jueves, 31 de octubre de 2019

Cataluña o La corte de Faraón


Es inagotable la capacidad del independentismo de organizar cosas altamente inútiles; la sobriedad por lo estéril no es su seña de identidad, hay que exhibir por todo lo alto lo improductivo e inane. Hablo del acto que, unitariamente, hizo ayer el independentismo, congregando a dos mil cargos electos en diversos ámbitos, especialmente el municipal. Presidía el Enviado de Waterloo en la Tierra, Quim Torra. Aclaremos que En Comú—Podem decidió estar en mejor lugar, esto es, trabajando en sus ocupaciones.

Era la Assemblea de Càrrecs Electes, una mezcla zarzuela de El asombro de Damasco y La corte de Faraón: dos embrollos de bigote. La tarea del asombro de la corte es llegar a donde el Parlament de Catalunya no puede. Así la definió desparpajadamente Torra, el principal de los reunidos. Y así lo sentían sus aduladores agachados.

Pero, ¿era realmente «unitaria» esta corte de Faraón? No tal, al menos no lo era en los momentos de más intensidad. Cuando una parte de los asistentes gritaron «¡Buch, dimisión!», como si el conseller de Interior fuese el tiralevitas  de La Moncloa. Realmente chocante. Centenares de cargos electos ululando contra un miembro de su gobierno. ¿Asamblea unitaria, dice usted? Imposible, aclaramos. Lo que toca Waterloo se deteriora a marchas forzadas. Los gritos de «¡Torra, president!», representan un cogotazo a Esquerra Republicana de Catalunya, de un lado, y, de otro, una manera elegante de decirle a Waterloo que su inquilino está ya amortizado. Con lo que del género zarzuelero pasamos al mayor embrollo jamás cantado: el de la ópera La Favorita, donde hay momentos en que no se sabe distinguir si la señora es la mujer del rey, su querindonga o su hermana. Indistinción, pues, entre el débito conyugal, el adulterio o el incesto. Cosas de los románticos.  


miércoles, 30 de octubre de 2019

La huelga subvencionada y el pacto corporativo en Cataluña



Teresa de Ávila, una mujer con los hábitos bien puestos, dijo que le había tocado vivir «tiempos recios». Estos sólo lo son en apariencia. A pesar de lo que vemos, más bien parece que sean tiempos fofos. O, para decirlo con Richard Sennet, tiempos de «corrosión del carácter». Pongamos que hablo de la corrosión que está sufriendo, en determinados espacios, el conflicto en general y la huelga en particular. En Cataluña.

Desde la cúpula del gobierno Torra, mitad monje y mitad soldado, se invita –de hecho en sus covachuelas se ha organizado  la huelga llamada «de país»-- a su masivo seguimiento. Torra utiliza a sus franquicias para la convocatoria formal de la mencionada huelga, anunciando sotto voce que dicho ejercicio no tendrá consecuencias pecuniarias, o sea, que no se descontará a nadie ni un euro. Es la huelga subvencionada. La huelga a cargo del erario. Más todavía, la operación se amplía con un pacto corporativo: el apoyo del govern a un sindicato—probeta, diseñado con tiralíneas desde la sala de máquinas de la Plaça de Sant Jaume.  


Yo, gobierno, te reconozco como interlocutor válido a cambio de que tú, sindicato,  me cubras las espaldas apareciendo formalmente como sujeto que convoca el conflicto por la independencia. Es la huelga corporativa. O, peor todavía, la prostitución de un instituto, la huelga, cuyo reconocimiento costó sangre y duelo.

Pier Paolo Pasolini, un intelectual comunista, incómodo hasta el cielo de la boca, habló  despiadadamente de determinadas luchas estudiantiles de los años sesenta y principios de los setenta en Italia. Los tiempos han cambiado: el estudiantado de nuestros días ya no es mayoritariamente hijo de papá, ni los miembros de las Fuerzas de Orden Público son ´desertores del arado´. Pero hoy, en Cataluña, tenemos un problema con el estudiantado.  También este sector utiliza la praxis neocorportiva en su lucha subalterna por la independencia de Cataluña. La reivindicación central de sus movilizaciones es que quienes estén implicados en las actuales luchas se les tenga en cuenta dicha cuestión a la hora de los exámenes. O sea, la actividad extra escolar como parte integrante y de prima en el curso académico. Pasolini habría montado en cólera.

Lo nuevo de este pacto corporativo es su vinculación con la violencia de esa Barcelona en llamas. El pacto corporativo: el govern protege a los incendiarios y estos, tutelados y subvencionados, montan el «pollo de cojones», que prometió el hombre de Waterloo desde su confortable mesa camilla, salpimentado con las recientes palabras de Elisenda Paluzie, patrona de la ANC (2).  




martes, 29 de octubre de 2019

Puigdemont y la ANC o el asombro de Damasco




Desde el solaz esparcimiento de la casona de Waterloo se puede fantasear sobre cualquier cosa. Incluso es posible idear una maquinación que, aunque no se lleve a cabo, lo importante es que permanezca en el magín de quien construye la ensoñación. Carles Puigdemont no es el primer político que haya creado quimeras y otras cosas por el estilo. Pero Waterloo no es el lugar más adecuado para poner en marcha fantasías. Torres más altas que la de este Puigdemont han caído en aquel sitio que ayer fue de armas y hoy de peregrinaciones místicas.  

