martes, 31 de julio de 2018

Lo de Cataluña tiene muy mala pinta





Vamos a suponer que todo el mundo, en lo referente a la cuestión catalana, está de acuerdo en dialogar. Dos consideraciones previas: a) sabemos en todo caso que apostar por el diálogo es, en determinados casos, disfrazarse de política para no infundir sospechas; b) recordamos a amigos, conocidos y saludados que dialogar no equivale a pactar, aunque a veces se use como eufemismo recurrente. Disculpen, parece conveniente recordar ciertas obviedades en estos tiempos de mutación del significado de las palabras.

Decimos que todo el mundo dice apostar por el diálogo. Sea. Dialóguese en buena hora. Ahora bien, la cuestión está como sigue: unos quieren dialogar para que Cataluña siga dentro de España; otros exigen diálogo para irse de España. Así las cosas, los objetivos del «diálogo» no sólo no presuponen coincidencia en los fines sino que son diametralmente opuestos, más bien contrarios. De donde se desprende que es materialmente imposible que se pase a la fase del pacto. Por lo demás, queda despejar qué contenidos concretos plantea Pedro Sánchez para el mencionado diálogo. Tal vez, si el Gobierno emitiera una señal potente –dentro de la Constitución o a través de una profunda reforma de la Carta Magna--  la cosa podría enderezarse.

Por la otra parte, se insiste con pocas luces en que dialogar debe referirse a la autodeterminación de Cataluña. Me gustaría saber cómo abordarían los científicos sociales expertos en teoría de conflictos esta papeleta.

El independentismo no bajará la tensión. Es más, en puertas de los juicios a los políticos presos y las próximas elecciones del año que viene la caldera incrementará la presión y los ruidos subirán en decibelios. Seguirá, pues, la lógica circular –o sea, la noria--  del independentismo. El diálogo, aunque necesario, será un mero perifollo.

Estamos por decir que es más fácil demostrar la conjetura de Goldbach --«Todo número par  mayor que 2 puede escribirse como suma de dos números primos»--  que resolver  el problema catalán. Hay quien dice que es el problema más difícil de demostrar de las Matemáticas. A Goldbach quisiera yo verlo en estos menesteres de esta confrontación política. Me malicio que este caballero tendría muy serias dificultades, porque el problema catalán se ha convertido en  un problema metapolítico. Sólo reconociendo esto, la situación que seguirá siendo estacionaria podrá ser abordada en mejores condiciones. Lo que no quita que, evidentemente, ello sea un fracaso caballuno de la política.

Mientras tanto, conviene retener que lo que otrora fue una confrontación entre políticos ahora se ha convertido ya –es decir, ahora mismo--  en un encrespamiento dentro de la sociedad civil. Y no hay visos de que esto amaine, porque dicha confrontación es el humus que necesita el independentismo para mantener la llama sagrada de su objetivo. En conclusión provisional: Catalunya se encamina a un periodo de decadencia. Un dato que está pasando desapercibido: sigue la fuga de empresas de Cataluña hacia otras latitudes. A este paso –dispensen la broma macabra--  sólo quedarán los chiringuitos de la playa y los kioskos de la prensa. Torres más altas han caído.  

Y mientras tanto, la famosa conjetura de Goldbach sigue sin que nadie le hinque el diente provechosamente.



lunes, 30 de julio de 2018

La Radio y Televisión Catalana, ese abrevadero





El ilustre paisajista granadino Enrique Villar Yebra sostenía que no había conocido gente tan formal como los catalanes. «No es necesario que firme un contrato, me pagan religiosamente antes de que les lleguen mis pinturas». Y misteriosamente añadía: «Cavalleria rusticana». O sea, la caballerosidad de la gente del campo, que era el origen de los dineros de los industriales catalanes de antaño. Hoy, tal vez, el maestro Yebra (así le conocíamos en  Granada) matizaría sus palabras. Hay políticos que han olvidado el viejo mandato de que los acuerdos deben ser cumplidos a rajatabla: «pacta sunt servanda». Lo pactado obliga. Pero eso no atañe a Puigdemont ni a Quim Torra. El primero desde su peana bonapartista; el segundo, desde su ciega obediencia al hombre de Waterloo. Quienes no cumplen lo acordado no son gentes de fiar.

La cosa viene a cuento porque el partido de Puigdemont pactó con Esquerra Republicana de Catalunya una serie de medidas para investir presidente de la Generalitat a Torra. Entre ellas el reparto de la despensa de la Radio y Televisión de Cataluña. El acuerdo fue tan escandalosamente minucioso que contemplaba qué presentadores, comentaristas y tertulianos figurarían en nómina. Todo un abrevadero de colosales proporciones. Sólo un requisito: la fidelidad a Dios, a la patria y a los fueros.

