lunes, 19 de octubre de 2020

Abascal se va comiendo crudo a Casado


 Primer tranco

 

Ni Pablo Casado ni Inés Arrimadas tienen un proyecto político para España. En realidad, desde Aznar hasta nuestros días, la derecha se mantiene en el más absoluto estado de precariedad de ideas, sugerencias y propuestas. Los planteamientos de Casado se caracterizan por la negativa sistemática a todo cuanto salga del Gobierno. A su vez, Arrimadas luce las escarapelas de ni los unos ni los otros. Pero es una equidistancia aparente o, mejor dicho, fingida; es, además, una actitud postiza y, por encima de todo, de quiero y no puedo que amaga con dar para, después, caer en deliquio ante quienes ha simulado confrontarse: el andaluz Marín y el madrileño Aguado, dos vicepresidentes quánticos: se desmarcan de sus gobiernos peperos y, simultáneamente, les siguen la corriente haciendo pucheros.  

Lo más caritativo que se puede decir de la pareja Casado –Arrimadas es que están en las batuecas. No hay que felicitarse de ello. Esas dos derechas impotentes son un hándicap para la vida política española.

Es Vox quien tiene un proyecto. Usa, para ello, la vieja táctica del aprovechamiento de los instrumentos legales, moviéndose en las bambalinas de esa tramoya, amparándose en los evidentes bienes democráticos para ir socavando el edificio constitucional. Vox tiene ese proyecto: endurecer la democracia hasta el máximo de tolerancia de la resistencia de materiales; además, sabe que tiene un humus tanto doméstico como europeo que le es favorable.  Por lo demás, más allá de los impulsos espasmódicos de algunos de sus dirigentes, parece que tiene paciencia; esto es, sabe esperar. Abascal tiene terpenie.

 

Segundo tranco

 

La moción de censura contra el gobierno, que ha presentado Vox, no es, desde su óptica, un disparate. Es ante todo, una potente coz en el escroto a la ´cobardía´ de Casado. Y una manera de señalarle su incoherencia: si este gobierno de Pedro Sánchez es ilegal, como dices, no podemos ir con garambainas. Sólo vale ´leña al mono´.  Así pues, ese gesto –la moción de censura— tiene un significado: aquí no hay más cera que la que arde y más derecha que la nuestra. La derecha es Vox y Abascal su profeta.

Las otras dos son derechitas de ficción, de calisay. Es, por lo tanto, cuestión irrelevante que la moción no saldrá adelante. Ya lo sabía Abascal y quien se lo sugirió. El objetivo no es Sánchez, ni Podemos. (Por cierto, observen que Abascal no tiene con Pablo Iglesias la fijación obsesivamente enfermiza de Casado). El punto de mira es, insistimos, mostrar que Vox es la única derecha que planta cara al gobierno ´ilegal´.

 

Tercer tranco

 

Lo que es inaudito es la contumacia de Casado y el grupo dirigente del PP en mantenella y no enmendalla. Pero, en todo caso, eso es la consecuencia de la inexistencia de proyecto. Casado sólo quiere tener un partido graníticamente obediente a sus orientaciones. ¿Error cuando impuso a Carlos Iturgáiz como cabeza de lista en las recientes elecciones vascas y, posteriormente tras el desastre electoral, haberlo mantenido? No es un error, es una opción calibrada cuyo objetivo es la sumisión de todas las periferias al punto central, o sea, él mismo, Casado.

Por lo que esa opción, de ordeno y mando, pasa por cualquier otra consideración, esto es, si conviene o no conviene a los intereses de España; si favorece, incluso una política de derechas, o no; si supera el divorcio entre la derecha política y la derecha económica, o no.

Así las cosas, si no hay rectificación Abascal se come crudo a Casado casaseno. Vale.

 

Post scriptum.---  Todos los números de cuatro cifras, que sean capicúas, son divisibles por 11. Pero es más importante la enseñanza de don Venancio Sacristán: «Lo primero es antes».  

No hay comentarios: