


Sabemos que, precisamente para salvar el estado del Bienestar, es necesario introducirle reformas. En Europa y en España hay que aumentar la productividad, reformar la empresa, modernizar el aparato productivo. Pero todo esto no se hará en contra de los que tienen que aplicar las reformas, ¿alguien cree que se puede aumentar la productividad de una economía basada en la innovación, reduciendo salarios y recortando derechos sociales?. Queremos llamar la atención de que además de ser radicalmente injusto que la crisis la paguen los que no han tenido ninguna responsabilidad en ella, mientras que aquellos que la han tenido toda solo reciben ayudas y subvenciones, es absurdo pretender mantener el modelo social europeo sin una fiscalidad suficiente que grave a las rentas, beneficios y capitales más altos. Las gravosas deudas de hoy son las insuficiencias fiscales de ayer.


Siguiendo en el campo de las reformas ahí está, como ejemplo, lo que se ha venido haciendo desde mediados de los años 90 con la puesta en marcha del Pacto de Toledo sobre las pensiones, que era un ejemplo de sensatez. Lo rechazable ahora, es que se tomen unilateralmente medidas desproporcionadas y que se rompan marcos de diálogo y participación de los agentes sociales, como ha ocurrido con una decisión tan torpe políticamente como injusta socialmente, esto es, la congelación de las pensiones para el 2011. Congelación que no contribuye para nada a reducir el déficit, cuenta con la oposición de la mayoría del Parlamento y deja en manos de la derecha una baza importante.


Respecto de la reforma laboral, tras la experiencia de más de sesenta modificaciones del Estatuto de los Trabajadores, algunas tan profundas como las de 1984, 1994 y 2002, su virtualidad ha sido y será prácticamente nula para la generación de empleo pues, de entrada, facilita y abarata los despidos, aumenta el poder de disposición de las empresas sobre la mano de obra, debilita a los sindicatos y hace retroceder el papel del Estado en su función de tutelar las condiciones de vida y de trabajo. El mercado de trabajo es consecuencia del modelo productivo y no al revés. Mientras éste no cambie aquel no se estabilizará.


No es casual que, en este contexto se haya recrudecido, en abundantes plataformas de opinión, la campaña de desprestigio de los sindicatos. Al fin y al cabo son la principal fuerza social que, a pesar de todo, sigue teniendo capacidad para oponerse a estas medidas tan desequilibradas. Sobre los sindicatos recae, a fin de cuentas, buena parte de la responsabilidad de mejorar el modelo social europeo y contribuir a equilibrar la política que emana de las instituciones de la UE. Convendría que las fuerzas progresistas no olvidaran que sólo desde la movilización social a nivel europeo la izquierda retomara el pulso y la capacidad de llevar adelante un proyecto más justo socialmente y económicamente más eficaz. No nos estamos jugando un ajuste para paliar el endeudamiento de un país sino evitar un retroceso histórico de conquistas y derechos de los ciudadanos europeos. No se trata de permanecer estáticos sino de reformar para mejorar y salir de la crisis.


Desde la conciencia de que esto es así, en la convicción de que puede corregirse tal deriva y con la experiencia de que para conseguirlo es necesaria la movilización social, quienes suscribimos este documento -- personas que asumimos, en su día, responsabilidades en la lucha de las CC.OO. y UGT durante la dictadura franquista, en el tránsito pacífico a la democracia y en el devenir del movimiento sindical durante el periodo democrático-- hacemos un llamamiento a trabajadores y ciudadanos para que participen en las movilizaciones acordadas en unidad por los sindicatos y en la huelga general del día 29 de septiembre. Acción que persigue el objetivo de hacer rectificar la política económica del Gobierno, lesiva para los derechos de los trabajadores, haciéndola coincidir con la jornada de movilizaciones a escala europea convocada por los sindicatos de la CES, pues es en ese espacio, donde se libra la gran tarea de salir de la crisis y mejorar el estado del bienestar. Nos jugamos todos mucho.



Nicolás Redondo, Julián Ariza, Antón Saracíbar, Nicolás Sartorius, José María Zufiaur, José Luís López Bulla, José María Romero, Eduardo Saborido, Miguel Ángel Ordóñez, Rafael Pillado, Suso Mosquera, Tomás Tueros, Carlos Trevilla y Antonio Montalbán.


Madrid, 7 de septiembre de 2010


(Tomado del blog de Joaquín Aparicio, Desde mi cátedra)

jueves, 9 de septiembre de 2010

EL ANTICIPO DE LA HUELGA GENERAL


Apoyado en el quicio de mi casa, hoy día, he seguido atentamente la gran asamblea de representantes sindicales que se ha celebrado esta mañana en Madrid para, agrupados familiarmente, dar un anticipo escénico de la huelga general del 29 de septiembre. El canal de televisión de la CNN ha retransmitido el acto en directo. Comoquiera que se ven los toros mucho mejor desde la barrera, he llegado a las siguientes conclusiones, siempre provisionales hasta que no me demuestren lo contrario. Que son:


Primero. El afecto y respeto de los dirigentes sindicales, que voy a llamar periféricos, hacia Toxo y Cándido no tiene nada que ver con los resabios del cuadro político “de provincias” hacia el grupo dirigente capitalino. Lo que, dígase con claridad, es la expresión de algo más importante: la vinculación sociopolítica de los trabajadores españoles entre-sí.


Segundo. Me hubiera gustado que nuestro amigo
Tony Judt hubiera estado presente en esta gran asamblea. Hubiera visto la vibración de la izquierda social española que responde razonada y enérgicamente lo que se disfraza de noviembre para no infundir sospechas. Y, además, habría constatado la enorme distancia –cultural, ideal, política y sentimental-- entre la izquierda social y aquella que, por inercia, se sigue denominando izquierda política. Una inercia que puede ser corregida, naturalmente.


Y, apoyado en el quicio de mi casa, hoy día, he tomado nota de los dos grandes discursos, el de Cándido y el de Ignacio. Que –en esta ocasión, por razones bien fundadas—han sido dirigidos a los sectores más humildes del conjunto asalariado. Bien hecho, queridos amigos. Ahora bien, tengo para mí que, antes de la huelga general, se precisa ese discurso que, con toda seguridad, tenéis en vuestra cabeza: el que está dirigido a las tipologías medio-altas del conjunto asalariado. Para decirles: contra vosotros va, especialmente, la cosa; no os penséis que esta contrarreforma laboral está pensada, especialmente, para el trabajador de manos callosas: sois vosotros, vosotros la diana. No me digáis que no habéis caído en el asunto…


Post scriptum Los viejos rockeros (de los que hablamos el otro día) finalizan el manifiesto así: “hacemos un llamamiento a trabajadores y ciudadanos para que participen en las movilizaciones acordadas en unidad por los sindicatos y en la huelga general del día 29 de septiembre. Acción que persigue el objetivo de hacer rectificar la política económica del Gobierno, lesiva para los derechos de los trabajadores, haciéndola coincidir con la jornada de movilizaciones a escala europea convocada por los sindicatos de la CES, pues es en ese espacio, donde se libra la gran tarea de salir de la crisis y mejorar el estado del bienestar. Nos jugamos todos mucho”. Y, al igual que en tiempos antiguos, dan la cara: Nicolás Redondo, Julián Ariza, Antón Saracíbar, Nicolás Sartorius, José María Zufiaur, José Luís López Bulla, José María Romero, Eduardo Saborido, Miguel Ángel Ordóñez, Rafael Pillado, Suso Mosquera, Antonio Montalbán.


Radio Parapanda. Quienes nos han pedido el documento citado sepan que está recogido en el blog de don Joaquín Aparicio en: LLAMAMIENTO DE VETERANOS SINDICALISTAS POR LA HUELGA GENERAL

sábado, 4 de septiembre de 2010

CUMPLIENDO LAS CONSIGNAS


He recibido consignas precisas de Josep Maria Romero. Me pide que popularice al máximo las iniciativas que se han puesto en marcha de cara a la huelga general del 29 de septiembre en Catalunya. Cosa que hago en los links que vienen a continuación. El primero es el manifiesto de las universidades catalanas y la noticia de que el 22 de setiembre se hace en el Paraninfo de la Universidad de Barcelona, a las 12 horas, un acto de cara a la huelga.


http://manifestuniversitatscatalanes.blogspot.com/


En el segundo link se informa de diversas iniciativas: conciertos de jazz y un festival en las Cotxeres de Sants el día 17 de setiembre, también orientado a la preparación de la huelga. Aquí tienes la referencia:


http://culturaperlavagageneral.blogspot.com/


Tan sólo falta la adhesión de los antitaurinos.



jueves, 2 de septiembre de 2010

¿PARA CUÁNDO LA UNIDAD SINDICAL?