Los de Oriol Junqueras han visto que, hasta la presente, no se les admite en la dirección de la despensa. Más todavía, las órdenes que vienen de Waterloo son claras: a Esquerra, ni agua. La quinta esencia de Bilardo, el pendenciero entrenador argentino. Junqueras, cual santo Job, recibe de sus socios la misma respuesta que el Director envía al Bufón en el famosísimo Fausto, de Goethe: «Lo que hoy no ocurre, no sucederá mañana».

Ei el hombre de Waterloo no respeta sus propios acuerdos con sus socios, ¿qué respetará? Si no reconoce el carácter sacrosanto de lo pactado no cumplirá con nadie. De ahí que le aplique a sus socios otra máxima que leemos en el Fausto: «El que cambia no debe seguir vivo».

Junqueras, sancta simplicitas.



Nota.-- La foto de arriba se corresponde con un carboncillo del maestro Yebra. 


domingo, 29 de julio de 2018

Puigdemont y la huelga de taxistas





El catalán errante ha vuelto al palacete de Waterloo.  Por cierto, su inquilino no ha informado de quién y cómo financia dicha residencia. Obscuridad total. Ha vuelto, decimos, y ha sido recibido por el presidente de la Generalitat, Quim Torra, que le ha rendido los honores. Protocolo de pleitesía, que habría puesto los pelos de punta al rey Pere El Ceremoniós. Que habría provocado un ataque de alferecía a Josep Tarradellas.

El hombre de Waterloo, que había mostrado su desacuerdo con la investidura de Pedro Sánchez, arremete con diez cañones por banda contra el presidente del Gobierno español: «El periodo de gracia se acaba». Demuestra a las claras que le conviene lo que pueda ir peor. Le interesa la simetría con el fundamentalismo de Pablo Casado. Esto es, la convergencia con su contrario. Pretende que no haya fisuras en el ejercicio del conflicto  entre las derechas españolas  y el soberanismo catalán. Una simetría que viene acompañada con su correspondiente invariancia matemática.

En la puerta del palacete estaba Quim Torra y sus paniaguados. El mismo personaje que, en pleno Congreso del PDeCAT lucía en la pechera una foto de Winston Churchill. Quien manifestó que dicha pegatina era un homenaje a quien manifestó que «nunca nos rendiremos». Y por si había quien no entendiera el mensaje aclaró que Churchill nunca se rindió ante Hitler y el nazismo como le recomendaban algunos tibios de su partido y el patio de vecinos independentista. Un cogotazo a la gente de Oriol Junqueras, cuyo consumo de sapos es inconmensurable.  Conclusión: Pedro Sánchez es Hitler. La intención es clara por partida doble: acusa de nazi al presidente del Gobierno y establece esa dogmática para uso y consumo de los bronquistas de las redes sociales. Parece claro que pedir «diálogo» en esas condiciones es manifiestamente obsceno.

Preocupación en las covachuelas de la Generalitat de Catalunya. La huelga de los taxistas barceloneses. No es cosa, al menos en este momento, de analizarla. Pero sí es la ocasión para referir un detalle relevante: el conflicto barcelonés se ha visto acompañado solidariamente por los taxistas madrileños, malagueños y otras ciudades españolas. Una parte de España al lado de una parte de Cataluña. Se me dirá, con toda la razón, que esa parte de España se ha incorporado al conflicto en función de sus propios intereses. Muy cierto. Pero ello también –y sobre todo--  demostraría que hay lazos de relación entre unos y otros. Que las cosas de comer unen. La estrategia del hombre de Waterloo no ha captado ese detalle.   Tome nota de ello el sindicalismo confederal.

sábado, 28 de julio de 2018

El exorcista de Girona




Las órdenes del Vaticano no se discuten. Así lo ha entendido el Obispo de Girona. De Roma llegaron orientaciones de obligado cumplimiento a todo el mundo: cada diócesis  debe tener su propio exorcista. El exorcismo, según la Docta, es «el conjunto de fórmulas y de ritos que se practican para expulsar un espíritu maligno, especialmente el demonio, del cuerpo de una persona, de un lugar, etc».

Según parece estos tiempos confusos y de tanta mudanza requerían no sólo la reaparición de la figura del exorcista sino su extensión al Orbe. Por lo tanto, también a Girona. El Obispo ha nombrado a mosén Puig Bofill, hasta la presente cura párroco de Rosas, exorcista. Se trata de un hombre singular. Sus primeras declaraciones han sido: «No sé nada sobre el particular», de profundas raíces socráticas. Y para remachar el clavo, por si alguien tenía dudas, añade que la expulsión de los espíritus malignos es cosa de los psiquiátras. Impecable el mosén. Audacia del Obispo al nombrar a alguien que sostiene lo uno y lo otro. De donde se desprende que Girona y sus comarcas cuenta con una gente que, mayoritariamente, es lúcida, y que Carles Puigdemunt es un rara avis.

Nuestro cura ha propinado un severo cogotazo a todo un conjunto de tradiciones que, en este caso particular, se remontan al famoso Tertuliano (160 – 220), padre de la Iglesia. De buen seguro que la sabiduría de Mosén Puig habrá sido piedra de escándalo de obispos tan ternes como, entre otros, el de Alcalá de Henares. Especialmente porque delimita los campos que incumben a la ciencia y a la religión. Con un matiz no irrelevante: nuestro cura no sabe lo que concierne a la religión y, por tanto, se remite a la ciencia psiquiátrica. Es la sabiduría de la mar mediterránea que baña el golfo de Rosas.

Por lo demás, me malicio que las declaraciones del cura habrán puesto  nervioso a Carles Puigdemont, que está a punto de volver a su residencia de Waterloo. Se empieza exigiendo que la ciencia haga los deberes para expulsar a los malignos y se acaba en el sermón del redentorismo milenarista del somatén.  En todo caso, es una buena noticia para el Colegio Oficial de Psiquiatras de Cataluña.



viernes, 27 de julio de 2018

Las finanzas del Rey Emérito





No me interesan las andanzas sentimentales del rey emérito. Pero sí me importa el carácter de sus finanzas. Esto es, su legalidad y transparencia. Los dineros de don Juan Carlos siempre estuvieron en coplas. La herencia de su padre, el Conde de Barcelona; sus relaciones antiguas con aquel Colón de Carvajal y los negocios con mandatarios de Oriente Medio siempre fueron pasto de comentarios, en un principio en la prensa extranjera y, posteriormente, en algunos rotativos nacionales. El entonces monarca siempre fue vulnerable en ese terreno crematístico.

La difusión de las grabaciones de una larga conversación entre la llamada princesa Corinna, Juan Villalonga, antiguo presidente de Telefónica y el comisario Villarejo, han vuelto a poner de actualidad la vida y milagros de las finanzas de don Juan Carlos. Que si tuvo y tiene dineros en Suizo, que si se acogió a la amnistía fiscal, que si cobró comisiones por negocios en el extranjero. Eso es lo que vuelve a estar en coplas. O sea, llueve sobre mojado.

La reacción de algunas fuerzas políticas fue la petición de una investigación sobre el particular. El PSOE, el PP y Ciudadanos se opusieron frontalmente. Comoquiera que la escandalera no amainaba la solución que se arbitró fue la comparecencia del director del Centro Nacional de Inteligencia en la Comisión parlamentaria de Secretos Oficiales. Chocante: lo que era público se trataba secretamente. El director tenía la misión de explicar las aventuras de la tal Corinna. Una mala decisión: lo que medio sabe la opinión pública es tratado, como el sepulcro del Cid, con siete llaves.

El razonamiento más elemental es el siguiente: si no hay nada de nada, si los negocios del rey eméritos están tan limpios como una patena ¿qué miedo hay a que se haga la investigación y, por qué el sucedáneo de la Comisión de Secretos Oficiales? La cosa no cuadra. Queriendo salvar la (presunta) mauvaise reputation del Emérito se le cubre de inmundicia. Más todavía, intentando salvaguardar a la Corona, quien parece más quebrantado es el sexto Felipe.

Los escribas sentados del padre y del hijo guardan silencio.  

jueves, 26 de julio de 2018

Cobrando por no trabajar




El Parlament de Catalunya ha introducido una discontinuidad que merece la pena comentar: cobrar por no trabajar. Se trata de una variante que rompe  los usos y costumbres de las relaciones económicas y, hasta la presente, no encuentra acomodo en los convencionalismos del iuslaboralismo. Rara avis el Parlament de Catalunya. De un tiempo a esta parte se ha incrementado el hecho de trabajar y no cobrar, afectando especialmente a las categorías menos tuteladas del conjunto asalariado.

Como dijimos ayer, la Mesa ha decidido por la cara que el curso  parlamentario se abrirá a primeros de Octubre. La última semana de Julio y todo el mes de Septiembre la casa estará «en su lugar descansen».  La alcaldada, sin embargo, no contempla que, durante ese periodo, los diputados se queden sin cobrar. De manera que la Mesa hace caso omiso del precepto bíblico de «ganarás el pan con el sudor de tu frente». Es decir, la Mesa se pone al margen de las Sagradas Escrituras, a pesar de que algunos de sus miembros son de misa diaria.

Ayer dimos los motivos de la alcaldada: la confrontación –no sólo la división--  de la mayoría independentista. El matiz (la diferencia conceptual entre división y confrontación) tiene su importancia. Primera conclusión provisional: se subvenciona la confrontación. Una originalidad que, por lo demás, no se compadece con el espíritu calvinista que algunos habían atribuido precipitadamente a la Cataluña industriosa. Es una especie de sopa boba de postín. Max Weber y los viejos capitanes de industria catalanes se llevarían las manos a la cabeza. 

