domingo, 31 de marzo de 2019

Llamazares y Garzón, peor que un error




El partido de Gaspar Llamazares y Baltasar Garzón, Actúa, también se presenta en Cataluña. Lo apadrina mi viejo y admirado amigo Carlos Jiménez Villarejo, compañero de todas las batallas democráticas de antaño  y de algunas hogaño. No me parece una buena idea. Es más, creo que es contraproducente para la izquierda. Sólo el respeto a Villarejo me impide decir disparatada.

En diciembre pasado me manifesté contrario a la creación del nuevo partido (1). Llamazares y Garzón, sin embargo, manifestaron que el objetivo de Actúa era «aglutinar a los descontentos de la izquierda». Una idea que considero narcisista y redentorista. Y, séame permitido añadir: provoca confusión y desagregación de los votos –pocos o muchos-- de las izquierdas. Es posible que la pasión política de los tres (Llamazares, Garzón y Carlos Jiménez Villarejo) les lleve a no caer en ese detalle. Sin embargo, esa pasión se ha convertido en una patología de todos aquellos que forman parte de una determinada agrupación de agraviados. Tengo para mí que, no obstante, el caudal de luchas democráticas de los tres no se ha traducido en sabiduría política.

Ahora, Actúa, aterriza en Cataluña. Precisamente en unos momentos en que lo urgente es orientar el consenso electoral hacia las formaciones de izquierda. Cosa que sabe perfectamente Jiménez Villarejo, que lo ha recomendado desde siempre. Por lo demás, no dejo de pensar en algo que me veo obligado a decir: estos tres compañeros han perdido la oportunidad de envejecer sin sobresaltos excesivos. Lo mejor hubiera sido que Actúa continuara siendo un movimiento «al servicio de la izquierda». Trabajando para tender puentes y facilitar entendimientos. Proponiendo ideas y debates. Haciendo aflorar la izquierda sumergida.   Han optado por lo contrario: por el despilfarro. 

(1)          

sábado, 30 de marzo de 2019

Torra: los hay con jeta


Afirman los medios que Quim Torra ha enviado una carta al gobierno español exigiendo un anticipo de la recaudación prevista en 2019 ante la falta de presupuestos de la Generalitat. Comoquiera que este proceder no tiene una definición adecuada por parte de la politología, diré que este cabllerete es un jeta. A veces, algunos términos considerados vulgares tienen más precisión terminológica que los académicos. Pero, como en este caso, no me parece que existan en la politología esa definición usaré prudentemente la expresión mencionada: jeta. En todo caso, nada impediría que en el Sacromonte granadino le llamen jeró.

Corresponde ahora demostrar que ese Torra tiene jeta o jeró. En su momento ordena a sus diputados en el Congreso que tumben las cuentas públicas del Estado y ahora, recurriendo a la lastimica de que la Generalitat no tiene desde hace años sus presupuestos aprobados, tiende la mano diestra exigiendo el aguinaldo mientras que con la otra le pone de chupa de dómine al por mayor. A ver si cuela. Especialmente porque, en estos tiempos electorales, necesita acumular lo que considera agravios a Cataluña.


Yo le daría el anticipo. Con la condición de que Torra se sometiera a una auditoria que analizara la cualidad y calidad de las cuentas de la Generalitat y el rigor de las mismas.  Porque parece evidente que el independentismo ha olvidado la tradicional cultura fenicia abrazando una economía de francachela. 

viernes, 29 de marzo de 2019

Consejos electorales para los candidatos. Gratis et amore.




La campaña electoral no ha empezado oficialmente todavía. Pero oficialmente ha empezado el chillerío. Sin lugar a dudas subirá el diapasón. Por los decibelios que consiga cada orador se podrá intuir qué relación inversamente proporcional tendrán sus resultados. Una primera advertencia: esta campaña la ganará quien hable más bajito. Quien con voz queda insinúe sus propuestas. Es muy posible que el electorado se lo agradezca.

Segunda advertencia: quien diga más gilipollescencias será penalizado. Dos de ellas ya han sido puestas de manifiesto. La primera es obra del hijo del Duque. La chocante relación entre el hombre de Neandertal y el aborto, de un lado, y, de otro, su referencia a la Ley de Salud del estado de Nueva York  han evidenciado el barullo mental de este candidato. No sólo su capacitación política sino también su indocta preparación cultural. Aunque seguramente lo más relevante es la demostración de que la «política de fichajes» --al menos en este caso--  es lo más cercano a la caca de la vaca.

Tercera advertencia: quien descoloque a su electorado, ya sea actual o potencial, se arriesga a provocar desconcierto como primer paso de huida hacia otros caladeros. Pongamos que hablo de Miquel Iceta, un político curtido y frecuentemente ponderado, pero que en las grandes solemnidades le pierde la estética. Sus recientes declaraciones sobre los porcentajes ideales para celebrar un referéndum en Cataluña es un ejemplo de cómo no se debe pisar charcos en los procesos electorales. Porque, además, te arriesgas a que el primo de Zumosol te corrija y quedes un tantico averiado. Es aconsejable, pues, que Iceta en plena campaña electoral deje de hablar de la conjetura de Goldbach: «todo número mayor que 2 puede escribirse como la suma de dos números primos». Quien ha intentado demostrarla ha fracasado.

Cuarta advertencia: quien quiera hacer las cosas de manera prudente –es una sugerencia a las izquierdas--  debe seguir el manual de Quinto Tulio, hermano menor de Cicerón: «De petitione consulatus». Un poco rancio, porque algo ha llovido desde entonces. Pero que, como mínimo, alerta contra las gilipollescencias en tiempos electorales.

miércoles, 27 de marzo de 2019

¿Quién es el abogado de Carles Puigdemont?



JAIME ALONSO CUEVILLAS, DE LA TELE AL PARLAMENTO

Nota.--  Ponemos en disposición de nuestros lectores la semblanza del abogado de Carles Puigdemont. La escribe quien le conoce de buena tinta.

Escribe Josep M. Loperena (Abogado)

La última y única vez que estuve con Jaime Alonso Cuevillas fue en 1997 cuando era Decano del Colegio de Abogados de Barcelona. Lo fue por poco tiempo, ya que su mandato fue suspendido a raíz de  varias querellas que le interpusieron Montserrat Avilés y otros diputados de la Junta de Gobierno. La causa: El cobro irregular de dietas como decano, el pago de una encuesta electoral de su candidatura y el desvío de fondos de las cuentas colegiales para costear la restauración de su despacho. Las denuncias devinieron en inútiles, al ser archivadas por jueces cercanos a la retaguardia del Opus Dei y la Falange, tras muchos recursos, incidentes y otras vicisitudes procesales que duraron más de un año. 
En la causa de la Audiencia de Barcelona, el Fiscal solicitó para Cuevillas penas de cárcel e inhabilitación superiores a cuatro años. Hijo de un jerarca de la FET y de las JONS, fue absuelto por ser quien era, pero el Tribunal en la sentencia le afeó su conducta de deslealtad profesional. En aquella época, ni se llamaba Jaume como ahora, ni gritaba ‘Visca Catalunya’, sino todo lo contrario. Llevaba alrededor de la muñeca una bandera española, y su toga, pútrida y rancia, despedía un fuerte olor a naftalina. Tampoco logró su mayor anhelo: salir en la televisión como comentarista de opinión como hace ahora, revelando a la audiencia secretos profesionales de cariz procesal.       
Cuando fue contratado por el President Puigdemont para formar parte del colectivo de abogados para su defensa –el buen hacer burocrático de Cuevillas no se debate- por obra y gracia del Procés, se convirtió en un independentista radical, en un demócrata de toda la vida, en un tertuliano clarividente y lúcido y, por encima de todo, en un cómico excéntrico y chocarrero, pletórico de gestos y dichos extravagantes. En su patética aparición en el programa de TV3, ’La nit dels Oscars’, quiso emular a Andreu y Dalmau, sus protagonistas, con un papanatismo más propio de un pasmarote que de un jurista.
Pero la hazaña más relevante que reveló políticamente su imagen, fue cuando invitó a Steven C. Krane, decano de los abogados de Nueva York, para entregarle la medalla honorífica del ICAB barcelonés. Krane, republicano y ‘fascistoide’, era un  tragaldabas que permanentemente soñaba con ser Presidente de los EE.UU mientras devoraba hamburguesas. Con el beneplácito de Cuevillas que aplaudía todas sus sandeces se proclamó a si mismo protector de los buenos frente a los malos, defensor de los ricos en contra de la maldad de los pobres, protector de los blancos de las fechorías de los negros y paladín de la gente de bien en defensa de la virulencia de los hispanos. Krane solventaba aquellas injusticias sociales con la pena de muerte o la cárcel de Guantánamo.
Víctor Amela en ‘La contra’ de ‘La Vanguardia’ (maldita hemeroteca, pensará Cuevillas) lo definió así: «Krane es directo y franco: aplaude la guerra preventiva de Irak y las medidas impuestas por Bush para los terroristas de Guantánamo porque, según afirma, ‘se les concede más garantías de las que se merecen’, y es un ferviente defensor de la pena de muerte porque ‘evita que los asesinos vuelvan a delinquir»
Fue la única vez que Cuevillas mezcló el derecho con la política. Impuso la condecoración a Krane en un acto público y solemne presidido por las autoridades gubernativas y judiciales de entonces. Los medios informativos se hicieron eco de las palabras pronunciadas por aquel peculiar letrado estadounidense de extrema derecha. Pensé entonces que, como compensación a tan alta distinción, Krane tendría que obsequiar a Cuevillas a presenciar como invitado especial algunas ejecuciones en los mejores patíbulos de América. Así comprobaría la belleza de la silla eléctrica en funcionamiento, el agridulce olor de la cámara de gas y la sobriedad de la inyección letal. Sería testigo de excepción del mejor de los sistemas de redención de los reos: la muerte.
Para muchos, la justicia sigue siendo un cachondeo pero en realidad no es así. En nuestro entorno judicial no existe engaño. Existe un porcentaje muy elevado de ciudadanos que conocen el ideario social y político de casi todos ellos. El posible fingimiento de algunos magistrados siempre o casi siempre es descubierto. Pero no ocurre lo mismo con el poder legislativo. La mayoría de políticos son trepas que pugnan por alcanzar sus intereses personales. Lo que se oculta tras sus rostros es un enigma indescifrable y misterioso.
Así lo acredita la designación a dedo de Cuevillas por el presidente Puigdemont para encabezar la lista de candidatos de La Crida – su nuevo partido para el Congreso-  sin el beneplácito de sus bases ni de los vecinos de Girona. Son muchos los diputados y senadores que no dicen lo que piensan ni creen en las propuestas que tienen que defender. Tanto Cuevillas como Krane debieran reflexionar sobre lo que su admirado presidente Reagan dijo una vez en plena borrachera: la política es la profesión más baja, mezquina y despreciable de todas las que existen. En ella hay adversarios y correligionarios pero los segundos son los más perversos y peligrosos. 
http://www.josepmarialoperena.com/es/jaime-alonso-cuevillas-de-la-tele-al-parlamento/

¡Izquierdas de Madrid, dividíos!



Un fantasma recorre Madrid: la fragmentación y división de las izquierdas que dicen ser alternativas. Su ecosistema se está desforestando.        Dos películas podrían retratar tan terrible cambio climático:     Mi tío (Jacques Tatí) y La vida de Bryan. 

En Mi tio hay una secuencia en la que un árbol va deshojándose a marchas forzadas hasta que se queda en la raspa. En La vida de Bryan un grupo judío de resistentes a Roma compiten entre sí por la pureza de sus ideales con acentos hilarantes. Ambos films van más allá de la situación actual madrileña, pero son un buen retrato de lo que le sucede.

Primero fue Errejón que, en medio del río, tuvo la ocurrencia de cambiar de caballo; después vino lo que vino: cada maestrillo trajo su librillo y cada ratón despreció ser cola de león. Consecuencias: tres candidaturas de la izquierda que se reclama alternativa. Tres como las hijas de Elena; tres como las moricas de Jaen, Axa, Fátima y Marién; tres como las Gracias de Rubens; tres como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Tres candidaturas que, principalmente, rivalizarán entre sí para ver quién se lleva los despojos de la túnica sagrada. Triste consuelo. Ocurrirá lo que dejó dicho el inmortal Pio Cabanillas para otra ocasión: «¡Qué patada les vamos a dar a ellos en nuestro propio culo!».

Alguien pensará que la culpa es de los dirigentes. Tal vez, pero tengo para mí que es un problema de todos ellos: dirigentes y dirigidos, cúpulas y base, directrices y bisectrices. El sectarismo, desigualmente repartido, ha añadido todo lo demás. Mientras tanto, siguiendo a Carlos Gardel: el músculo duerme y la imaginación descansa. Segunda consecuencia: sueños de esperanza que se han convertido en casquería al por menor.

Lo peor de todo ello es que cada bandería justifica la división, olvidando los estragos que ha provocado a lo largo de la historia. Y han convertido la  "unidad" en una palabra enferma. Cabezas de chorlito que, sabiendo que van al fracaso, esperan el Reino del final de los tiempos.

Vae victis!. O sea, «Ay de los vencidos».  



martes, 26 de marzo de 2019

Pablo Iglesias y los medios de comunicación




«Con mi sangre no te metas, de mi sangre hablo yo», se decía antiguamente. Entiendo que este apotegma viene a cuento con motivo de las críticas que le han llovido a Pablo Iglesias el Joven.  Como es bien sabido, el dirigente de Podemos ha puesto de chupa de dómine a los mass media. Como aves precursores de primavera ciertos periodistas de adarga y estoque han saltado al ataque con la vieja militancia de cartón piedra.

¿De dónde viene la zahúrda? Viene de unas reiteradas declaraciones de Iglesias atacando duramente a los «poderes fácticos» de los amos de las cadenas de medios de comunicación. He seguido pacientemente las noticias de los astros de la comunicación –periodistas, tertulianos y demás ganaderías— y, a decir verdad, no encuentro ningún cogotazo de Iglesias a dichos personajes. La enemistad de Iglesias iba dirigida –lo diremos tantas veces como haga falta--  al poder omnímodo de la «propiedad» de los medios. De manera que la lectura que se ha hecho ha sido interesadamente sesgada.

¿Por qué determinados periodistas han reaccionado de esa manera? Tal vez, porque en el fondo, consideren que, al igual que el Estado tiene el monopolio de la violencia institucional,  ellos tienen el monopolio de la crítica. Por lo que el «cuarto poder» quiere sentirse simultáneamente juez, fiscal y abogado defensor. Arte y parte, para entendernos. Por lo que, cuando alguien le saca los colores a la profesión, ésta se revuelve con estajanovismo corporativo. 

«Yo prefiero periódicos sin gobiernos que gobiernos sin periódicos», dijo en su momento Thomas Jefferson. Una divisa que se ha repetido ad nauseam. Lo que tal vez el prócer norteamericano no cayó en la cuenta es que, de esa manera --«periódicos sin gobierno»--  se abría la puerta  a un poder no elegido, que camparía por sus intereses. Jefferson tendría que haber matizado más su constructo. El joven Orson Wells lo vio claro en su Ciudadano Kane.  

No soy sospechoso de elogios a Pablo Iglesias. Pero esta vez ha dicho las «verdades del barquero». Que, por sabidas, no se repiten aquí. Ahora bien, me permito una sugerencia al dirigente de Podemos. Esta es: procura no meterte en ciertos charcos durante el periodo electoral. Los medios –como la santa Iglesia católica, apostólica y romana--  tienen la piel muy fina. Pablo, aunque digas que los números primos son infinitos (como demostró Euclides)  habrá mayorales de algunas ganaderías que intentarán tocarte lo que no suena.

lunes, 25 de marzo de 2019

Puigdemont y Torra, políticamente grotescos




Cada día que pasa vamos sabiendo más de los intríngulis del dintorno independentista. El periodista Francesc-Marc Álvaro, pata negra de ese movimiento, no tiene empacho en ponernos al tanto de los avatares políticos y del estado de ánimo de esa cofradía. Álvaro lo hace con pulcritud y sinceridad. Les recomiendo muy de veras su artículo de hoy, Escupir el chicle, en La Vanguardia. Es un escrito de obligada lectura para conocer qué habas se están cociendo en el mundo subterráneo del independentismo.

Se trata de una crítica demoledora de los recientes movimientos del tándem Puigdemont Torra, muy especialmente del «sainete de los lazos». Esa es su formulación, sainete.  Que dicha por este pata negra adquiere una denuncia en toda la regla. Sin contemplaciones.

Más todavía, Álvaro deja escrito que cunde una «estupefacción de las bases» y una «cadena fatal de decepción» ante los recientes movimientos de Torra, que «es el principal problema de los consellers» del gobierno catalán. Esta cadena de decepción –nos dice el periodista, que tiene buena información, de primerísima mano, de las alturas y bajuras del independentismo--  viene desde que Artur  Mas ungiera a Puigdemunt y de éste a Torra.

De donde un servidor saca esta primera conclusión provisional: no hay posibilidad de salida de esta ciénaga mientras que tan grotesca pareja –el hombre de Waterloo y su Enviado en la Tierra--  sigan al frente de la nave. O, para ser más exactos, yo no la sé ver. Porque en realidad ¿cómo calificar las recientes palabras de Torra diciendo que él  es «el poble».  Decir que es una grotesquez es quedarse a medio camino. Afirmar que le falta un tornillo sería invadir por mi parte el terreno de la psiquiatría.

La pregunta para salir de tan descomunal entuerto –la hizo Goethe, en el Preludio del Fausto--  es: «¿Cómo haremos que todo sea nuevo, / fresco, agradable, al par que edificante?», que tradujo en su día el maestro José María Valverde, que está en la foto de arriba.

Aquí tienen, para lo que gusten, el artículo de referencia: https://www.lavanguardia.com/opinion/20190325/461210713705/escupir-el-chicle.html   Por lo que les digo a ustedes: no me vengan después con las zarandajas de que saco las cosas de contexto.

domingo, 24 de marzo de 2019

Rufián versus Colau y dos estampas más




1.-- Gabriel Rufián, como el patio de mi casa, es particular: cuando llueve se moja como los demás. Un diputado pintoresco, que en su corta vida política ha acumulado toda la casquería de la política viejuna. Rápido aprendizaje, vive Dios.