Es el caso que este caballero creyó que la política de internacionalización del conflicto, que él llevó al paroxismo, pasaba por crear un foco de tensión en Europa que pasaba por hacerlo coincidir con el Brexit y los apoyos que aquel Matteo Salvini podía prestarle desde el gobierno de Italia. El hombre calculó disparatadamente. Calentó a una amplia cofradía del independentismo con que Europa se pondría a su servicio. Fracaso sin paliativos. Entonces, desde la mesa camilla de la casona de Waterloo, se dedicó a poner como un pingo a  la Unión Europea. Sus parciales le siguieron y, en unas y otras manifestaciones, profirieron insultos de grueso calibre a las autoridades europeas. Con lo que el tal Puigdemont contribuyó a que el nacionalismo catalán se fuera distanciando de Europa y, más aún, a confrontarse con ella. Toda una novedad en Cataluña. Primera conclusión provisional: la política de internacionalización del procés no sólo ha frcasado sino que, conducida temerariamente, ha significado la ruptura del  tradicional vínculo entre Cataluña y Europa.

¿Dónde quedó el protagonismo de Cataluña en la Europa de las regiones y en lo de los Cuatro motores para Europa? En el fondo del mar, matarile rile ró.  Todo ha sido un embrollo tan grotesco como El asombro de Damasco, de zarzuelera memoria: Waterloo aprovecha la tensión de estos días para nuevamente arremeter contra la Unión Europea. Y lo hace de la manera más torpe de la que es capaz: en un  diario ruso que, en el fondo, es un guiño a Putin. ¿Son los nuevos amigos de Waterloo?  

Ahora la manera más estridente de internacionalizar el conflicto es el recurso a la violencia. La rutina de las manifestaciones pacíficas empieza a fatigar a la opinión pública europea. La Paluzie, presidenta de la ANC, una subcontrata de Waterloo, sostiene desacomplejadamente que «la violencia tiene aspectos positivos y negativos, porque hace visible el conflicto». Ahora bien, la lógica nos advierte que comoquiera que esta dama está interesada en que haya mayor visibilidad a dicho conflicto, es de cajón que está planteando que se incremente la violencia. Y que su diapasón vaya in crescendo hasta conseguir la respetabilidad que, a su juicio, daría un muerto, que sería el protomártir de la soñada independencia. Como ven ustedes el asombro de Damasco hasta sus últimas consecuencias.

De momento los cachorros del independentismo se entrenan –pacíficamente, democráticamente, peristálticamente—  atacando a Rosa Lluch, candidata al Senado por En Comú Podem. A su padre, Ernest, lo mató ETA, a la hija la agreden sus cuñados independentistas. Se trata sólo de un elemental plan de estudios para barbilampiños.

P/S.---  Mis amigos de la foto se manifestaron el domingo pasado contra este «pollo de cojones», pacífico, democrático y peristáltico. Mis amigos son rojos de toda la vida. Pata negra, se diría. 



lunes, 28 de octubre de 2019

La «otra» manifestación




«Aún si perecemos habrá sido una experiencia exquisita», le dijo el general alemán Eric von Falkenbain, Ministro de la Guerra, al Canciller Bethmann Hollweg.  Y así nos lo trasmite John Morrow Jr. En su monumental La gran guerra. O sea, aunque nos vayamos al infierno habremos disfrutado de lo lindo durante nuestra derrota. Lo que indicaría que en las mejores casas puede haber gentes con pocas luces, ya sean alemanes, de la Galia Cisalpina o, incluso, de la Marca Hispánica. Así las cosas, el procés, en tanto que «experiencia exquisita», si nos lleva a perecer bien vale la pena. Eso sí, pacíficamente, democráticamente, peristálticamente. Y en honor a la santidad que perfuma el llamado Tsunami democràtic.

Este Tsunami, organismo clandestino, sigue la máxima que aconseja no poner todos los huevos en la misma cesta. En una deben colocarse los huevos pacíficos, en otra los de barricadas y hogueras. Y en los más especiales han de ponerse los de sabotaje: pacíficamente, democráticamente, peristálticamente. Renfe informa que, desde la sentencia del Tribunal Supremo, se han dado 30 sabotajes en las vías férreas. Y ya llevo perdida la cuenta de los cortes de carretera (siempre pacíficos, democráticos y peristálticos) que ha llevado  a la práctica el tan repetido Tsunami.

Ayer, sin ir más lejos. Se trataba de interferir la asistencia de quienes usaban los trenes de Cercanías y las carreteras a la manifestación que había convocado Societat Civil Catalana contra el procés. Lo que resulta, como mínimo, grotesco: en nombre de la libertad la célula Tsunami democràtic impide a sus adversarios el ejercicio del derecho de manifestación. Le salió el tiro por la culata.

