miércoles, 31 de marzo de 2021

Son las cosas del comer


 

PASOS A LA IZQUIERDA – Nº 21, de nuevo en el ciberespacio


Nota bene.---  Otra vez Pasos a la Izquierda está en la red. Es por eso que publicitamos las líneas de portada, que resumen lo que trata la revista. De paso la redacción de Metiendo bulla aprovecha la ocasión y descansa. 

 

Diciembre de 2016, la ministra Báñez quizás iluminada por la Virgen del Rocío, lanza un macguffin (en palabras de Quim González Muntadas en Nueva Tribuna) sobre una negociación colectiva ya desarbolada por su reforma de 2012. Se trata de modificar los horarios de trabajo. Conociendo la trayectoria de la ministra, ahora asesora de la CEOE, tal vez anunciaba el inicio de una nueva maniobra para incrementar la flexibilidad horaria de los trabajadores: mayor disposición de éstos hacia la empresa y mayor (in)disposición hacia sus vidas y necesidades.

Diciembre de 2020. El diputado Errejón introduce una enmienda a los Presupuestos del Estado sobre la reducción de la jornada laboral -el 4 días/32horas de la que nos hablan Larroutorou y Mèda en el artículo incluido en este número-. El vicepresidente Iglesias recuerda de inmediato, que esta medida ya figuraba en el programa de Podemos. Un día más tarde la ministra Yolanda Díaz precisa que la medida es muy interesante, aunque añade que debe integrarse en un debate más amplio sobre el tiempo de trabajo, quizás una Ley sobre los usos del tiempo.

Seguimos en diciembre 2020, un artículo de La Vanguardia recuerda que la ley de las 40 horas en España se aprobó en diciembre de 1982. En ese artículo entran al trapo sobre la jornada de 4 días/32 horas CEOE y FEDEA: “ocurrencia”; mientras trocean los salarios hasta extremos miserables, advierten que “la jornada no se puede trocear a conveniencia”. Supremo cinismo el de estos próceres siempre interesados en mostrar que cualquier ventaja de los trabajadores en cuestión de derechos, salario, jornada, condiciones de trabajo, genera desempleo y precariedad. ¿Los avances tecnológicos sólo deben servir para aumentar la productividad?, o quizás la ‘eficacia’ empresarial no quiere saber de los problemas sociales derivados de la precariedad laboral y del desajuste absoluto de los tiempos de vida y trabajo. Estamos en una sociedad técnicamente acelerada, en los ritmos y en los tiempos, consecuencia de la sucesión de crisis desde los años setenta, culminadas en la Gran Recesión o en la actual pandemia. Como recordaban las encuestas de ISTAS-CCOO, el “presentismo” (trabajar cuando no deberías hacerlo, por enfermedad, etc.) es, quizás, un problema más grave que el absentismo laboral. Los ‘creadores’ de empleo -grandes empresas, fondos de inversión y financieras-, son ahora generadores de desempleo y precariedad y se resisten a cualquier medida equilibradora; henchidos por el inmenso poder que han adquirido y que debiera llamar la atención de pequeños empresarios, autónomos, profesionales y asalariados, por las enormes consecuencias que se derivan.

En su blog, López Bulla (que fue Secretario General de CCOO de Catalunya), también en diciembre, reclamaba la atención sobre las palabras de Joaquín Pérez Rey, secretario de estado de Empleo, en la jornada Time Use Week celebrada en noviembre 2020 en Barcelona. La idea lanzada por el secretario de Estado fue que “el tiempo de trabajo ha de dejar de ser la guía de la distribución de los tiempos y ha de empezar a estar condicionado por los ritmos de la vida”; acabar con la unilateralidad productiva, mientras se negocian y articulan acciones destinadas a garantizar la justicia social y el trabajo decente. La ‘traumática experiencia’ horaria sufrida a consecuencia de la pandemia, señala un camino de experimentación. En todo caso, la propuesta de Joaquín Pérez Rey pone el acento en la actuación en diversos ámbitos y con diferentes medidas para gobernar los tiempos pensando en personas y en la sociedad y no sólo en empresas y economía.

Quizás habrá que esperar a otro diciembre para que el debate sobre horarios, jornada y tiempos se revitalice; por ahora se ha adormecido. Pasos a la Izquierda ha querido hacer su propia contribución (artículo de Pere Jódar). Primero recordando que jornada y salarios, trabajo y vida, al final siempre afectan a personas, familias y sociedades. De ahí una primera aportación, desde la redacción, para recordar que la cuestión viene de lejos. De ahí la necesidad de recordar a Marx, o hacer un salto en el tiempo, e introducir el debate en uno de sus momentos álgidos: los ochenta y noventa del siglo pasado en Europa. La reducción de jornada como solución al desempleo (artículos de Guy Aznar y André Gorz; que, hay que remarcar, van más allá de plantear su propuesta como solución única), o los problemas que plantea la reducción de jornada como instrumento de creación de empleo (Marx, Trentin). Dado el interés de sus planteamientos reproducimos en otros artículos, fragmentos de algunas de las aportaciones de estos autores sobre la cuestión; la historia es un buen lugar de enseñanzas.