Veamos. Cuando la Junta Electoral Central mandó retirar los lazos amarillos (los del Palau de la Generalitat y del Ayuntamiento de Barcelona), la alcaldesa Colau dio las órdenes pertinentes: se retiraron los pendientes, aretes y zarcillos, y tal como vinieron se fueron. Rufián, tuiter en mano, llamó cobarde a Colau. Cobarde. Lo que no sabía nuestro pintoresco diputado es que sus compañeros de partido y consejeros del Gobierno fueron tan raudos como una centella. También arriaron velas. Rufián no dijo ni oxte ni moxte. Un personaje, ya se ha dicho, versátil.

Nuestro hombre es diplomado en Relaciones Laborales y máster en Dirección de Recursos Humanos. No es, pues, un indocumentado. Y, aunque la política al uso no requiere especiales chucherías  intelectuales, indica al menos que si dos personas realizan la misma acción, ya sea por contrición o atrición, no puedes llamarle villano a uno y héroe a otro. Es la lógica.

Tengo para mí que este Rufián tiene la lengua averiada y su cerebro en servicios mínimos. Por eso, su habitual retahíla de insultos es solamente el antifaz que esconde la poquedad de sus ideas. En otras palabras, ese almacén de insultos de Rufián encubre su incapacidad política.

2.--  Lo que son las cosas en el independentismo catalán... Ayer mismo, el sufrido Torra recibió un escrache en Sabadell. Un grupo de indígenas, pancarta en mano, le abroncó por haber cedido a los mandatos de la Junta Electoral Central por eso de los lacicos amarillos. Los llamados comités de defensa de la república, los cdr. Eran los mismos a los que, hace unos meses, el mismo Torra les incitó a que «apretaran».

Torra, visiblemente airado, les contestó con pose de grandeur.  «Jo soc el poble». Convengamos, pues, que Torra exageró un poco. En todo caso, viene a cuento lo de cría cuervos que te sacarán los ojos.

3.--  Pablo Casado anunció, naturalmente por tuiter, que iría a Getxo, provincia de Guipuzcoa, a llevar la buena nueva. Estupor. En tiempos antiguos don José Viera, maestro nacional de recia estampa, nos enseñó que Guecho pertenece a Vizcaya. Naturalmente nosotros nos lo creímos a pies juntillas. Pero resulta que hay un Getxo (de Pablo Casado). Lo que me recuerda el caso de Alexander Grothendieck. Que fue un matemático que revolucionó las relaciones entre el álgebra y la geometría. Un genio. Pero –se dice--  que era una nulidad para el cálculo. En cierta ocasión le pidieron que dijera un número primo al azar. Su respuesta fue fulminante: «El 57». Don José Viera se hubiera llevado las manos a la cabeza, pues 57 es igual a 19 multiplicado por 3. Luego, no puede ser primo, lo diga Agamenón y su porquero. Don José hubiera añadido con malafoyá santaferina: «57 es el primo de Grothendieck». De donde podemos inferir que Getxo es provincia de Casado.

sábado, 23 de marzo de 2019

El «payo Torra»


El comportamiento recurrentemente estrafalario de ese Quim Torra está dando mucho que hablar en ciertos sectores independentistas. Especialmente en el grupo dirigente de Esquerra Republicana de Catalunya.  El reciente esperpento de los lacicos amarillos ha llegado a lo que Unamuno, que tenía bula para acuñar neologismos, definió como «grotesquez». Un conspicuo dirigente de ERC ha afirmado en privado que  «ese payo acabará jodiendo la marrana». Le pregunto, entonces, por qué no salen a cantarle las cuarenta al «payo Torra» que podría acabar chafándoles la guitarra.  Que el silencio de, entre otros, Esquerra avala indirectamente al caballero que ejerce formalmente como presidente de la Generalitat, el «payo Torra»  como le ha llamado ante mi sorpresa.

La respuesta de mi interlocutor es la siguiente. Torra es un aventurero, incapaz de saber la diferencia entre política y bronca, entre resistencia y alternativa. A nosotros, ERC, nos va bien ese comportamiento: va restando apoyos al PDeCAT  y a todo lo que huela a Waterloo y, en cambio, nosotros aparecemos como lo sensato  y moderado. Y eso nos conviene, ahora más todavía cuando empezamos a detectar ciertas bolsas de cansancio. La confrontación con la Junta Electoral Central  –prosigue mi interlocutor— no tenía ningún sentido. Ha sido una tontería.

No estoy de acuerdo con mi interlocutor: no ha sido una «tontería». Ha sido mofa y befa de la Junta Electoral Central. Con unas repercusiones sobre Torra que ya iremos viendo. Más todavía, esas repercusiones afectarán a ERC que tendrá que decidir si apoya a Torra o mira hacia otra parte. O, lo que es lo mismo: la estupidez militante del payo puede sobrepasar y desfigurar la sedicente moderación de los de Junqueras


En resumidas cuentas, el payo les está diciendo que prefiere honra sin barcos a barcos sin honra. Retórica de mercadillo.  

viernes, 22 de marzo de 2019

El torrismo, enfermedad senil del nacionalismo




El foco mediático estuvo puesto ayer en la rocambolesca historia de los lacicos amarillos en los edificios públicos de la Generalitat de Cataluña. Una situación tan extravagante como pintoresco es este Quim Torra.  O, remedando el clásico, podríamos decir que el torrismo es la enfermedad senil del nacionalismo. Ahora bien, si el foco mediático estaba en esa astracanada, el dato político fue otro.

Es un dato que tiene su enjundia. El Partido Nacionalista Vasco ha anunciado que, definitivamente, no irá en coalición a las elecciones europeas con el PDeCAT. En crudas palabras, rompe la coalición que venía funcionando desde hace quince años.  Por dos motivos: la confusión política que mantienen sus anteriores socios catalanes y la purga de los ex diputados Campuzano y Xuclà, dos hombres considerados pragmáticos. Esta ruptura tendrá sus consecuencias. No sólo electorales.