No esperen ustedes que nadie, desde la cabeza, el tronco y las extremidades del independentismo, censure la acción de los escuadristas viarios. Fue, faltaría más, pacíficamente, democráticamente y peristálticamente. Pues bien, la manifestación se hizo a pesar de todos los pesares. Y por lo que enseñan las imágenes también fue gigantesca. Aquí, en Cataluña, no estamos por pequeñeces.


domingo, 27 de octubre de 2019

Meteorología política catalana




Meteorología política catalana: sigue el temporal, pero remite su intensidad. En la manifestación de ayer acudió la muy respetable cantidad de 350.000 personas, según el recuento de la Policía Municipal de Barcelona. Un acto muy voluminoso, ciertamente. Pero con relación a la anterior representa un considerable bajón. Hemos de tener en cuenta que la convocatoria fijaba la importante reclamación de la libertad de los presos y la denuncia de la sentencia del Tribunal Supremo. Por tanto, el descenso de la participación no es algo baladí. Tiene su enjundia.

¿A qué se debe? Primero, al rechazo de miles de personas a la vinculación del ardor guerrero de una parte del independentismo a la violencia: barricadas y fogatas, ladrillos y mobiliario urbano, pillaje y sabotaje; unas acciones que no sólo no son condenadas por el presidente vicario sino que en parte son justificadas. Segundo, al cansancio que representa estar en una movilización que no sólo no consigue nada, sino que por sus objetivos  deja las cosas cada vez peor. Tercero, al despiporre de las fuerzas políticas del independentismo, cada una por su lado y sin voluntad de coincidencia entre ellas. Cuarto, la no participación de los sindicatos en la convocatoria, que podría significar, aunque tardío, un definitivo descuelgue de ellos de todo lo que huele a procés.

Todos aquellos que tengan algo que decir –algo realista, se entiende--  lo pongan encima de la mesa. Los socialistas, comunes y republicanos hablan de una mesa de partidos. Matiz más, matiz menos, podría ser una forma de empezar. Y no se olviden de los heterodoxos del procés. Santi Vila, uno de los juzgados por el Alto Tribunal, propone a través de un acto de atrición negociar en torno a «un ajuste constitucional, un nuevo marco estatutario, un pacto de financiación».  Tarde o temprano las cosas irán por ahí.   



sábado, 26 de octubre de 2019

Negacionismo sobre el Funeral, que no fue de Estado




Nos dicen que la fiesta fue por todo lo alto: el Ateneo Español de Ciudad de México estaba atestado de veteranos españoles que celebraron por todo lo alto –champagne a discreción--  la exhumación de la tristemente célebre momia. Ahí los pueden ver en la foto. Previamente aprobaron un sobrio comunicado  Exhumación de Francisco Franco del “Valle de los Caídos” donde expone sobriamente la satisfacción de los socios sobre dicha cuestión. Lo compartimos plenamente.

Pero en la viña del señor no todo es mesura y ponderación. Las derechas han reaccionado con renovado tenebrismo. Josep Ramoneda, hoy en El País (Cataluña), nos dice: «Las acusaciones de electoralismo forman parte del pobre arsenal dialéctico del discurso negacionista». Lástima que, desde algunas islas de la izquierda, se haya coincidido con tan paupérrimo planteamiento. Pablo Iglesias, el Joven, ha insistido ad nauseam en las acusaciones de «electoralismo», celebración de un «funeral de Estado» y otras exageraciones, hechas adrede, con ese estilo que tiene de exportar sus angustias a quienes le oyen. Nada que ver con la mesura de nuestros ancianos del Ateneo de Ciudad de México. Nada que ver con la resolución más ponderada de Izquierda Unida: quien tuvo retuvo.

Hablar de funeral de Estado me parece una hipérbole caballuna. Como la extremosidad verbal de afirmar que «Se ha permitido la presencia de ultras con Tejero a la cabeza en el acto». El primer dirigente podemita se preocupa por la presencia de cien ultras dando voces. Y no refiere que la policía impidió que Tejero se saliera con la suya.

Vamos a preocuparnos de cosas serias. Nos dice Metroscopia que el 48 por ciento de los encuestados están a favor de la exhumación de Franco y el 38 por ciento en contra. Son números preocupantes en el caso de ser rigurosos. Sea como fuere, los resultados de la encuesta sugieren no pocas reflexiones de gran calibre. A saber, ¿qué eficaz pedagogía es necesario poner en marcha para que los valores democráticos amplíen su diapasón?

Tengo para mí que las nuevas generaciones ven el franquismo y la Dictadura con tanta lejanía como las guerras carlistas. En el mejor de las casos como un capítulo más de los libros de historia, y en el peor de ellos como las batallitas del abuelo Cebolleta. De ahí que un servidor entienda que la manera más eficaz (o, al menos, una de ellas) de revisitar la Historia es relacionando los valores democráticos con las conquistas progresistas que se siguen necesitando en España. Políticas progresistas que, para la izquierda, deben vincularse en la centralidad del trabajo. Del trabajo que cambia. Para ello, tal vez, sirva el consejo de Mefistófeles, esto es, «avanzad por la ruta del pensar».  De pensar con punto de vista fundamentado.

viernes, 25 de octubre de 2019

La propuesta de En Comú--Podem




Si yo tuviera malafoyá le diría a En Comú—Podem que han hecho una oferta electoralista. Pero ni tengo ese don excelso de la nación granadina ni creo que la propuesta de los comunes sea electoralista. Eso sí, se ha hecho en el contexto de la contienda electoral. Pero en el caso de que fuera electoralista, lo es tanto como la que disgusta a Pablo Iglesias el Joven, a saber, que la exhumación de la momia no se haya retrasado hasta después de las elecciones.