Queremos subrayar, asimismo, para quién lo haya olvidado, que hoy por hoy la flexibilidad de los tiempos es gobernada desde la gestión empresarial, como nos recuerda el artículo de Sofía Pérez y Carlos Prieto. Hablar de jornada y salario no es cosa baladí. Constituyen dos elementos que, mediante el contrato laboral, fijan la dependencia y subordinación objetiva de los asalariados; sobre la multiplicación de esfuerzos de los gestores para conseguir la subordinación subjetiva ya hablaremos en próximos números. No obstante, la preocupación por mantener la hegemonía y la discrecionalidad en los términos señalados se muestra en las declaraciones de algunos importantes dirigentes empresariales. En 2010, “salir de la crisis trabajando más y ganando menos”; en 2012, “se acabó la fiesta, ahora hay que pagarla”; y, en 2020, en el apresurado macro encuentro CEOE para liderar la salida al duro confinamiento de la primavera: “este año las vacaciones debe tomarlas el que pueda y cuando pueda. Las cosas no están para bromas”. Dada la remuneración y la flexibilidad de jornada de estos ‘managers’ quizás ellos sí pueden tomarse a ‘broma’ tiempo de trabajo y salarios.

Volviendo a la actualidad, reproducimos la conclusión del libro de Larroutorou y MèdaEinstein avait raison, en el que apuestan con fuerza por la jornada 4/32. También incorporamos la reflexión de CCOO de la mano de Mari Cruz Vicente Peralta, Secretaria Confederal de Acción Sindical de dicha central, que muestra los límites entre lo deseable y lo posible; junto con Recio nos recuerda aquél lema pionero de las mujeres sindicalistas italiana: Las mujeres cambian los tiempos.

Albert Recio, en el artículo que culmina esta selección, sitúa la cuestión la jornada de trabajo en el seno del tiempo de vida, desvelando así la complejidad que supone cualquier acción sobre la duración y distribución de los tiempos. Traza el autor la relación entre jornada laboral y empleo, así como la relación entre trabajo mercantil y no mercantil y enumera las necesidades y demandas de los trabajadores y trabajadores, frente a las propuestas del mundo empresarial y las élites políticas. Es este un artículo imprescindible y necesario para contextualizar el debate: economía y sociedad, personas y mercancías, hogares y empresas. Y también las relaciones sociales, los cuidados, la participación y el asociacionismo ciudadano, la formación, la cultura y el ocio no necesariamente consumista; sin olvidar los horarios y la aceleración de los tiempos; la diversidad de situaciones de empleo, de trabajo, de requerimientos personales y familiares. Como dice Recio: “el análisis de los tiempos es un buen punto de partida para reconocer las desigualdades profundas de nuestro modelo social y lo inadecuado de algunas políticas”. No dejemos tampoco de lado los urgentes imperativos sociales derivados de la creciente desigualdad; cambiar los tiempos, quizás, puede ser también un elemento que ayude a enfrentar con seriedad el problema de la cuestión ambiental.

En este número incorporamos dos artículos sobre sindicatos, el de Jorge Affarian que plantea la influencia positiva, vivida en Argentina, del sindicalismo de base sobre el sindicato corporativo tradicional, fuertemente vinculado al peronismo. Por otro lado, Rich Yeselson ofrece una crónica de la situación de los sindicatos norteamericanos ante las recientes elecciones presidenciales. Desde su autonomía muestran que se puede y se debe intervenir en política; aunque según el autor no siempre con el esfuerzo o el acierto debido.

Pere J. Beneyto realiza una breve pero interesante reflexión sobre el impacto de las políticas neoliberales en la precariedad y la desigualdad social. El punto de partida es la denuncia de la muerte de un trabajador de la construcción y la irresponsabilidad del empresario que lo contrató, en un panorama que tolera no sólo el riesgo físico y mental unido a la degradación del trabajo, sino también el riesgo social asociado a la desregulación laboral y los recortes sociales. Desde un ámbito diferenciado, en muchas ocasiones enfrentado, pero poniendo el énfasis en situaciones similares un especialista en recursos humanos, Tomás Rubio, introduce la necesidad de dignificar el trabajo de los segmentos desprotegidos; su punto de arranque también es un artículo anterior dedicado a la muerte de un rider; Rubio nos viene a decir que negocios sí, pero sin precariedad y vulnerabilidad laboral.