Ahí tienen una fuente de inspiración las Comisiones Guerreras para renovar los contenidos de la negociación colectiva: aparte del mes de  vacaciones deberían añadir cinco semanas más cobrando y sin trabajar. La justificación es: ante Dios todos somos iguales. Este fue mi argumento ante un cura para justificar una barrabasada que hice siendo mozalbete. El mosén me respondió virilmente: «Ante Dios el superior es el superior y el inferior es el inferior».

miércoles, 25 de julio de 2018

Cerrado el Parlament de Catalunya a la brava



La Mesa del Parlament de Catalunya ha tomado una decisión insólita: no se celebrarán sesiones plenarias hasta el mes de Octubre. Insólita por el cierre en sí mismo y, todavía más, por los motivos de dicha decisión. Quede claro que el motivo no es el agobiante calor y los tremendos niveles de humedad. Al fin y al cabo sus Señorías tienen un generoso aire acondicionado y en la cantina hay un buen nivel de existencias, sólidas y líquidas, a módicos precios. A decir verdad no me manifiesto contrario ni a lo uno ni a lo otro, porque las condiciones de trabajo son lo primero. El motivo del cierre, cuya responsabilidad es de la Mesa, es eminentemente político.

La mayoría parlamentaria la tiene el soberanismo, que está enfrentada entre sí. De esta manera, a través de su crisis, deteriora la representación política a la que tiene derecho la ciudanía. Ahora, la representación política y el propio Parlament son un mero perifollo.  O sea, el cierre parlamentario es un recurso para no airear más todavía la confrontación entre las diversas fracciones independentistas, principalmente entre las del hombre del hombre de Berlín y las de Junqueras. De esta manera –bajando las persianas del Parlament--  se da otro golpe de tuerca.

Hasta ahora no fue infrecuente que, en pleno quilombo parlamentario, el versátil presidente suspendiera durante algunas horas la sesión para, después, reanudarla a la  remanguillé. El quilombo en aquellas situaciones era el enfrentamiento entre independentistas y sus adversarios. La suspensión de las sesiones plenarias hasta el mes de Octubre está referida a la confrontación entre independentistas. Esta es la novedad. Es un cierre a la brava. Y probablemente de escasa limpieza democrática.

Apostilla.--  Los establos de Augías se han trasladado al Parc de la Ciutadella. Fuerte olor de purines por los cuatro puntos cardinales de Cataluña.   A mis ochenta años es lo que me faltaba por ver.  

martes, 24 de julio de 2018

Puigdemont quiere montar "su" sindicato




Me lo aseguran algunos viejos amigos de antaño, hoy instalados en las covachuelas de la Generalitat: Carles Puigdemont intenta organizar un sindicato a su imagen y semejanza. De ahí que esté facilitando las cosas a una cierta Intersindical CSC, dirigida por un tal  Carles Sastre, antiguo miembro de Terra Lliure, que en sus años mozos fue hombre de gatillo fácil y buena puntería.  No es la primera vez que, desde los campanarios nacionalistas, se intenta una operación de esa naturaleza.

Ya en mis tiempos Jordi Pujol se esforzó en crear su propio sindicato con la idea de contrarrestar a Comisiones Obreras y UGT. Fracasó en toda la regla. Aquello quedó en sindicato—probeta: cuatro y el cabo. Ni siquiera tuvo relevancia en la administración pública catalana. El dineral invertido en la operación se quedó en agua de borrajas. Se puede montar un partido o un partidillo en veinticuatro horas, pero poner un sindicato en marcha ya es harina de otro costal.

Ahora se intenta reeditar aquellos movimientos. El dinero vuelve a circular y las facilidades de la televisión  formalmente pública catalana da todo género de facilidades. Que antiguamente fracasara no quiere decir  necesariamente que esté cantado el fracaso. Las cosas han cambiado tan estrepitosamente que lo que antaño no pudo ser, pueda salir hogaño. Poderoso caballero no lo fue don Dinero, ahora Míster Parné tiene más agarraderas.  

El baile ha comenzado.  

lunes, 23 de julio de 2018

Primicia: ¿elecciones en Andalucía?



Escribe El dómine Cobra

Voces electorales resuenan cerca del Guadalquivir. En los mentideros sevillanos no se habla de otra cosa. También en el granadinísimo Realejo se comenta la cuestión. Elecciones en la segunda semana de Octubre. Es el tiempo de la recolección del membrillo. Los estrategas del Palacio de San Telmo, sede de la Presidencia de la Junta de Andalucía, sopesan la oportunidad y conveniencia de adelantar las elecciones antes de que un hipotético «efecto Casado» pueda consolidarse.

Sea como fuere será un test.  Será otra prueba de fuego para Susana Díaz, un desafío para la coalición Unidos Podemos y un reto para las derechas del PP y Ciudadanos. Las salas de máquinas diseñan sus estrategias en función de las complejas variables. En primer lugar, al ser las primeras (si finalmente se producen) que se celebran con el PSOE en el Gobierno y el PP en la oposición y por lo que puedan indiciar a posteriori, estará muy presente la pugna entre Pedro Sánchez  y Pablo Casado. Y de estos dos con sus respectivas competencias más directas: Unidos Podemos y Ciudadanos. Es un proceso electoral que, en buena medida, despejará algunas incógnitas –no todas--  de esta legislatura. 