Estamos hablando de la propuesta que ayer hicieron en Barcelona Pablo Iglesias, Ada Colau y Jaume Asens en una rueda de prensa que, como es sabido, es uno de los armatostes del electoralismo. Resumiendo para no fatigar al lectorado: creación de sendas mesas de partidos (una en el Parlamento español y otra en el autonómico) para dar una salida a la crisis política. Alguien con furor electoralista podría acusar a los comunes de que están guisando con las sobras de otros festines. Ahora bien, para desmentirlo está la novedad de la propuesta comunero—podemita. El objetivo de esas mesas no sería  la independencia sino el encaje de Cataluña en España. Se trataría, por lo tanto, de cosas de tanta fisicidad como la enseñanza y la sanidad, la financiación autonómica y otros alimentos contra la anemia. Prudencia, pues, la que demuestra con esta oferta el árbol comunero—podemita. «Los dioses aman a los prudentes y aborrecen a los malvados», que dijo Atenea en el Ayax sofocleo. Téngase en cuenta que los tres (Iglesias, Colay y Asens) son de Letras.

Naturalmente esta prudencia queda compensada por los efectos del péndulo. A continuación añaden que no abandonan sus objetivos de la autodeterminación de Cataluña. O lo que es lo mismo, para no despertar sospechas guiñan el ojo como quien dice que «seguimos siendo de los nuestros». No sea que se sospeche que somos de la acera de enfrente. Genio y figura. La botella siempre debe estar medio vacía. Con todo, soy de este parecer: a) léase atentamente y en positivo la propuesta que hemos comentado; b) es exigible que En Común—Podem rellene la propuesta. Esto es, debe darle contenido para saber a qué atenernos.

Por lo demás, reparen ustedes que esta propuesta comunero—podemita tiene ciertas semejanzas con lo recientemente planteado por el vicepresidente de la Generalitat y segundo espada de ERC, Pere Aragonès. Más todavía, la propuesta de los comunes no desagradaría a los de Miquel Iceta.  Ahora bien, concretar todo esto con un itinerario  a tres que fuera provechoso es más complicado que una ecuación diofántica. Pero no imposible.

jueves, 24 de octubre de 2019

Pablo Iglesias y la exhumación de la momia





Le digo a Pablo Iglesias el Joven: «Ni contigo ni sin ti tienen mis penas remedio». Ahora que teníamos una alegría que llevarnos a la boca viene el primer podemita y nos echa una gota de acíbar caballuno en el paladar. El afamado politólogo Pablo se felicita porque los restos de Franco dejan Cuelgamuros y se van con la música a otra parte. Pero el aguerrido político que es Iglesias arremete contra la decisión de que la exhumación sea ahora mismo y la califica de «electoralista». Me juego lo que sea que las dos palabras más sobadas en el paupérrimo dialecto de la política son electoralista y traidor. De manera que, siguiendo esa tónica de magrear el minifundio lingüístico, se podría decir que Iglesias hace electoralismo criticando la medida como electoralista.

Caballero, ¿no le parece a usted que hay que aprovechar las oportunidades, no sea que venga un revés y se estropee la ocasión? Con frecuencia, el hecho de procastinar en política --un estilo contumazmente rajoyano--  acaba propiciando infortunios. Por lo demás, desearía hacerle ver lo siguiente: ya lleva usted ciertos años con mando en plaza, de manera que sabe la diferencia entre predicar y dar trigo. De ahí que, por ejemplo, predicar declinando la palabra electoralista sin ton ni son es una chuchería del espíritu. Y, peor todavía, es engrosar el zurrón de lo que Alberto Moravia llamaba palabras enfermas  (parole malate).  

Así pues, mi señor don Pablo: sea usted electoralista, esto es, siga diciendo cosas que sean útiles y, de momento, ponga cara alegre. Y cambie esa cara de ajo, al menos hoy, porque la ocasión se lo merece.   



miércoles, 23 de octubre de 2019

Oriol Junqueras, Reina Madre



«El procés no avanzará hasta que no lo lidere Esquerra Republicana de Catalunya», ha afirmado bombásticamente Joan Tardá. Son unas declaraciones que vienen a echar más leña a la disputa a cielo abierto entre los partidos independentistas, ERC y los post post post convergentes. En todo caso parece evidente que la rotundidad de la afirmación está conectada al momento electoral en curso. Por lo demás no hace falta decir que la frase guarda una cierta relación con la mediocre eficacia de los parches sor Virginia.