Culmina el apartado dedicado al trabajo el artículo de Daniel Kaplún sobre las pensiones. Un texto riguroso e informado que, con seguridad, puede servir para aportar argumentos a las demandas de los pensionistas, de los sindicatos y del conjunto de movimientos sociales preocupados por la deriva desigual de nuestras sociedades. ¿Serán de nuevo salarios, pensiones y prestaciones sociales objeto de políticas austeritarias de la Unión Europea? Hay bastantes atisbos de que puede ir por ahí la post-pandèmia. Mientras tanto, la lectura de El laberinto de las pensiones es un material imprescindible para formarse una opinión fundamentada y construir objetivos de movilización.

¿Cuál es, o debe ser, el campo ideológico de la izquierda? El compromiso entre los derechos sociales (igualdad) y los derechos civiles (propiedad), típico de la socialdemocracia ya no funciona. Nadia Urbinati nos dice que “el campo ideológico de la izquierda tiene su punto de apoyo en la lucha contra la desigualdad”, en el fomento de la participación y la profundización de la democracia. Complementa esta intervención el artículo de Enric Prat que presenta un amplio abanico de ideas para poner en marcha una estrategia emancipadora entre las que destacan no sólo las cuestiones sociales, ecológicas, políticas y culturales, sino también la conexión del trabajo político organizado con los movimientos sindicales y sociales; sin olvidar la necesidad no sólo de transformar la sociedad, sino también de plantear valores y actitudes relacionados con la solidaridad, la ayuda mutua, el respeto hacia los demás, la reducción del consumo.

Y, a propósito del problema ambiental, Jordi Mir proporciona una reflexión sobre la necesidad de que los movimientos ecologistas y otros movimientos sociales afronten la urgencia de la emergencia climática teniendo en cuenta las enseñanzas de la historia y de los pensadores que introdujeron la cuestión ecológica.

Este mes de marzo de 2021 está repleto de aniversarios. No sólo celebramos el día de la mujer trabajadora, sino también el 150 aniversario del nacimiento de una gran mujer e intelectual, malograda por los monstruos del siglo XX: Rosa Luxemburgo. En su memoria y recuerdo volvemos a publicar el artículo de una gran especialista: María José Aubet.

El mismo año en que nacía Rosa Luxemburgo, nacía y moría, una de las grandes experiencias de emancipación: La Comuna de París, que tanto influyó en Marx, Reclús, Kropotkin y tantos otros. Supuso un período corto pero fructífero de efervescencia social, cultural, artística, lamentablemente pasado por las armas de la intransigencia. Andreu Mayayo nos lo recuerda en un breve pero completo artículo. La introducción de Kristin Ross a su libro sobre la Comuna de París, de forma complementaria, nos ofrece un atisbo de una aproximación a ese acontecimiento fundamental en la historia del movimiento obrero y de la historia de la emancipación, de una gran originalidad. Cuando se piensa en la Comuna, viene a la cabeza las imágenes de efervescencia, de enorme libertad-igualdad-fraternidad que acaba en muerte y masacre. Sin embargo, Ross nos produce un fuerte choque cultural al hablar de lujo comunal; un giro argumental que muestra cómo, en esos pocos días de ebullición popular, florecen nuevas formas de organización de la vida social, otras formas de vivir, de relacionarse, de vivir el trabajo y el arte, de imaginar… Florecer si, como el poema Los claveles rojos de Louise Michel, pués a pesar de los criminales que aplastaron la Comuna, brotaron a partir de ella nuevas formas de pensamiento y de movilización, anunciando la primavera que podría haber sido.

Entre los monstruos del siglo XX, el horror nazi de los campos de concentración, del Holocausto. Una superviviente, Liliana Segre, hace memoria y, al mismo tiempo, lanza un mensaje de esperanza, dando muestras de su entereza y capacidad de sufrimiento: “Sed mariposas volando sobre el alambre de púas”.

En el apartado entrevistas, reproducimos la de Giuseppe Provenzano que, aunque no renovado como ministro en el gabinete Draghi, tiene el interés de mostrar diversas vías de regeneración, de innovación y de participación, para atraer a los jóvenes hacia el Sur deprimido. También destaca la entrevista a Valeriano Bozal, una pequeña joya de sinceridad y coherencia, como el libro que acaba de publicar, sobre la cultura, el arte y la forma de vivirlos con compromiso.

Juan Bosco Díaz-Urmeneta presenta a John Akomfrah, artista y director de cine, comprometido con el reconocimiento de la diversidad de identidades culturales y la convivencia intercultural; el autor nos conduce por medio de su obra a la necesidad de una reflexión sobre el colonialismo y sus secuelas post-coloniales. Unas fotografías magníficas, sin olvidar las reflexiones a las que nos conducen. Habrá que dedicar algún número de Pasos a la Izquierda a la cuestión colonial y el post-colonialismo.