Por el contrario, en Catalunya mientras los de Junqueras vayan en primera posición según las encuestas, la cosa puede esperar. Es hombre de Berlín conoce el viejo refrán: «Ir por ná es tontería».  

Dos congresos antropófagos





Durante el pasado fin de semana los dos congresos –Partido Popular y PDeCat--  han perfeccionado la particular antropofagia de cada cual: el primero con la técnica de la pepitoria, el segundo con grumos de allioli. Eficaz actuación de los master chef con mando en plaza.

Dos congresos donde se ha concretado lo que estaba diseñado en las marmitas de los hunos y los hotros. O, como decía ayer, la convergencia de los contrarios. Coincidencias: la sombra alargada de José María Aznar y el holograma de Carles Puigdemont revoloteando por la platea. Ambos intentando que lo que pudo haber sido pueda ser. A saber, la vuelta al pasado. Aznar a la legislación de su puño y letra; el hombre de Berlín intentado que se materialice la declaración unilateral de independencia de Cataluña. El claro objeto del deseo de ambos trujimanes es: más madera. Así las cosas, arreglar las cosas sería cosa de morigerados, de políticos escasamente viriles, es montar a caballo a la mujeriega. Si podemos partirnos la cara ¿por qué vamos a perder el tiempo hablando? Es el arrebato como estilo y técnica. Política de secano

Dos congresos que se han referido al «pueblo». Pero no a su inteligencia almacenada. El pueblo que pone banderas en los balcones; el pueblo que clava cruces amarillas en la playa. Al pueblo de la servidumbre voluntaria de la que habló el joven Étienne de la Boétie.

Arrebato inducido y embrollo organizado por los  hunos y los hotros. Hay salida. Pero no desde el pesimismo al por mayor. Sólo al detall. Hay salida. Un lúcido y temperado Paco Rodríguez de Lecea enciende la linterna: «¿Qué puede hacer la izquierda en todo este maldito embrollo? Lo primero, tener los pies bien firmes en el suelo. No discutir sobre arrebatos, sobre castillos en el aire ni sobre pasos por las nubes. Las cuestiones de orden material, las cosas de comer, la fijeza de los puestos de trabajo, las condiciones y las dimensiones poliédricas de la vida; ese es nuestro campo de batalla. No más utopías que la utopía cotidiana. No más futuros etéreos, sino un futuro sólido y sostenible, básico, con equipamiento mínimo de serie. Si luego es posible tunearlo con ringorrangos federales o confederales, se hará. Todo es posible, pero no sirve de nada discutir sobre los ringorrangos cuando todavía no tenemos reparado el motor que necesitamos para que nos impulse hacia donde deseamos ir como colectivo» (1). 


domingo, 22 de julio de 2018

Casado y Puigdemont, convergencia de contrarios




No había terminado Pablo Casado su discurso de clausura del Congreso del PP cuando ya es recibido poco amistosamente por el secretario general de Ciudadanos. Dice Villegas: «Casado es más de lo mismo, más de ese viejo Partido Popular». Es un análisis de brocha gorda, muy propio de la vieja taberna carpetovetónica.

Villegas es hombre de pocos matices, la sutileza no figura entre sus pocas o muchas virtudes. Este caballero no ha visto –o simula no ver--  la discontinuidad del joven presidente del Partido Popular que está a punto de enviar al geriátrico a una buena parte de la dirección del partido, no sólo la del estado mayor sino también la de sus periferias. Villegas tampoco ha visto que Casado es una tuerca más hacia una derecha que no delegará sus responsabilidades en las togas ni otros aparatos del Estado. Pronto se verá si Casado es el Aznar Chico o –como casi siempre ha sucedido--  querrá ser él mismo sin hipotecas. Aún es pronto para saber qué niveles de tutía (el hollín de las chimeneas) aznariana tiene, o no, el hombre de Ávila. De su discurso en el Congreso no se desprende que sea «más de lo mismo». Es más derechista. Y más impaciente. Ciudadanos tiene de qué preocuparse. También la izquierda. 

Casado es el hombre que necesita Carles Puigdemont: la España de las «banderas en los balcones». La España de la cazalla frente a la ratafía. Uno y otro tienen sus respectivos partidos a punto de entrar en el ring. El hombre de Berlín, que destruye todo lo que toca, se ha hecho con las riendas de la neo Convergéncia. Su lema: fuera de Puigdemont no hay salvación. El camino del reinicio de la confrontación con España se ha iniciado. Miel sobre hojuelas para Pablo Casado. Puigdemont no ha perdonado la heterodoxia de sus diputados que votaron en Madrid la investidura de Pedro Sánchez; Pablo Casado, tampoco. Casado y Puigdemont o la convergencia de los contrarios. 


Apostilla. Disiento del maestro Enric Juliana. La derecha de Casado no es «cafetera». Yo le diría carajillera. 

sábado, 21 de julio de 2018

Pepe Mujica contra Daniel Ortega





“Me siento mal, porque conozco gente tan vieja como yo, porque recuerdo nombres y compañeros que dejaron la vida en Nicaragua, peleando por un sueño (…) y siento que algo que fue un sueño hace diez días, cae en autocracia”, ha dicho Pepe Mujica en el Senado de Uruguay.

Lo dicho: Nicaragua cae en la autocracia.

viernes, 20 de julio de 2018

La paradójica decisión del juez Llarena



Hay políticos independentistas poco avisados en Cataluña. Políticos que no están en la cárcel, se entiende. Son gentes que han celebrado ad libitum la derrota del magistrado Llarena, un juez que se ha empecinado en hacer justicia aunque se hunda el mundo. Son gentes que necesitan mártires para mantener la oriflama de un movimiento que se distingue por girar siempre sobre su mismo eje.

Llarena ha retirado la euro orden. ¿Albricias? Primera consideración provisional: Carles Puigdemont y sus seguidores podrán circular libremente por Europa, pero no podrán volver a casa. Puigdemont o el holandés errante. Ciertamente, se está mejor en Bruselas que en la cárcel. Pero el grupo que sigue en la cárcel verá hasta qué punto se complica su situación personal. A su vez, el juez campeador, creerá tener más argumentos para exhibir el riesgo de fuga de los encarcelados. Eso sí, el independentismo mantendrá la llama sagrada. De rebote, la situación política seguirá estacionaria.

Y hasta es posible que Llarena se ría para sus adentros.  

jueves, 19 de julio de 2018

El independentismo es un fangal




Según mis datos, el independentismo se está consolidando como una descomunal zahúrda. Hay, sin embargo, quien tiene información más precisa. Por ejemplo, la Musa de la televisión catalana que, en su prescindible columna de La Vanguardia de hoy, ha calificado al independentismo como un «fangal». No es cosa de llevarle la contraria.

Hasta el día de ayer, el fangal quedaba parcialmente disimulado por eufemismos, metáforas y otras figuras retóricas al uso. Con ciertos chispazos, cierto. Pero eran sólo arañazos que se trataban con mercromina. Ayer la cosa fue a mayores. En el fondo de la trifulca estaba, una vez más, Carles Puigdemunt, que todo lo que toca o le rodea acaba siendo un campo de Agramante. La cuestión es ésta: ¿debe ser substituido el hombre de Berlín como el resto de los diputados o no? Sus parciales, Junts per Cat, afirman que no. Esquerra Republicana de Catalunya responde que «no hay diputados de primera y de segunda», por lo que no se deben hacer distingos. A continuación viene la traca: los de Puigdemont acusan a ERC de romper el pacto que habían suscrito con los de Junqueras. Estos responden que no hubo tal. Y, como si estuvieran en el bar de la esquina, alzan la voz y llaman mentirosos –esta vez sin disimulo--  a los del hombre de Berlín. Es entonces cuando la musa de la televisión catalana habla de «fangal». Lo terrible del asunto es que, mientras se lanzan unos a otros las aparentes verdades del barquero el Parlament de Catalunya sigue bloqueado; ahora mismo su utilidad real es cero patatero.

La novedad ahora es el proceso de endiosamiento de Puigdemunt y la consolidación de un fenómeno que hace tiempo habíamos apuntado: la aparición del culto a la personalidad en Cataluña. Son componentes quasi religiosos de raíz agraria que se están trasladando a las urbes catalanas. Es el traslado de ciertos comportamientos de algunas sociedades antiguas a la sedicente postmodernidad de nuestros días.

La reyerta entre las dos fuerzas políticas del independentismo catalán alcanzó ayer su mayor grado de visibilidad. Pero no es una trifulca aislada sino la consumación de un trayecto confuso donde ERC siempre apareció como subalterna. Como una organización ancilar de las ensoñaciones del hombre de Berlín. Ayer dijo que no. Posiblemente los de Junqueras han caído en la cuenta de que la verdadera intención de Dios al crear el nuevo partido, Crida Nacional per la República, se orienta a comérseles vivos. O sea, que Puigdemont quiere quitarles el triángulo con su Ojo dentro.



miércoles, 18 de julio de 2018

El fútbol, industria global




Allá por los años treinta del siglo pasado –el «siglo breve», según Eric J. Hobsbawm--  alguien organizó una encuesta con la idea de intentar saber cómo sería el siglo XXI. Entre los participantes estaban dos intelectuales de gran prestigio en aquellos entonces, Unamuno y Marañón, y un famoso futbolista, el portero Ricardo Zamora. Los tres hicieron su correspondiente predicción. Unamuno: en el siglo XXI ya no habrá más guerras. Marañón: Habrá desaparecido el cáncer. Zamora, el legendario portero que, cuando yo era niño chico era un mito, afirmó sin darle mucha importancia a lo que decía: «En el siglo XXI el fútbol será una industria universal».  Clarividente. Sociólogo no diplomado. Lo que no pudo prever era el aprovechamiento del fútbol por la política y viceversa. De ello ha hablado recientemente Zlatko Dalic, el seleccionador de Croacia, subcampeona del mundo de fútbol, a propósito de su país (1). 