Luciano Lama acostumbraba a decir que “la unidad sindical se hace y la división se teoriza”. Es posible que esta afirmación pueda aparecer como un tanto voluntarista, pero al menos tiene la virtud de exponer con lúcida sencillez una parte del problema.

Me propongo reflexionar sobre la necesidad de construir la unidad sindical orgánica en nuestro país, protagonizada obviamente por los dos grandes sindicatos. Para ello quisiera exponer el argumento central: las actuales generaciones de sindicalistas han vivido más tiempo en un consolidado proceso de unidad de acción que en momentos de confrontación o desunión. Si esto no es un argumento, que venga Dios y lo vea.


Añádase que los actuales dirigentes tampoco han presenciado las duras asperezas que vivimos los sindicalistas de mis tiempos. En algunos de aquellos entonces, los momentos de unidad eran la excepción: la división era un dato fisiológico. Algunos dirán que ahora también ha habido más de un momento de tensión. Por supuesto, pero ese momento u otros no son fisiológicos sino de higos a brevas.


Por otra parte, tiene su importancia que Comisiones Obreras y UGT sean miembros tanto de la Confederación Europea de Sindicatos como el Sindicato Mundial. ¿Qué lógica tiene vivir en la misma casa europea y estar separados en estos pagos?


Finalmente nos encontramos con que las razones ideológicas o políticas que motivaron las confrontaciones de antaño ya no existen. Así las cosas, ¿a santo de qué la familia sigue separada?


Como puede verse, no estamos ante la unidad sindical, concebida en clave de mitologema sino en base a la práctica real de la convivencia concreta –por supuesto, compleja-- de millares de sindicalistas dentro y fuera de los centros de trabajo. De esas generaciones que no vivieron el dramatismo de aquel lacerante “Mientes, Marcelino”, “Te equivocas, Nicolás” en aquel debate televisivo, en 1978, que pudo ver media humanidad. Afortunadamente, las cosas han cambiado.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

AQUELLOS DÍAS ANTES DE LA HUELGA



Pere Portabella.

Tuve la ocasión de cenar nada menos que con Giorgio Napolitano, actual presidente de la República italiana, en Barcelona dos días antes de la famosa huelga del 14 de diciembre de 1988. Fue en el Hotel Calderón; los asistentes (invitados por Rafael Ribó) éramos el propio Napolitano, Pere Portabella, mi compañero Quim González, dirigente de los químicos y textiles de Comisiones Obreras, un servidor y –atención al parche-- Josep Borrell, a la sazón Secretario de Estado de Hacienda. La presencia de Napolitano y Borrell se debía a una invitación de Rafael Ribó a unas jornadas de algo que ahora no logro recordar.


A media cena me espeta Borrell y, ni corto ni perezoso, dice: “Venga, explícale a Napolitano las razones de la huelga que se os ha ocurrido convocar”. Cosa que hice educadamente. Es más, no puse ningún adjetivo y, cosa rara en mí, expliqué las cosas con más sobriedad que Sthendal. Acabo y, para sorpresa de Borrell, Napolitano (considerado siempre un moderado) responde: È giusto. A Borrell se le pusieron los ojos como acentos circunflejos.


Como yo jugaba con ventaja, al final de la cena, propuse ir a una tabernilla (de esas postmodernas) que están casi al lado del Hotel. Sabía que estaban allí los periodistas. Llegó nuestra comitiva: sin Borrell, pero con Napolitano. La cofradía nos explicó que había aprobado en asamblea la huelga y que, desde ese momento, las redacciones estaban paralizadas.