Estar a mal con el PNV no le será agradable al manicomio de Waterloo. Porque el partido vasco tiene muchos palillos en Europa desde hace muchísimos años y su palabra es apreciada en las instituciones europeas y en el Partido Demócrata norteamericano. Recuerden el relato de Manuel Vázquez Montalbán sobre el infortunado Galíndez.  Waterloo, además, ha olvidado el consejo de Churchill: «peor que ganar una guerra con aliados es perderla sin aliados». El PDeCat ya no cuenta para el PNV y Ajuria Enea no quiere saber nada del gobierno catalán.

Por lo demás, el profundo desagrado del Gobierno israelita con los de Torra, a raíz del tuit de la libertariana Artadi (no confundir libertariana con libertaria), donde establecía un vínculo entre los lazos amarillos y el sufrimiento de Ana Frank, fue mayúsculo. También el intento de internacionalizar el procés ha fracaso estrepitosamente. 

La respuesta de Torra al mandato de la Junta Electoral Central, apoyada por la Sindicatura de Greuges, una institución doméstica, ha sido calificada por los divinos impacientes como astucia. Otros, como por ejemplo Francesc--Marc Álvaro, pata negra del independentismo la censuran. La consideran una desproporción entre emperrarse en los lazos y el objetivo final. Allá ellos. En todo caso, lo cierto es que la «astucia» --primero fue Artur Mas— de Torra está, por decirlo con educación, con mala salud. Es, más bien, pura idiocia.

Lo dicho: el torrismo es la enfermedad senil del nacionalismo.

En todo caso hemos vuelto a ver que Torra no cumple nuevamente con la palabra dada. «Haré –manifestó públicamente--  lo que aconseje el Sindic». El astuto, en cambio, le hizo una butifarra.  O sea, un corte de mangas. Ribó, a sus años, vejado por un chiquilicuatro.

Ahora bien, si preocupante es que el aparente piloto de la nave tenga tan chocantes características lo verdaderamente inquietante es que la tripulación lo siga manteniendo. Es decir, que no haya rebelión a bordo. Porque, con permiso de Fellini, «la nave no va». Pero eso es ya metapolítica.



jueves, 21 de marzo de 2019

Un caballo en las listas para el Senado



Hace años escribí sobre las primarias en los partidos políticos. Me felicité de esa práctica y, simultáneamente, llamé la atención sobre algunas hipotéticas consecuencias negativas. Hoy tengo la impresión que no iba descaminado cuando alerté de algunas derivas que podría traer consigo esa práctica.

Las primeras nacieron como un intento de democratizar la vida interna de los sujetos políticos.  Aunque importante era sólo una medida que dejaba intacta la morfología del partido en cuestión. De todas formas era un paso adelante.

Nuestra advertencia en aquellos entonces fue esta: poned atención porque, así las cosas, el líder aclamado en primarias corre el peligro del cesarismo. Cesarismo, que hoy algunos politólogos benévolos llaman «partido de autor». (Qué manía esta de acuñar nuevos términos que ablandan el tradicional sentido de algunos conceptos fuertes) Poned atención, porque puede darse el caso que el fortalecimiento del líder está disolviendo  el papel de las estructuras, que son –o deberían ser--  la espina dorsal de la organización. Sin ellas el partido será un sujeto desvertebrado, pura hojarasca.  Con lo que, entre otras cosas, las listas electorales se confeccionan a imagen y semejanza del líder y no a la del partido. El líder con su nueva acumulación de poder, adobado con el correspondiente culto a la personalidad.

Así, pues, el objetivo de las primarias se ha ido convirtiendo en lo contrario de lo que se pretendía inicialmente. En esto, desgraciadamente, convergen todas las fuerzas políticas. Las primarias como chuchería del espíritu. O, más bien, como perifollo. Que ha ido desfigurando –todavía más--  al tipo de partido que hemos conocido.

Ya sólo falta que el líder imponga a su caballo en las listas electorales para el Senado. Lo hizo Calígula sin necesidad de elecciones con el aplauso de los senadores.  Incitatus se llamaba el caballo, que por cierto nació en Hispania. Nos lo explica el viejo Suetonio. La historiografía reprocha al emperador tamaño disparate. Pero modestamente soy del parecer que fueron los senadores los máximos responsables de la faena, porque prefirieron seguir ocupando prebendas y sinecuras a decir ¡basta!

miércoles, 20 de marzo de 2019

Torra se la pasa por la cruz de los pantalones


Se dice que la ley es igual para todos. Pero no está escrito que se aplique por igual para todos. Parto, pues, de la diferencia en este caso entre la teoría y la práctica. Porque la separación entre lo uno y lo otro hace que la ley sea papel mojado. Hay ejemplos para dar y vender, pero en este caso vamos a hablar de un asunto concreto: la desobediencia militante de Quim Torra a la ley en lo atinente a los lazos amarillos.

Dijimos ayer que al procés sólo le quedan los gestos.  O más bien los aspavientos de quién no sabe o no puede reorientar la situación. Al procés solo le queda la farfolla de la gesticulación. Lo que me lleva a intuir que, además de agitadores irredentos, ponen al descubierto la desnudez de su ignorancia política.

Veamos: la Junta Electoral Central ha ordenado que se retiren de los edificios públicos de la Generalitat toda la simbología partidaria en esta fase de elecciones. A saber, lazos amarillos, estelades y demás.  A Torra le entra por un oído y le sale por el otro. Su primera reacción es un sonoro corte de mangas. Vence el plazo dado por la Junta. Torra hace una pirueta y recurre a la Sindicatura de Greuges (para entendernos, el Defensor del Pueblo): Rafael Ribó. Pero, precavido el caballero ante la posibilidad de que cada consejería le contradiga, afirma que cada institución haga lo que crea conveniente. Con buen criterio, la Consejería de Empresa (curioso nombre, vive Dios) aplica la orden de la Junta Electoral Central.

Primera consideración: ¿qué pinta Ribó en esta historia? Absolutamente nada. Y a su provecta y fecunda edad creemos que lo sabe de sobras.