ERC ha sido un río que, durante el procés, ha hecho numerosos meandros. Inicialmente tuvo una actitud furibunda (las «155 monedas de plata» que comentó aquel Rufián contra la rectificación de la declaración de la república catalana por parte de Puigdemont) para gradualmente ir convirtiendo la ratafía carlistona en calisay y finalmente dar la impresión que pone la independencia de Cataluña al baño María. Ocurre, sin embargo, que hay tantas esquerres como dirigentes a cualquier nivel. ERC es un conjunto de retales que no conforman un traje medianamente vistoso. Oriol Junqueras es la Reina Madre. Respetado, ciertamente, pero poca cosa más. En ese conjunto de retales sólo cuentan quienes tienen mando en plaza: Joan Tardá («hay fascistas con estelada») o Gabriel Rufián («la independencia de Cataluña no justifica el uso de la violencia») no tienen bastón de mando. Ahora son  genéricamente personalidades, vistos con susceptibilidad por parte del archipiélago.

ERC, así las cosas, tiene un problema de dirección: cada cual tiene su propio matiz con relación al resto del grupo dirigente. Lo que le lleva a la incoherencia. De un lado, no se le puede negar su fuerte contraste con el presidente vicario, pero –de otro lado--  es asaz chocante  que, ahora, cuando más débil es la posición de Torra, siga la política que éste (y el núcleo de Waterloo) imponen con la declaración del Parlament que han acordado con los post post post convergentes y los fraticelli de la CUP, nuevamente sobre la autodeterminación. Vuelta la burra al trigo: ERC abraza el simbolismo que su reina madre había criticado hace días y nuevo enfrentamiento con el Tribunal Constitucional.

Tengo para mí que ERC es incapaz de entender la gravedad del momento y la tendencia que ya se ha abierto. Al principio fueron las manifestaciones de masas («la revolución de las sonrisas»); a continuación vino la proliferación de grupos y grupúsculos con la idea de implementar el carácter pacífico con unas gotas de ira militante; más tarde llegaron los ladrillos, las hogueras y las barricadas; y recientemente dieron a luz el pillaje con el asalto a comercios. Faltaba el sabotaje: un cuarentón de pelo en pecho se encargó de ello lanzando un cohete contra un helicóptero, que sobrevolaba a los manifestantes. 

Las cosas como son: ERC denunció esta violencia. No así los emoticones de Waterloo. Pero ERC no se empeña en corregir esta situación. Atención a lo que dice Antoni Puigverd en su artículo de hoy en La Vanguardia: «Sin condena, corrección y represión de los fuegos de estos días, el independentismo corre el riesgo de perder el norte democrático». He subrayado la palabra «corrección», porque es algo que le es exigible fundamentalmente a ERC, si quiere liderar el procés, tal como plantea Tardá. Desde luego, la capacidad de liderazgo de los de Junqueras, no solo está en entredicho sino que parece inviable. Estar cantando misa y, a la vez, repicando no es posible como muy bien saben los curas de olla y los sacristanes.

«Hay fascistas con estelada», ha dicho Tardá. Ojo, «el independentismo corre el riesgo de perder el norte democrático». Y. como es sabido, Puigverd no dice una palabra más alta que otra.


Referencia https://www.catalunyapress.es/texto-diario/mostrar/1606089/tard-avisa-proces-no-avanzara-hasta-no-lidere-erc?fbclid=IwAR3ICGDL5BZuM6_X3l1F-LUnn-3Fghi4u_TIclrTV2pC41mc-rbJf0BcSks

martes, 22 de octubre de 2019

¿Qué echan en Barcelona?: confusionismo


Escribe Ángel de las Rosas*

La reciente sentencia del Tribunal Supremo ha sido valorada como injusta por parte del independentismo y también por una parte de la sociedad catalana no identificada con el proyecto independentista, pero situada críticamente frente a la acción de los poderes estatales. Algún querido amigo me ha dicho: la sentencia es injusta y punto; yo añadiría: y puntos suspensivos…

Las movilizaciones de estos últimos días tienen como frontispicio movilizador la calificada como injusticia de la sentencia, actuando como un marco mental que ha puesto en marcha un mecanismo para sentir y vivir como injusta la decisión del alto tribunal. Y puntos suspensivos… Se ha construido un sentimiento, que recuerda, de alguna manera, aquella popular frase: “el Barça és més que un club”, desgastada por la globalización de las marcas. Sin embargo, no debemos ignorar que la respuesta a esta sentencia injusta es más que una respuesta a la sentencia injusta. Y puntos suspensivos… Porque es obligatorio preguntarse: ¿cuál hubiera sido una sentencia justa?

Intuyo que para la gente que se ha movilizado esta última semana de manera multitudinaria y pacífica en términos generales la sentencia, fuera la decisión judicial la que fuera, no hubiera sido calificada en ningún caso de justa. Tampoco ni mucho menos para aquellos otros que han decidido que el pacifismo que no ha cumplido las expectativas debía dar paso al enfrentamiento violento en la calles. La sentencia ha sido adjetivada también de otras maneras: monstruosa, irresponsable, etc. No soy jurista, pero ante el alud de calificaciones me acojo a la interpretación del exfiscal José María Mena: ha sido desproporcionada y ha adquirido una dimensión política. La respuesta a la sentencia injusta es más que una respuesta a la sentencia injusta. Lo que habría supuestamente representado no un punto y final sino unos puntos suspensivos, se ha presentado como un principio. Se ha pasado del cabreo, de la utopía con sonrisa disponible a los días de ira por una sentencia injusta.