En este número contamos con tres reseñas de libros. Guillermo Martín presenta el texto de César Rendueles, Contra la igualdad de oportunidades, una apasionante apuesta por la lucha contra la desigualdad y por la igualdad y la libertad reales. Texto de imprescindible lectura, por su amplia mirada y equilibrada perspectiva sobre igualdad y desigualdad. Jordi Guiu introduce un libro no menos imprescindible, en este caso para entender la transición catalana y española, como es El hijo del chófer de Jordi Amat, en el que se aborda la corrupción como confluencia de intereses económicos, políticos y mediáticos. Una cuestión de muchísima actualidad. La reseña finaliza en una adenda inesperada. Finalmente, el comentario a la nueva edición crítica de las Cartas desde la cárcel de Gramsci, por el especialista Marcello Mustè; en sus palabras: una obra maestra de la literatura epistolar de cualquier época.

Como es habitual, Enric Berenguer ha seleccionado con esmero y profesionalidad un oportuno conjunto de fotografías históricas sobre el trabajo. Porque hablar de jornada es hablar de trabajo, empleo, vidas. Su introducción a estas imágenes conduce a la reflexión sobre la transformación de los trabajos y los cambios que se han producido en la mirada de los fotógrafos.

https://pasosalaizquierda.com/

martes, 30 de marzo de 2021

Dante mutilado. Al fondo, nuestros setentones


 

Hace pocos días se conmemoraba en este blog el setecientos aniversario de la muerte del más grande florentino de todos los tiempos pasados y presentes. Dante Alighieri, poeta. Padre de Italia, padre de Europa.

La ola de gilipollescencia de los dandis y snobs de secarral que recorre Occidente la ha tomado ahora con Dante. Sabíamos que La Divina Comedia estaba en lista de espera para ser atacada por los talabarteros de lo políticamente correcto, que es una de las expresiones más cretinas del populismo nihilista de algunos movimientos de estética estúpida. Son los mismos que la tomaron con Shakespeare por haber retratado a unos personajes venecianos como un usurero judío y un moro, que lo pintan más negro que el carbón. Luego, según esos pisaverdes, Shakespeare era un xenófobo y, en el caso de Otelo, algo peor.

Son los mismos que han arremetido contra una poetisa blanca «no binaria» por haber traducido los versos de una negra y «binaria».

No tardará mucho en que alguien intentará hacer trizas La Santa Cena (Leonardo) por considerar que el cuadro no respeta las cuotas de género. Que ustedes se lo tomen a chacota no empece que haya gente que haya construido sus entendederas con unos extraños materiales no resistentes al razonamiento. Materiales preocupantes.

Que haya cuadrillas que piensen de esa manera hay que entenderlo con resignación. Este es un país libre. El problema aparece cuando –estamos hablando del caso de Dante--  la Editorial neerlandesa que ha reeditado La Comedia ha permitido que el traductor eliminase todas las referencias a Mahoma, tratado en la obra tan inamistosamente como el Papa de Roma Bonifacio VIII, llamado «cloaca».  Lo que a un servidor le parece una actitud estúpida por parte del trujimán y –de consuno con la editorial--  una violencia sin justificación contra el poeta y el poema; de hecho, contra la cultura Occidental. Es la censura que intenta ser benevolente y, en fondo y forma, es un acto de autoritarismo.

 

Post scriptum.---  Hay cosas que no se entienden. Leo en la prensa: «Los septuagenarios españoles quedan rezagados de la vacunación». Explicación: están aguardando que acabe la inmunización de los mayores de 80 años. Pero están viendo que empieza la de los menores de 65 años. Dispensen mi opinión corporativamente interesada: esta es la lógica del «Era de noche, y sin embargo llovía». Nada que ver con el apotegma de don Venancio: «Lo primero es antes».   

lunes, 29 de marzo de 2021

El calvario de Aragonès García



 

Semana de pasión para Esquerra Republicana de Catalunya, el partido más confuso de Europa. Aragonès García no pudo entrar en Jerusalén, montado en la borriquilla camino del martes de su no investidura. La casta sacerdotal del Sanedrín lo impidió. Waterloo no admite perder ni una  miaja de legitimismo que tiempo ha creó haber recibido. ERC por su parte entiende que, tras las elecciones autonómicas, se produce un «borrón y cuenta nueva», por lo que Puigdemont ya no es lo que fue. Puigdemont no es el ´presidente deseado´ ni  ´el presidente neto´. Sin capacidad para crear, pero con la suficiente fuerza (todavía) para impedir cualquier salida al colosal embrollo catalán.  La respuesta de los de Junqueras no es otra que la de aguantar el tipo. El catalán (aparentemente) impasible.

Semana de pasión, pues, para Aragonès García, si es que mañana no se produce un cambio en la orientación de voto de Waterloo. (Hasta el despistado de Fabrizio del Dongo está al tanto de ello).