Segunda consideración: Torra se pasa por la cruz de los pantalones la decisión de la Junta Electoral Central. Que, de manera cachazuda, aplica la ley de la monotonía matemática. La ley es igual para todos desde un servidor hasta ese melancólico presidente de la Generalitat. Pero si yo mismo me sobrepaso con él no lo duden ustedes que ipso facto se me cae el pelo.


Siempre hemos defendido la paciencia y la práctica de no caer en las provocaciones. Sin embargo, cuando se pasa de castaño oscuro no se puede ir con contemplaciones. Con proporcionalidad, por supuesto. Pero evitando el espectáculo bochornoso de escindir la ley de su justa aplicación.  

martes, 19 de marzo de 2019

Catalanes que se manifiestan en Madrid




Miles y miles de catalanes se manifestaron el sábado pasado en las calles de Madrid.  Las imágenes de la manifestación no responden a la cicatera cifra que dio la Guardia Municipal de Madrid. Esta vez el independentismo exhibió músculo en Madrid, que según Rafael Alberti es «la capital de la Gloria». Así, pues, desde sus antípodas debo y puedo decir que fue un éxito de convocatoria. Una manifestación que no estuvo acompañada por el Partido Nacionalista Vasco, que cada vez se aleja más del independentismo catalán. Sin embargo, sí fue acompañada por la organización madrileña de Izquierda Unida. También acudieron destacados exponentes de los Comunes barceloneses. Izquierda valetudinaria.

Una de las características principales de la manifestación fue «despedirse de Madrid». O lo que es lo mismo: decir adiós a España de la misma manera que el diputado Rufián lo ha hecho  en reiteradas ocasiones desde su escaño en el Parlamento. Ahora vuelve a Madrid sin decirnos por qué no se ha ido. El verbo, mientras no se haga carne, lo aguanta todo.

Afirma Antoni Puigverd en su artículo de hoy –o sea, posterior a la manifestación--  que el independentismo está «malherido». Es una afirmación prudente, aunque incompleta. Tengo para mí que está agotado. Dicho agotamiento le ha hecho entrar, a falta de ideas, en un proceso circular. En una noria. El procés –malherido y agotado--  ha vuelto a empezar. Begin the beguin.

Los atolondrados dirigentes del independentismo empezaron su caminata  afirmando que la independencia de Cataluña era pan comido. Uno de sus más conspicuos líderes llegó a decir que, tras la separación de España, el ingreso de Cataluña en la Unión Europea era cosa de cinco minutos (sic). Habrá que convenir que estuvo escasamente acertado. Pues bien, de desacierto en embrollo han caminado hasta el empantanamiento actual. Ahora, tras moverse en zigzag solamente les queda la noria. Lo único que les queda son los gestos. Unos gestos que no se traducen en política.  

lunes, 18 de marzo de 2019

En Comú—Podem, salgan de sus confusiones





Podemos debe rectificar el tipo de campaña electoral. Si no lo hace se arriesga a tener unos resultados poco atractivos. Ya de entrada no ha empezado con buen pie: ciertas confluencias periféricas han abandonado la coalición madre, la situación en Madrid deja mucho que desear, y ahora –por si faltaba poco—sus ahijados catalanes no están en su mejor momento. Lo lamento muy de veras. Con todo, estas dificultades no deberían ser consideradas como definitivamente dadas. Todavía no está vendido todo el pescado. Hay tiempo para corregir el punto de mira, esto es, el estilo de la campaña.

Mal han empezado las cosas en Cataluña para En Comú—Podem. Hay confusión interna y de proyección exterior. Sugerir la rectificación es una prueba de respeto a los comunes. Más todavía, parte de la necesidad de que las próximas elecciones lleguen a buen puerto y la izquierda pueda formar gobierno.

De confusión interna, digo. Primero fue la crisis de Comunistes de Catalunya que se marcharon con sus bártulos a las listas de Esquerra Republicana de Catalunya.  Después, la crisis de las cabeceras de cartel de Barcelona y Girona tuvieron sus más y sus menos: en ambos casos los votos en blanco para elegirlas superaron a los afirmativos. Es decir, el desagrado superó al consenso. Por otra parte, el asunto se les ha complicado: Óscar Guardingo (Podemos Cataluña) ha renunciado a estar en la lista por considerarla «independentista». Por lo demás, el  apoyo de los Comunes a la manifestación independentista en Madrid ha añadido más confusión a ciertos sectores, los federalistas.

De esa situación real se parte, a saber, con esos bueyes tendrá que arar la coalición. En definitiva, lo hecho hasta la presente ya no se puede corregir. Pero sí se puede –y, sobre todo, se debe--  rectificar algunas cosas que se han dicho. Pongamos que hablo del discutido cabeza de cartel por Barcelona, Jaume Asens.

De proyección externa. Este candidato ha estado desacertado en su reciente intervención en el mitin electoral en las Cotxeres de Sants. Alzó la voz, dijo pausadamente –tal vez pensando en que ese era el mensaje del día— que el 28 de abril tenía que ser «un plebiscito para recuperar los orígenes de las clases populares». Confusión al por mayor: una cosa es un plebiscito y otra son unas elecciones. Y algo más, el candidato Asens extrañamente  ha olvidado que Artur Mas, reivindicó para sí en unas elecciones un «plebiscito», que le salió rana, y de aquel fracaso vinieron no pocas preocupaciones.

SI Asens continúa magreando en vano el concepto «plebiscito» no cosechará nada conveniente. Por lo que sería más útil entrar de lleno en los problemas que mueven a las personas de carne y hueso. La retórica nunca ha dado consensos a las izquierdas.