En Barcelona, metonimia de Catalunya estos días y casi siempre, han convivido particularmente el cosmopolitismo del turismo masivo, las “merindades” de la “Catalunya insurgent” con sus columnas organizadas, festivas y familiares, y la escenificación de baja producción pero de alta intensidad de una revuelta en las calles con eco del 68 versión 2.0., pardon, pardon!

Un analista de la situación concreta diría que en Barcelona han venido echando una sesión continua de los últimos estrenos seriales: “Una disputa de banderas”, “Rauxa i seny”, “Pragmatismo o postureo” y “Gorilas en la niebla”, con estreno, eso sí, en todas las teles de España. Algunos afirmaron que el viernes 18-O (para seguir empleando los códigos antiguos y modernos de bautizar una fecha con números y letras) iba a ser un día histórico en Barcelona. Inciso: soy de la opinión que la calificación de histórico/a desde hace tiempo desmerece los acontecimientos dada la inflación de los llamados días históricos en el calendario a lo largo de los últimos años: al final se conseguirá convertir la crónica de hoja parroquial en Historia.

Bien, iba diciendo que en ese 18-O coincidían dos acciones de protesta, por un lado, una “huelga general” llamada “huelga general de país”, necesitada de dos adjetivos para reforzar sus objetivos y ocultar los ribetes de lockout, y la movilización de miles de personas que se concentrarían en una manifestación a las 17 horas en el centro de la capital catalana. La primera, por las informaciones de que disponemos ha tenido un seguimiento relativo, relativamente escaso; la segunda, por las noticias que tenemos, ha sido masiva, más de medio millón. Ha pasado algo en Barcelona. Pero también ha venido echándose en sesión continua algo en Barcelona. La naturaleza de ese “algo” es difusa.

En primer lugar, convocar una huelga que ha sido un boicot a una sentencia, a pesar de los apoyos gubernamentales con los que cuenta, y esto no es moco de pavo. En segundo lugar, hemos tenido la confirmación de que “las masas” han sido sustituidas por las “manifestaciones en masa”. Lo novedoso ha sido el refinamiento alcanzado en la adopción de los principios del movimiento intelectual francés del “Situacionismo”, la espectacularización de la política, la política espectáculo. Ya se sabe de la tradicional influencia parisina en la cultura catalana. Pero su traducción ha dado un resultado pobre, escaso, escenas de patio de colegio: el ahora no se hablan ni se juntan, el estira-i-arronsa (el tira y afloja), el y-ahora-qué… El confusionismo a destajo. La construcción de una inflación de relatos con escaso correlación con la realidad. Hoy el confusionismo emerge como una religión política propia del procesismo, sin tener más que ribetes aparentes y de poco fondo en su trasposición local del confucionismo oriental, al que se le hace un niño made in Hong Kong. Confusionismo como religión de Estado o de (para)Estado. Ante esta situación es la defensa del autogobierno lo que está en juego.

Esta defensa es una posible vía para evitar que se abra la indignación de otra parte de la sociedad catalana ante los indignados de esta semana. Por eso mismo espero que PSOE demuestre que no sólo es el partido de la anti-derecha, sino que también es un partido de izquierdas, porque a una situación que no es similar no se puede ofrecer una respuesta análoga a la de octubre de 2017, por mucha presión que se tenga. La defensa del autogobierno es lo que está en juego. Por eso espero que ERC demuestre que no sólo es un partido muleta de la derecha catalana, sino que es un partido de izquierdas, porque no se puede ofrecer una respuesta análoga a una situación que no es similar. Lo que está en juego es la defensa del autogovern. Sería necesario descartar el falso dilema entre lo bueno y lo malo, lo blanco y lo negro..., es decir, entre un extremo y otro. Cuanto más lejos está un acuerdo, más necesario se hace. Parole, parole, parole…, vale, sí, son palabras, pero sin palabras no hay acuerdo, sin acuerdo no se producirá un desempate. Palabras todavía. Para el acuerdo se necesitan partes y contrapartes, propuestas y proyectos, fin de la visión cortoplacista, esto es, de 1º de Marcelino Camacho. Lo que se exige es moderación y paciencia como virtudes revolucionarias, algo que no excluye acción y decisión para que cualquier cambio, no digo ya revolución, no alcance a los implicados reunidos echando una mano de cartas, en sus ratos de asueto. Y como al parecer hoy estamos en la onda de la moda parisina otoño-invierno: seamos irrealistas, pidamos lo posible.   
     
        ·         Ángel de las Rosas, Doctor en Ciencias Marcelinocamachianas


lunes, 21 de octubre de 2019

De las Fuerzas de Orden Público en Barcelona




Desde distintos ángulos se le están pidiendo a ese Quim Torra que censure la violencia que, durante la semana pasada, se ha enseñoreado por las calles de Barcelona. Es lo mismo que exigir que el olmo dé peras. Ni siquiera ha denunciado el pillaje que se ha producido en algunos comercios del Portal del Ángel. Torra y sus emoticonos son así.