Es, además, el momento más áspero en el interior del independentismo. Primero, ese movimiento ha perdido –quizás definitivamente-- su  sedicente característica unitaria; segundo, la densidad del conflicto inter secesionista es muy superior a la de todos ellos contra España.  Este plato se ha roto, y si alguna vez se juntaran los cachos, se verían las huellas de lo que aparentemente quiso disimular el pegamento Imedio.

Semana de pasión también para toda la sociedad catalana: se incrementa el jolgorio de la dolce vita ante la pandemia, lo que se traduce en su correlato de peores datos contra el virus; siguen cerrando bares humildes y restaurantes de Barcelona, algunos de postín.  

Y, sin embargo, como dice Salvador Illa, el vencedor de las elecciones, «los números dan para formar otro gobierno». Siempre y cuando los números dejen de ser entes abstractos y se conviertan en política.

Semana de pasión que tiene un problema: no sabemos cuándo cae el domingo de resurrección. Paradoja: corona de espinas para Aragonès; perfume de nardo para ungir los pies de Puigdemont.    

 

Post scriptum.---  

Venancio Sacristán: Lo primero es antes.

Coro: Flectamus genua. 

 

domingo, 28 de marzo de 2021

Madrid, pronósticos con flagelo


 

No esperen a que sea demasiado tarde para leer el artículo de Enric Juliana, hoy en La Vanguardia. ´Madrid, distrito diferencial: unidad de las derechas para batir a Sánchez´, un potente titular que es, a la vez, continente y contenido (1). Ni Juliana es amigo de tremendismos, ni el medio practica la prensa de tabloide, de manera que no echen lo que se dice en saco roto. El tema: las próximas elecciones autonómicas en la Comunidad de Madrid.

Las costillas del artículo son éstas: habrá una fuerte movilización del voto conservador ante la cita electoral del 4 de mayo; corrimiento de amplios segmentos de voto tanto de Ciudadanos como de Vox hacia la candidata del Partido Popular, Isabel Diaz Ayuso; y, en consecuencia, victoria aplastante de la derecha o –dicho de otra manera más áspera--  derrota sin paliativos de la izquierda.

 

Sabemos que ´todo empezó´, hace ya muchos años, con aquel tamayazo subvencionado generosamente por el mardito parné. Pero hasta la presente nadie nos ha dicho por qué la izquierda lleva tanto tiempo viviendo sin vivir en ella, queriendo unos –y aparentando querer otros— gobernar la Comunidad y desfallecer en el intento.

Enric Juliana hace una aproximación de las ventajas que los sucesivos gobiernos madrileños, además de forrarse sus bolsillos, han procurado para la ciudadanía. O lo que se ha querido ver como ventajas: libertad de horarios comerciales, uber versus taxi, la política fiscal más benévola … Que, según el autor, ha ido construyendo una  especie de «hecho diferencial madrileño» que –andando el tiempo, digo yo— podría generar su propio procés y su propio derecho de decidir. Con todo, lo que sí podemos apreciar, de un tiempo a esta parte, es que Madrid constituye una behetría que limita con España por los cuatro costados.

 

De producirse los pronósticos sería demoledor el golpe que se daría al gobierno progresista. De entrada --dispensen que yo también entre en el terreno de las suposiciones--  la conllevancia de los socios en el gobierno se iría empequeñeciendo, y al entrar irremisiblemente en zona tórrida electoral reaparecerían las navajas de Albacete. Presumible derrota del gobierno, aparición de un ciclo largo de la derecha, paralización de los derechos de ciudadanía recientemente conseguidos.

En todo caso, vale la pena recordar que los pronósticos sólo son pronósticos, y que definitivamente la astrología no tiene estatuto de ciencia, ni teórica ni aplicada. Pero, algo sigue sin resolverse: ¿por qué la izquierda madrileña no ha sido capaz todavía de gobernar la Región? Lo que equivaldría a lo siguiente: por qué resultan más atractivas las realizaciones de la derecha que las de la izquierda a la hora de depositar el voto?

Oigan, si yo lo supiera –aunque fuera medio aproximadamente--  les daría un anticipo. Sólo les puedo decir que «lo primero es antes». Pero eso, siendo necesario, parece que no basta.  Parece que necesitamos a que don Benito nos diga qué es este Madrid. Pérez Galdós, naturalmente.

 

1)          

Madrid, distrito diferencial: unidad de las derechas para batir a Sánchez...

sábado, 27 de marzo de 2021

Es el poder, Albiach


 

 

El índice de venganza de Waterloo contra ERC es directamente proporcional a la incapacidad política de ésta, el partido más confuso de Europa.

Mal le han ido las cosas a Aragonès García que ha cosechado una estrepitosa derrota en la sesión de su investidura de ayer: el castigo más severo a un candidato en la reciente historia de Cataluña. Sólo 42 votos favorables (los de su partido y la CUP), 61 contrarios y las 32 abstenciones de Waterloo. En el triángulo independentista la hipotenusa no ha querido hacer presidente, a la primera, al joven Aragonès. Alguien, con voz caritativamente cándida, ha hablado de una «humillación» de Waterloo a los de ERC. Ni hablar del peluquín. Es la lucha por el poder. No es una cuestión de moralidad.  

Hubo una época, relativamente cercana, en la que se afirmaba que los rifirrafes entre esos dos partidos se explicaban por conseguir la hegemonía en el campo independentista. No diremos que no. Sin embargo, el fondo de la cuestión, ante todo, era –y sigue siendo— la lucha por el poder; por la fisicidad del poder: el mardito parné, las regalías y subvenciones, el tejido clientelar, el control de los aparatos mediáticos y todos los atalajes al uso. En toda esta fenomenal pugna se inscribe el golpe de Waterloo a los de ERC ayer viernes.

Más todavía, las 32 abstenciones post post post convergentes buscaban debilitar al candidato. Era una manera de señalarle que no es bienquisto en el independentismo. Que no es el ´presidente natural´. Y, como colofón, se trata de situar que, así las cosas, Aragonès García será presidente cuando quiera Waterloo. En ese caso, hablar de ´humillación´ es hacer gorgoritos.

Punto final: leo en la prensa que «Salmond crea un nuevo partido independentista, fragmentando así el soberanismo de su país. Como es natural, cada bandería catalana querrá tener sus propias amistades en Escocia y sus destilerías políticas.  El monstruo del lago queda al margen de todo esto.   

 

Post scriptum.--- Y mientras se desarrolla toda esa casquería metafísica, el Tribunal Constitucional alemán paraliza la ratificación de los fondos europeos. Los togados alemanes, por consiguiente, tampoco están por dar crédito al apotegma de don Venancio: «Lo primero es antes».  

viernes, 26 de marzo de 2021

Échate un pulso, Aragonès.


 

A ver quién tiene más aguante: si Aragonès García en querer ser investido presidente de la Generalitat o Waterloo en joderle la marrana. Sepa el curioso lector que esta «marrana» aludida no tiene nada que  ver con el género porcino en ninguna de sus variantes (masculina, femenina, trans y otras de nueva alcurnia). Esta ´marrana´ es sencillamente el palitroque que hace de eje de las norias. En resumen la marrana de ERC está siendo molestado por los buhoneros de Waterloo.  

Hoy el candidato Aragonès saldrá del Parlament –a menos que haya novedades de amplio grosor-- igual que entró. La impostura de las negociaciones entre ERC y los fraticelli de la CUP han encastillado más, si cabe, a Waterloo. Es más, han hecho que Puigdemont inormara coram populo que en ERC hay gente que quiere verle en la cangrí.

Mientras tanto en los mentideros del independentismo ochavón se apuesta con mayor insistencia en que pase el tiempo –da lo mismo que sea el de la duré de Bergson como el de los cinco minutos de payés— para, agotados los protocolos, se convoquen nuevas elecciones, previa digestión de los restos del PDECat, que no sacó en los comicios de Febrero ni para pagar la factura. Nuevas elecciones, dicen los independentistas ochavones con el apoyo tácito de los cuarterones.

A ver, por tanto, quien aguanta más: si el partido más confuso de Europa, ERC, o el más embrollón del meridiano de Greenwich, Waterloo. Con todo, hay un elemento que se ha propuesto estorbar lo máximo posible la geometría catalana. Es el llamado Consell Nacional per la República, una estantigua –presidida por  Puigdemont y aparentemente dirigido por el diligente  Toñico Comín--  que es quién indica si hay que optar por el fuero o por el huevo. Chocante: un organismo no estatutario, no constitucional.

Mientras tanto, la gauche caviar, que otrora fue de judías con butifarra-- se niega a apoyar al candidato más votado, Salvador Illa.

 

Post scriptum.--- «Lo primero es antes» (Venancio Sacristán). Y como eso no se estila por aquí, Francesc Granell, un sabio post renancentista, explica hoy en la prensa que «Barcelona está siendo sobrepasada por Valencia, Sevilla, Zaragoza y Bilbao». Con su pan se lo coman, yo soy de Santa Fé.

Por cierto, ayer se me olvidó llamar do corresponde para saber cuándo me toca la vacuna.

jueves, 25 de marzo de 2021

La impostura catalana


 

«Miles de catalanes logran cita para vacunarse sin que la autoridad competente les llame». No es una fake, se trata de unos titulares en la portada de La Vanguardia de hoy, cuando se cumplen setecientos años de la muerte del más grande florentino.

Miles de catalanes en un abordaje sin empujones, que expresaría a las claras hasta qué punto el gobierno de Aragonès García es un caos con entorchados de brigadier. La picardía del público ha vencido a la presunta organización del presunto gobierno catalán. ´Compóntelas como puedas´  parece ser el lema de esa cuadrilla de covachuelos. Digámoslo con naturalidad: este gobierno es un estorbo. El más grande florentino los mandaría al Infierno, posiblemente en el círculo de Malabolge. El poeta era realmente severo. Impostura con salsa de ensoñaciones al chilindrón.

Estos covachuelos son los que están preparando su auto relevo, es decir, la composición del simultáneamente nuevo y viejo gobierno. Todo, en mi ochentona intuición, es un juego de imposturas. El partido más confuso de Europa, ERC, y el más estrambótico del Trópico de Cáncer, CUP, han llegado a un acuerdo, realmente chocante: ninguna propuesta está señalada con la cuantía de su financiación, así que ´Dios dará´. Se han puesto de acuerdo para forzar a Waterloo a entrar por uvas. No quiero buscarle los tres pies al gato (en la Vega de Granada decíamos antiguamente «no quiero buscarle un pelo al huevo», sin que nadie me explicara el porqué de tan raro ideolecto), digo que no quiero buscarle los tres pies al gato y me reafirmo en que se trata de una impostura. Se aparenta que pacta ERC con la CUP para que ésta convenza a Waterloo que debe aparentar, a su vez, pactar con los de Aragonès García. Hay que disimular «l´ avara povertà di Catalogna»

Son las diabluras de los diablillos de Malabolge.  

 

Post scriptum.--- «Lo primero es antes», dijo don Venancio. Hoy cojo mi reclinatorio y leo el Canto Quinto. Después se la oiré a Vittorio Gassman.  

miércoles, 24 de marzo de 2021

Cataluña, espacio—tiempo: vacunas y gobierno


 Los independentistas de la cabaña de Waterloo tienen una especial relación con el tiempo. No con el atmosférico, sino con ese que estudiaron en su día los físicos de antaño (espacio dividido por la velocidad), que después matizó Einstein hasta hacerlo irreconocible o con esa   categoría, la durée, sobre la que filosofó muy francesamente Henri Bergson.

En las cosas del tiempo, los independentistas, de manera rutinaria, han puesto en marcha un extraño paradigma que sólo tiene vigencia para ellos mismos. Fijaron el tiempo que conduciría a la independencia, determinaron el tiempo que duraría el procés,  y –sobre todo— esculpieron en su estrambótico almanaque la hora, el día y el año en que España –o el Estado español--  estallaría por los aires. Suerte que en los muy viejos tiempos alguien acuñó la celebérrima expresión «cinc minuts de pagés» (cinco minutos de payés) como unidad de medida abstracta e interpretada siempre a gusto y discreción del que da largas al asunto. Cinco minutos de payés es el arbitrio del espacio—tiempo del independentista. Su objetivo no es otro que atemperar los nervios de la impaciencia gratuita.

No hablamos por hablar. Primer ejemplo, la Consejería de Salud dice que «la vacunación en masa será después de Semana Santa». Se ignora la relación entre vacunar y su realización física sea necesariamente «después de Semana Santa». Extraña situación: tomamos nota de que el domingo pasado se han puesto en Cataluña sólo 188 vacunas. ¿Han oído? De donde se infiere que el tiempo de vacunar en Cataluña, en manos del independentismo, tiene una extraña velocidad. Por ejemplo, a un servidor –setenta y ocho años--  todavía está sin vacunar. ´Pacencia´.

Extraña velocidad en ese elemental algoritmo espacio es igual a velocidad por tiempo (e = vt) cuando, también desde Waterloo, se afirma que «Cataluña puede tener gobierno en días o semanas». Una imprecisión que se formula a cosica hecha para significar que Aragonès Garcìa, como La Tarasca granadina del Corpus, sólo es útil para anunciar la moda de primavera—verano.  

Cuando el tiempo se confunde con la ratafía se abre la posibilidad de que Cataluña pueda ir todavía peor. Empezará a levantar cabeza cuando, siguiendo al filósofo—tornero de Chinchón, aprenda que «Lo primero es antes». 


martes, 23 de marzo de 2021

Pequeños y grotescos Episodios Nacionales


 

Aunque más bien debería titularlos pintorescos episodios parroquiales están reventando  audiencias en esa cadena que la Muchacha del 78 llamaba Tele Circo. La cadena tiene a una parte de la población arremetiendo contra la otra en un singular procés navajero--sentimental. Rocío Carrasco, hija de la Jurado, versus Antonio David, hijo de Málaga y ex picoleto raso, está en nómina de las sábanas revueltas desde hace tiempo.

