martes, 6 de octubre de 2020

Casado está hecho unos zorros


 

Pablo Casado está rodeado de adversidades por todas las partes menos por una que le acerca al precipicio.  Es la península Casado. La circundan los accidentes político--geográficos siguientes: las salpicaduras del caso Kitchen; el caos de Isabelita Calamidad, histrionisa de grado medio; el chapaleo de Cayetana, que sigue pinchando el muñeco—vudú; sus disensiones internas, por ejemplo, con su organización en Castilla—León; la tensión con Ciudadanos en Madrid;  y su  incapacidad para impedir que Vox vaya engordando a su costa. Y más todavía, la alferecía que, de un lado, le provoca ver que Pedro Sánchez no sólo sigue en pie sino que se le va escapando en las encuestas y, de otro, la conversión de la CEOE al  (sobrevenido) laicismo de los sucesivos pactos sociales que, para mayor escarnio, están protagonizados por una ministra comunista, hija de comunistas, prima de comunistas, tía de comunistas…  

Pablo Casado y sus lazarillos disparan con pólvora mojada. Algunos dirigentes del PP empiezan a sospechar que no se trata de un error, sino de que Casado no está a la altura. Es decir, la existencia de una desproporción entre la complejidad de los problemas y la poquedad de Casado y su equipo: aquella célula de las Nuevas Generaciones subió demasiado rápido en el escalafón.

En suma, Casado casaseno va dando tumbos y, en pleno desconcierto, ahora la toma con la presidenta del Congreso, Meritxell Batet,  acusada de «tolerar los insultos a Felipe Sexto». Aspavientos de salón con la mostaza de ABC. Desconcierto caballuno: expulsa a Cayetana como vocera parlamentaria–hace correr el bulo--  para disfrazarse de centrista, pero quien le sale al quite es el hombre de las Azores.

La península Casado puede tener su derrota en el río Guadalete. «Si dicen quién de los dos / la mayor culpa ha tenido / digan los hombres: la Cava, / y las mujeres: Rodrigo».

 

Post scriptum.--- Que Renata Tebaldi cantara Los Campanilleros era una broma que hice correr cuando tenía quince años. Carles Navales se lo dijo a la Niña, que puso unos ojos como platos. Yo todavía no conocía la advertencia de don Venancio Sacristán: «Lo primero es antes».

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