¿Por qué el vicario de Waterloo no alza su voz y: (a) desautoriza enérgicamente la teología de los incendios, del lanzamiento de ladrillos, el pillaje, (b) exigiendo el cese inmediato de todo ello? Primero, porque en su formación siempre tuvo a los hermanos Badía como «uno de los mejores ejemplos del independentismo». Segundo, porque el vicario cree que la situación actual del procés se debe al carácter inane de las movilizaciones que ha puesto en marcha y, en concreto, a la ausencia de gasolina. Por lo que a la beatitud del pacifismo había que añadirle la mecha que hace arder. Y, tercero, porque ese caballerete no es ajeno a la creación de esos grupos y grupúsculos de escuadristas y asimilados. Cuando les animó a que apretasen no lo hacía metafóricamente.

De ahí que, así las cosas, lleguemos a una inquietante conclusión: Torra entiende que lo que están haciendo los Mossos de l´Esquadra es una interferencia a sus planes. Y, por ello, que haya intentado cortar la cabeza de su consejero de Interior, Miquel Buch, que ha denunciado la violencia sin ambages. Extraña figura la de este Torra. Habrá que buscar mucho en los archivos de antaño y hogaño para encontrar un gobernante que considere que su propia policía es un estorbo para sus deposiciones políticas. 

Difícil papeleta tienen los Mossos. Machacados por las derechas –políticas, mediáticas y de fast food-- de allende y aquende el Ebro famoso; observados  inamistosamente por el vicario de Waterloo y, ahora, zarandeados por un sector de la izquierda, que añora las prácticas de kumbayá en la falda de la montaña.

Es una izquierda chocante que, de un lado, denuncia sin paliativos la violencia de los fuegos y los ladrillos, pero que, de otro lado, considera que el principal problema de las calles de Barcelona es la actitud de las fuerzas de Orden Público que actúan de manera «desproporcionada». Sancta simplicitas! 

P/S.--   Se agradece al ingeniero Gómez Acosta el envío de esta foto. Es mi casa (y la de algunos de ustedes).   



domingo, 20 de octubre de 2019

La ´traición´ de Gabriel Rufián




Séame permitida la licencia: «los hijos del revolcón devoran a sus propios padres». Al mismísimo Gabriel  Rufián los hijos del revolcón le han expulsado de una manifestación (pacífica, faltaría más) bajo un torrencial chillerío: «traidor y botifler». Ahora ha dejado de ser de los nuestros  y pasa a ser un charnego de diseño. Ahora le llaman Rufián i Lleida. El independentismo movimientista ha dado de baja de sus filas a don Gabriel. Pero la ley del equilibrio térmico ha restablecido las cosas: Matteo Salvini, ayer mismo, fue aplaudido a distancia por el independentismo. Con lo que la mancha de la mora con otra verde se quita.

Gabriel Rufián, al que hemos puesto pingando en repetidas ocasiones, está en un momento de reincidente lucidez sobrevenida.  Está repitiendo ad nauseam que «nada justifica el uso de la violencia: ni la unidad de España, ni la autodeterminación de Cataluña». ¡Sea anatema!, han gritado los archimandritas del independentismo, guardianes de las herrumbres de la ortodoxia.   

La voz de Rufián es valiente. Especialmente porque no está claro que represente íntegramente a ERC que acostumbra a seguir las enseñanzas del apóstol Mateo: que tu mano derecha no sepa lo hace la izquierda. ERC es la expresión contemporánea de la tradicional postura de la «puta i la Ramoneta».

Voz valiente, si tenemos en cuenta  que Rufián no tiene en su partido mando en plaza. Un partido que sigue siendo un conjunto de retales en torno a un equipo dirigente tan diverso y deslavazado como sus propias bases.

De momento Rufián ha sido sentenciado por el independentismo (sector Intemerata), bajo el lema «El que cambia no debe seguir vivo». Que han copiado de aquel personaje, Megera, que aparece en la escena de La Sala espaciosa, del Fausto, de Goethe.  Que un servidor ha podido disfrutar gracias a la versión castellana de José María Valverde.  



sábado, 19 de octubre de 2019

Barcelona, la cabalgata de las Walquirias




De un lado, centenares de miles de manifestantes; de otro lado, algunos miles de pirómanos que, en otro sitio, intentan  convertir los ladrillos, los tirachinas y demás armas arrojadizas en mensajes de paz. Paz, paz, ¡pazapás!   Es el independentismo que pone sus diversos huevos en distintos nidos. Mientras arden esas hogueras de las vanidades, aparecen novedades de cierta importancia en el independentismo político. Vayamos por partes.

1.--  Quim Torra no encuentra quien le hable en su propio palacio. Lo comentábamos ayer. ERC empieza a hablar de manera con menos respeto por el presidente. La mayoría de los consejeros de la congregación post post post convergente ya no inclina la espalda. Unos y otros afirman sin pudor que Torra está amortizado. Ahora bien, siendo esto así, no se puede obviar que ese caballero sigue teniendo ascendencia sobre el independentismo movimientista. Ya sea por la estética que trasmite –mitad monje, mitad soldado--  ya sea por su vicariato apostólico del hombre de Waterloo.