Comoquiera que Tele Circo parece haber agotado el almacén de dicharachos sobre y contra el abigarrado y escindido clan de los Pantoja, ahora toca reanimar a los parciales de los dos nuevos bandos en discordia, organizada por los responsables financieros de la cadena y los representantes de los protagonistas en litigio. Si la vida política española –especialmente la madrileña--  se dispone a tirarse los platos a la cabeza entre «los de Gabilondo» y «los de Pablo Manuel Iglesias», la biosfera social, orientada por los calientabraguetas de la cadena, prepara los arreos para ver si se forman otros títeres de cachiporra con don Perlimplín Picoleto y Belisa en su jardín. El manco de Lepanto nos dijo que «nunca segundas partes fueron buenas». Se equivocó con su segunda y, dado el ambiente de hogaño, no acertará: hay bochinche televisivo, partidarios de la una y del otro, y –hecho insólito--  la señora ministra de Igualdad ha tomado militantemente partido por la hija de la  Jurado, Rociíto Carrasco. Dame un tuitter y levantaré el mundo.

Así, pues, clima agrio en Madrid, que es España –y en España que es Madrid--  en los dos grandes hemisferios contrapuestos: el de la Carrasco contra Antonio David y el no menos áspero (y a los ojos de la audiencia del primer hemisferio) de Gabilondo contra Iglesias. En el primero –ya se ha dicho— los representantes de ambos están en el ajo en este aggiornamento, de eso comen; en el segundo, tampoco sería de extrañar que los trujamanes de los dos estuvieran diseñando el litigio, acotando los límites de la controversia en lo que sería la antítesis del bel inganno de Sinigaglia.  

 

Tele Circo y el resto de las cadenas apenas ha citado el fallecimiento del doctor Josep Baselga, celebérrimo oncólogo de fama mundial.

 

Post scriptum.--- «Lo primero es antes», pudo haberle dicho don Venancio Sacristán a Rocío Jurado aprovechando una ocasión.

lunes, 22 de marzo de 2021

Duelo de rutinas: Cataluña y Castilla la Vieja


 

Siempre es conveniente recurrir a la precisa definición de las palabras. Por ejemplo, si hablamos de ´rutina´ y de sus derivados, es bueno acudir a lo que los sabios de antaño dejaron dicho de todo ello: «Costumbre o hábito adquirido de hacer algo de un modo determinado, que no requiere tener que reflexionar o decidir»; y en su segunda acepción: «Habilidad que es únicamente producto de la costumbre». Entiendo que la académica definición viene al pelo de la vida política de allende y aquende el río Ebro. La definición, además, no indica que «rutina» o «rutinario» sean necesariamente parientes de tranquilidad, calma y otras similares. Puede serlo o no.

Entendámonos: la persistente vida política española –algo más que ajetreos--  es igualmente rutinaria así en la meseta como en el extraño polígono esférico del nordeste.

Decía don Benito Pérez Galdós que «España era un país de «guerrilleros, contrabandistas y salteadores de caminos». Hablemos francamente: mucho han cambiado las cosas, pero si forzamos levemente las metáforas caeremos en la cuenta de que a unos personajes les podemos calificar de contrabandistas, a otros (sin exageración alguna) podríamos endilgarles lo de salteadores de caminos y finalmente tenemos guerrilleros –sin trabuco y sombrero calañés--  que deambulan por salones de pasos perdidos y hallados en el templo. Haríamos caricatura, pero no exageraciones.

La rutina sigue en Cataluña: el partido más confuso de Europa, el partido abacial de Oriol Junqueras –léase Esquerra Republiana de Catalunya— junto al partido más revuelto de Cataluña, la CUP, se han quedado medio embarazados el uno de la otra este fin de semana: se acepta a medias que Aragonès García sea el presidente de la Generalitat hasta que el diseño del reparto de la túnica sagrada sea también –a medias o totalmente--  del gusto de Waterloo, que de momento es el ganador fáctico de las pasadas elecciones.

Podría ser –no lo aseguro tajantemente--  que Waterloo acentuara sus zascandileos para que pase el tiempo camino de la repetición de elecciones. Lo apunto, aunque sin apostarme cinco duros.

Lo peor de todo esto es: que la marcha hacia la decadencia se ha convertido en rutina.  Es decir, en esa «costumbre o hábito adquirido de hacer algo de un modo determinado, que no requiere tener que reflexionar o decidir».

De igual modo, la rutina sigue en la meseta: se ha perdido la moción del Mar Menor; de acuerdo, de manera subvencionada, tamayazo 4.0. Pero la ley de la monotonía exige el castizo del mantenella y no enmendalla. Pues bien, tal como están las cosas ¿qué quita o qué pone un cambio –si es que se produce-- de gobierno en esa autonomía?

Conclusión aproximada: pugna de rutinas y monotonías, camino de la decadencia, entre la cabeza, el tronco y las extremidades de la piel de toro. Podría llegar el día en que «lo primero es antes» tenga tanto significado como el teorema de Juan de Dios Calero: «el diámetro de un sombrero sevillano debe ser proporcional al colodrillo de un hacendado de Sanlúcar de Barrameda».