Ricardo Zamora figura en los anales sólo por dar nombre a un curioso movimiento de despeje con el codo, inventado por él, que nosotros conocíamos como zamorana.  Hay que decir que, debido a sus actuaciones, logros y trayectoria, fue incluido de manera póstuma por la FIFA en el salón de la fama del fútbol en el año 2012, siendo el segundo portero en ser reconocido tras Lev Yashin, el mítico cancerbero soviético a quien conocíamos como la Araña negra.

 

Lo que me parece irritante es que esa cofradía tan pendenciera como la de los sociólogos no reconozca el acierto de la predicción de Zamora. Seguramente le consideran un intruso, que se metió en camisa de once varas y no había pisado la Universidad.



martes, 17 de julio de 2018

Otro partido en Cataluña: pocos éramos y parió la abuela





Está naciendo la Crida Nacional  per la República. Ferran Mascarell, perejil de salsas diversas, hizo su presentación en el Ateneu de Barcelona. Es el nuevo partido de Carles Puigdemont, el hombre de Berlín. Primera conclusión provisional: este nasciturus es otra constatación del fracaso de las fuerzas políticas soberanistas. La nueva formación nace con el mismo estilo de ciertas fuerzas políticas italianas que, cuando no consiguen sus resultados, se transforman en otra cosa para olvidar el fracaso de lo que pudo haber sido y no fue. 

Andreu Claret ha analizado el nacimiento de la Crida Nacional per la República en su cuenta de Facebook. En Minicrónicas catalanas 99. Que, como en las anteriores, es una muestra de sagacidad y sutileza. Afirma el maestro Claret: «… la unidad para la República que supone esta Crida Nacional es la de la mitad de la sociedad. Ni eso. Constituye un paso más hacia la reconstitución de la antigua Convergéncia, apurando otra ficción: la del 1-O como el día en el que Catalunya se autodeterminó. Un ardid para alcanzar la hegemonía dentro del campo soberanista. Una opa a los compañeros de viaje del Procés para encarar con ventaja las próximas elecciones municipales».

Me permito, en todo caso, un matiz, casi una pejiguería: yo no creo que esta Crida sea “un paso más a la reconstitución de la antigua Convergéncia”. Entiendo que es una discontinuidad en toda la regla. Poco que ver con la antigua Convergéncia.

Durante los años de oro de Convergéncia, este partido fue pública y formalmente autonomista. Un partido «de orden». Accidentalista, además, en lo referente a la forma de Estado en España. Las relaciones de Pujol con la Monarquía siempre fueron excelentes. Un partido europeísta que, en las materias sociales y económicas, siempre se identificó dentro y fuera del Parlamento con las derechas españolas.

El nuevo partido del hombre de Berlín es otra cosa. Su objetivo es la independencia de Cataluña y su carácter está en consonancia con las formaciones nacional populistas que han emergido en Europa. Un partido que concretamente está a la derecha de Convergència.

Así las cosas, con este partido puede empezar la decadencia en Cataluña.  

lunes, 16 de julio de 2018

Elogio del sindicalismo castellano - manchego





Siempre tuve gran admiración por el sindicalismo castellano-manchego. Gente austera, práctica, que va al grano. Admiré su claridad de palabra, sus mensajes directos. Y, muy en especial, la enorme capacidad de organizar. El año pasado escribí en Metiendo bulla un artículo, El secreto de Comisiones Obreras de Albacete, a propósito de la problemática de los trabajadores migrantes del campo y de la impecable intervención del sindicalismo  y del éxito obtenido (1).

Ahora el sindicalismo castellano-manchego ha puesto en marcha una experiencia novedosa: una ‘Oficina Móvil’ de CCOO recorrerá a partir de mañana las explotaciones agrícolas de Castilla La Mancha para atender a los temporeros y controlar el cumplimiento de la normativa laboral durante las campañas agrícolas. Una oficina ambulante de tutela y organización. Tomen nota los historiadores. Y sobre todo el conjunto del sindicalismo confederal. La novedad estriba en que es el sindicato quien va, desde el inicio, a donde está el problema como sujeto preventivo. Por lo demás, consideremos, tras esta fecunda idea, que las formas organizativas no están definitivamente dadas. 





domingo, 15 de julio de 2018

Cándido Méndez no debería ser el presidente del Consejo Económico y Social





No hace falta decir que Cándido Méndez ha sido un sindicalista importante. Dirigió la UGT con mano ducha durante años y exhibió durante su mandato una constante acción unitaria con Comisiones Obreras. Cándido siempre fue una persona cercana, afable. Pragmático a fuer de realista. Cándido, hay que decirlo, ha dejado huella en el sindicalismo confederal español y europeo. No son elogios protocolarios, sino la constatación de una serie de hechos que figuran en la reciente historia del movimiento organizado de los trabajadores. Dicho lo cual, paso a tratar un asunto que está en los mentideros políticos y sindicales durante estos días.