Lo dicho, nada está escrito en las estrellas. Pero sí sabemos que para ver que está lloviendo no es necesario mirar a los cielos.

domingo, 17 de marzo de 2019

Catalanes y andaluces que se hablan




Desde el diálogo, por un proyecto compartido

Jornadas Cataluña – Andalucía


Propuesta de Guion para debatir

Escriben Javier Aristu y Javier Tébar
El propósito de este documento es ordenar 8 ejes temáticos que permitan delimitar el debate durante los diálogos programados. Su intención es evitar, en la medida de lo posible, la dispersión de las intervenciones que tengan lugar los días 5 y 6 de abril en el Palau Macaya (Barcelona). En definitiva, podría ser un instrumento de orientación para los participantes en los diálogos de las cuatro mesas programadas (tanto de las personas que protagonizan los diálogos como las de aquellas que tienen el papel de conducirlos) y también para el resto de participantes que intervegan en el plenario.  
Por consiguiente no debe interpretarse como un documento final, sino como un texto que indicie los problemas centrales, a modo de punto de partida de estas jornadas.  
De esta forma, los participantes podrán trabajar con él e indicarnos, no más tarde del 1 de abril, en qué sesión o sesiones quieren intervenir y en torno a qué cuestiones ordenadas en el documento de trabajo quieren hacerlo.
Esta es la forma que hemos pensado que puede facilitar la ordenación del debate, dado que con esta información disponible podremos elaborar el turno de palabras de las sesiones. Por supuesto, está por decidir si esta es la fórmula más adecuada o bien otras propuestas pueden ayudar a mejorar el planteamiento propuesto.  
Como sabéis,  la iniciativa de los Diálogos Andalucía y Catalunya está planteada con la convicción de que puede ofrecer, como mínimo, dos razones que les confieran sentido:

1.   un encuentro que sea un punto de partida de un proceso continuo de observación y análisis compartido, más que un punto de llegada.

2.   un espacio desde el que superar la lectura superficial o espectacular de un denominado ‘conflicto’ entre dos realidades distintas, que a veces no es sino un discurso instrumental para la supervivencia de unas élites dirigentes.
  

Las cuestiones propuestas para el debate son:


1.   El conflicto actualmente en curso entre una parte de la sociedad y la política catalanas con el resto de la sociedad y política españolas tiene antecedentes históricos, pero también causas recientes. Por un lado, se vuelve a replantear la vieja querella entre Cataluña y España pero, por otro, el conflicto adquiere una dimensión completamente nueva a partir de causas insertas en el ámbito global de las crisis financiero-económicas y sociales de la última década. Estas causas han contribuido a la propia crisis de las democracias. Al mismo tiempo, hoy las sociedades cada vez más desiguales constituyen un caldo de cultivo para la manifestación aguda de fenómenos como la xenofobia y el racismo, la violencia machista, la aporofobia, el exclusivismo identitario, el autoritarismo y la desresponsabilización por lo común entre otras cuestiones. El único resultado al que puede conducir esta situación es a dejarnos absolutamente parados, inmovilizados ante la imposibilidad de imaginar un futuro con una democracia que nos ofrezca el mayor grado de libertad junto con el mayor grado de equidad e igualdad.

2.   La antigua y conflictiva cuestión del convenio entre sociedades y elites diversas ha adquirido en la historia de España tintes de gran violencia: tres guerras civiles llamadas carlistas, donde se mezclaron demandas y cuestiones diversas pero entre las cuales las particularidades forales o nacionales adquirieron gran relevancia, y una Guerra civil de alcance histórico en 1936, cuando se enfrentaron dos bloques sociales y que ha marcado, está marcando y parece, presumiblemente, que seguirá marcando la vida civil de los españoles de varias generaciones. Tras casi dos siglos de esta historia de pugnas y enfrentamientos tenemos que superar la actual situación de duelo entre esa parte de catalanes que propugnan la independencia con la otra que se opone y con el resto de los pueblos de España. Y la única forma de superarlo es mediante el diálogo y no mediante el desafío, mediante el intercambio y reconocimiento mutuo, de apertura al mundo, y no mediante la ignorancia y desprecio del otro, mediante proyectos transformadores que completen de manera definitiva y amplíen la condición de ciudadanía. El diálogo entre las partes es la única vía para resolver o al menos aminorar cualquier conflicto, desde negociación cooperativa y no desde los principios irrenunciables de cada uno, dando pasos con el necesario coraje para ir transitando caminos cubiertos hoy de hielo y niebla, para dibujar los intereses comunes que nos hagan definir los desacuerdos y avanzar hacia los acuerdos durante un trayecto que se vislumbra difícil de recorrer, más allá de la coyuntura actual y siempre a medio plazo.

3.   Ese diálogo debe tener una necesaria traducción política, sin duda, pero también debe construirse, al mismo tiempo, como cultura cívica en todos los sectores y grupos de la sociedad catalana y española a partir de experiencias de intercambio educativo y cultural. Es necesario exigir que los representantes políticos deben sentarse a dialogar, a discutir, a debatir los problemas y las posibles soluciones para superarlos. Pero, a su vez, también como ciudadanos debemos abrir todos los espacios posibles para que las posturas enfrentadas se reconozcan, dialoguen y colaboren desde sus propias instancias a fin de facilitar el encuentro y no la división, el acuerdo y no el enfrentamiento. Una concepción que no tiene que ver con la ingenuidad sino con el optimismo de la voluntad, una actitud no más importante pero tan necesaria en cualquier conflicto como el escepticismo de la razón. La democracia, su desarrollo, nos interpela a todos y a todas, nos exige, nos responsabiliza tanto de nuestras elecciones como de nuestros actos. Requiere de la definitiva consolidación de una sólida cultura democrática.

4.   Reivindicamos los años de la Transición como años referentes para esta idea de dialogar. 1978 es un año importante porque sintetiza una serie de valores democráticos y cívicos esenciales: la Constitución como ley para todos los españoles que reconoce los principios y derechos fundamentales de todas las personas. Tras cuarenta años sin que los españoles pudieran disfrutar de un marco democrático, la Constitución de 1978 abrió una etapa fundamental en la historia de la convivencia, y no el enfrentamiento, entre españoles, catalanes, andaluces o cualquier otra identidad cultural o territorial. El Título VIII de la Constitución, además de una serie de iniciativas políticas adoptadas en medio de aquella Transición, abrió un terreno de convivencia de todas las realidades nacionales o territoriales existentes en nuestro país, creando un nuevo modelo de Estado, el Autonómico, que resolvió en su momento conflictos, diversidades y particularidades. Somos conscientes de que en estos días tan necesario es valorar los aspectos positivos de aquella Transición como hacer una crítica que discuta el carácter modélico transmitido acríticamente y que viene siendo cuestionado por las generaciones más jóvenes. Un necesaria crítica de aquellas generaciones que no participaron entonces en aquel proceso y que necesariamente hoy deben tomar decisiones y protagonizarlas. Un cuestionamiento legítimo, sin duda, pero no en todos los sentidos ajustado a lo que representó aquel tránsito de la dictadura a la democracia. El debate hoy es sobre la defensa y profundización en la democracia actual en un contexto de transformaciones de todo orden que nos sitúan frente a retos actuales no comparables con la etapa anterior. Pensemos, por ejemplo que durante los últimos cuarenta años se han producido grandes cambios en los aparatos y sistemas productivos y de servicios que han provocado un gigantesco proceso de renovación y reestructuración de la economía y una radical desfiguración del trabajo heterodirigido tal como se ha dado durante el largo ciclo del sistema fordista.

5.   Estamos convencidos de que a la altura de estos años el modelo territorial que se diseñó en la Constitución de 1978 debe ser reformado y adaptado a las nuevas realidades y expectativas. No solo porque una parte de Cataluña exija la independencia, que también, sino porque hace tiempo que aquel modelo de Autonomías venía siendo debatido por no responder a las demandas sociales y de un Estado compuesto. Parece más que razonable que haya que abrir un proceso de reforma constitucional que sea capaz de incorporar, entre otras menores, las tres grandes innovaciones de los últimos tiempos: la pertenencia de España a la Unión Europea, la defensa y ampliación de los nuevos derechos sociales e individuales y la recomposición federal del nuevo Estado, asumiendo las realidades nacionales existentes. Apostamos por reclamar a las fuerzas políticas y al conjunto de la sociedad ese espíritu reformador y abierto a los nuevos tiempos. Nuestra actual Constitución, precisamente porque contiene una masa conceptual y de derechos muy positiva, puede y merece ser reformada para mejorarla. La actual sociedad española sufre convulsiones y procesos de transformación lo suficientemente importantes como para demandar que su Carta Magna se adapte a estos nuevos tiempos. No hay que temer ni desconfiar de estos procesos de reforma constitucional. No tengamos miedo de lo nuevo. Si las fuerzas políticas asumen un espíritu dialogante, constructivo y positivo se podría alcanzar un acuerdo básico sobre las tres grandes cuestiones que hemos citado.

6.   En esa línea de mentalidad abierta y dialogante a la reforma y a los cambios que se están sucediendo en torno de nosotros, no es posible entender cualquier futuro jurídico, legal o constitucional –que llega incluso a cuestionar las tradicionales y ya en declive concepciones sobre la soberanía de los estados– al margen del factor Europa. Sin entender Europa como comunidad política, social, económica y cultural será imposible –subrayamos el imposible– entender cualquier solución futura relacionada con España, Cataluña o Andalucía. Las viejas fronteras, los viejos marcos conceptuales provenientes en buena medida del siglo XIX y de la Primera Guerra Mundial, hace tiempo que han saltado por los aires y estamos seguros de que desde esos parámetros no hay solución. En cierto modo, es tarea de las actuales generaciones, a quienes ha tocado la responsabilidad de proponer soluciones a los conflictos entre sociedades y territorios, innovar e inventar propuestas para estos problemas. Leyendo el pasado, para pensar históricamente el presente, pero sabiendo que nunca moldes antiguos sirvieron a nuevos problemas.

7.   Rechazamos cualquier posición política que parta de la exclusión, la imposición o la unilateralidad. No creemos en declaraciones unilaterales ni en aplicaciones de un artículo 155 convertido en sistema político. La unilateralidad como principio político es incoherente en un sistema progresista de poderes y soberanías compartidos. El modelo del 155, ideado y articulado como intervención provisional o no deseada por el constituyente, ha pasado a convertirse en la cabeza de algunos en un sistema permanente de gobierno de la discrepancia. La actual situación de confrontación entre una parte firme de catalanes, entre ellos su propio y legítimo Govern, con España solo podrá atisbar una vía de solución –difícil, reconocemos que muy difícil– mediante dos metodologías que en el fondo son la misma: primero, reconocer al otro y, segundo, dialogar con él para tratar de llegar a un acuerdo, mínimo o máximo. No hay camino a través de la unilateralidad ni tampoco mediante la intervención de la Autonomía.

8.   El diálogo entre andaluces y catalanes, entre Andalucía y Cataluña como dos entidades históricas y dos realidades diversas, nos parece importante para facilitar caminos de salida al actual conflicto. Hay razones históricas, culturales, económicas que sustentan esta doctrina del encuentro y del diálogo. La historia de los últimos siglos es rica en ejemplos que demuestran esa mutua relación y conexión entre ambos territorios, ambas sociedades. Pero solo nos basta mirar a los últimos decenios para confirmarlo, cuando cientos de miles de andaluces emigraron desde su tierra en los años sesenta hacia Cataluña y convirtieron a esta comunidad en su nuevo lugar de asiento y de convivencia. A partir de ese hecho fundamental, que algunos han denominado justamente como la auténtica epopeya del siglo XX español, Cataluña cambió, se hizo otra Cataluña y también, al mismo tiempo, emergió otra Andalucía. Aquellas gentes provenientes de la profunda pobreza del sur también cambiaron, se hicieron catalanes y se convirtieron en savia nueva que alimentó el viejo árbol catalán. Hoy no es posible entender la actual Cataluña sin la aportación de aquellos andaluces. Como no es posible entender la Andalucía autonómica sin el factor catalán, sin entender la Cataluña actual. Por ello nunca vamos a compartir que se contrapongan ambas realidades, que se trate de enfrentar a unos contra los otros. Con sus diversidades y pluralidades Cataluña y Andalucía son dos actores que pueden aportar cultura del diálogo, sin menoscabo de las aportaciones de otras comunidades autónomas. Por ser periféricos en el territorio del Estado, Andalucía y Catalunya pueden entender mejor la imposibilidad de un centralismo que avasalla o anula la diversidad; por esta misma condición pueden aportar experiencia e ingenio para encontrar propuestas de solución, que no llegaran fácil ni prontamente, al actual laberinto español.

Marzo de 2019