Como todo el mundo sabe se está en puertas de una importante reforma del Consejo Económico y Social (CES). Buena falta hace, desde luego. Dice El País, sección Negocios de hoy domingo, con la firma de Miguel Ángel Noceda, que suena el nombre de Cándido Méndez para dirigir la institución. Yo diría que, en abstracto, Cándido tiene sobradas condiciones para ello. Ahora bien, soy del parecer que, en lo concreto, no es una idea feliz. La presidencia del CES debe ser una persona neutral en el mundo de las relaciones laborales, una figura al margen del conflicto social. Cándido ha sido siempre un hombre «de parte» durante toda su ya larga biografía. Uno de los nuestros. Pasar a sus años a ser una persona neutral no tiene sentido. Insisto: no se compadece con su largo y fecundo historial al servicio de los trabajadores. Sería una estética borrosa.

Por otra parte, si ponemos las luces largas en el futuro del Consejo, no erraríamos demasiado si hiciéramos el siguiente pronóstico: después del mandato de Cándido, que ya ha sentado un precedente, nadie podría objetar que le sucediera un destacado miembro de la patronal CEOE. Con lo que el carácter de la institución se iría convirtiendo, mutatis mutandi, en algo completamente discontinuo de lo que ha significado hasta nuestros días. No, definitivamente no, es la mejor idea.

Ustedes dispensen que haga de aguafiestas. 


 

sábado, 14 de julio de 2018

El Observatorio de la Afiliación sindical




Carlos Martínez trabaja en Caixa Bank, vive en Alcobendas, estudió Matemáticas y Relaciones Laborales en la UNED y es un destacado miembro de Comisiones Obreras. Carlos leyó mi entrada de ayer El último que se afilió al Sindicato. Desde Facebook me responde: «Buenas tardes, maestro. Esta semana se han incorporado jóvenes de nuevo a mi banco en Madrid, recepcionados por sindicalistas (jóvenes y entusiastas) de mi equipo se han afiliado a CCOO en su primera semana en el mundo del trabajo "de cuello blanco"; vente y te los presento. Un abrazo».

Gracias, Carlos. Primera conclusión provisional: hay quien se toma muy en serio la afiliación. De hecho, ésta ha sido una constante en esta entidad financiera. Carlos y “su equipo” continúan esa tradición. Con toda seguridad no es el único ejemplo. En todo caso, el mensaje de Carlos me ha dado pie a formular una propuesta: el Observatorio de la Afiliación.

Se trataría de un instrumento cuyo objetivo sería: a) servir de acicate a la tarea constante de la afiliación; b) dejar constancia de dónde y cómo se producen las nuevas incorporaciones al sindicato; c) proporcionar los datos, desagregados por centro de trabajo, sexo y edad, de los afiliados; d) sugerir nuevas estrategias de afiliación.  Y todo lo que encarte.

El Observatorio sería un instrumento incisivo, de cotidiano recordatorio del nivel de nuestra fuerza estable, de permanente señalación que el proyecto del sindicato no es sólo el programa a palo seco, sino el programa-que-se-organiza. Segunda conclusión provisional: afiliando, que es gerundio.  

viernes, 13 de julio de 2018

El último que se afilió al Sindicato





Me gustaría conocer a la última persona que se ha afiliado al Sindicato. Le invitaría a un cafetito y tendría el gusto de conocer las razones que le han llevado a tan importante decisión. Le diría que con su adhesión el Sindicato es hoy un poquito más fuerte.

Antonio Baylos en su blog de culto ha escrito largo y tendido las novedades positivas que ha aportado la reciente firma del AENC. Tres cuartos de lo mismo hemos hecho en este mismo blog sobre el particular. Una conclusión importante une dichos escritos: la necesidad de organizar que lo firmado se traslade al conjunto de la negociación colectiva. Y en eso están los sindicalistas, me dicen. En todo caso, parece necesario añadir algo de no menor importancia: organizar las conquistas debe llevar aparejado ocuparse del incremento de la afiliación. De ahí que la pregunta sea: ¿sabemos si, tras la firma del acuerdo, se han producido nuevas afiliaciones? Si somos exigentes con nosotros mismos deberíamos considerar que la bondad de un acuerdo también se debería medir por el nivel de adhesión estable, organizada, al sindicalismo. Precisamente como una garantía más –no la única— de que el mencionado acuerdo se cumpla. Se me dirá con razón que todavía es pronto. De acuerdo. Pero hago ver que las afiliaciones al sindicato se hacen en caliente. Y que precisamente es en las grandes ocasiones (y ésta lo es) donde se debe aprovechar la corriente de simpatía que provoca una conquista social para traducirla en pertenencia al sujeto social que  la ha conseguido.

Me excuso: son cosas sabidas, pero frecuentemente olvidadas.