2.--  Y simultáneamente a lo anterior se puede observar la epifanía de Artur Mas, que parece aspirar al apotegma del Coro del Fausto en el Patio interior del castillo, al que Goethe le hace decir: «Cada cual en su sitio es inmortal», según la versión primorosa al castellano del gran José María Valverde. Ocurre, sin embargo, que hasta la presente muy pocos conocen el «sitio» de Mas y, menos todavía, los que le reservarían la inmortalidad.

Artur Mas se mueve, o –mejor dicho--  zascandilea por emisoras de radio y redacciones de periódicos a la búsqueda del tiempo perdido. En febrero vence su inhabilitación. De donde inferimos que la reaparición del caballero es una manera de decir a la ciudad y al mundo que está para lo que sea menester. Hoy ha declarado en El Periódico que «nunca convocaría un referéndum si no tuviera la seguridad de que sería aplicado». Cogotazo a Quim Torra a través de un mensaje de moderación.

En todo caso, no parece que su tradicional partido –las astillas del árbol convergente--  le den el placet para ir de primero de cartel. Con lo que, así las cosas, si el otrora rey Artur quiere entrar en el zafarrancho lo sería a través de una nueva congregación.

Mientras tanto, la calle ajena a estos zascandileos sigue en lo suyo. Unos con la paz a flor de labios; otros a pacifismo limpio con la Cabalgata de las Walquirias, como música de fondo, para no infundir sospechas.

P/s.  Pedro Sánchez, «guárdate de los idus de Noviembre». 

viernes, 18 de octubre de 2019

Quim Torra: «extremista furioso y puro como un lirio»


Primer tranco 

«Lo volveremos a hacer», viene repitiendo Quim Torra --mitad monje, mitad soldado— en los últimos días. La sentencia adquirió compromiso firme al proclamarlo en su deposición de ayer jueves en el Parlament. Tal solemnidad requiere que lo comentemos. Despaciosamente para que las almas de cántaro y –peor aún--  los redomadamente tarugos pueden entenderlo. Sea, pues.

Si hay que volver a hacerlo es que lo que se emprendió en su día no ha dado resultado. Si hubiera tenido éxito el planteamiento sería «sigamos adelante». Y si no ha dado resultado da pie a considerarlo como un fracaso. Sea como fuere, volver a hacerlo  nos interpela a preguntar al ponente de la frase si se refiere a una parte del procés, digamos el inicio, o a todo su itinerario. El análisis de los textos y la lógica tiene estas pejiguerías que, tal vez, puedan sacar los colores al desequilibrado dicharachero del presidente vicario.  De manera que ese «lo volveremos a hacer» deberá repetir la farsa inicial o, según la ex consejera Ponsati, el «farol» que significó el famoso 1 de Octubre de hace dos años. En todo caso es dudoso que el hombre de Waterloo quiera que se repita el quilombo. Por si las moscas, no sea que no pudiera tomar las de Villadiego y acabar en la cangrí.

Digamos, pues, que el Gotha independentista no ha seguido el consejo que Shakespeare pone en boca de un personaje de Hamlet: «Cuidado con entrar en peleas, pero una vez dentro, llévalas de tal modo que tu adversario tenga que guardarse de ti». Así lo tradujo José María Valverde, un   extremeño prestado a Cataluña.

Segundo tranco

Nuestro desequilibrado personaje abundó en otro asunto en el discurso que estamos comentando. Ha defendido que en esta legislatura «volver a ejercer el derecho de autodeterminación, y validar la independencia en esta legislatura».  Conmoción en el resto del gobierno y estupor en las bancadas independentistas: nadie estaba al tanto de tan sorprendente deposición. Torra había actuado siguiendo los códigos de Juan Palomo: yo me lo guiso, yo me lo como. La situación es tan agria que ERC rompe su tradicional cortesía con el presidente de la Generalitat y, de un lado, su portavoz le desautoriza y, de otro lado, el vicepresidente Aragonés,  le afea su actitud en los pasillos del parlamento. El sentimiento general en las diversas congregaciones políticas independentistas, también en el post post post convergente, es que Torra está fuera de sí. Y, peor todavía, que es una rémora.

Tercer tranco

Así están las cosas. Entonces, ¿por qué no le echan los que, desde sus propias filas, están hasta la coronilla de sus chicoleos? Primero, porque republicanos y post post post convergentes serían incapaces de consensuar un nombre para tan señalada substitución. Esquerra reclamaría su condición de partido mayoritario y los post post post esgrimirían sus derechos dinásticos. En todo caso, lo que unos y otros reclamarían es que la substitución se diera a favor de uno de los suyos. Pero todavía en ERC y en los post post post no está suficientemente claro quién de los suyos de cada cual coge el bastón de mando.

Mientras tanto, la plaga. «La peor plaga que puede caer en un país es la del extremista furioso y puro como un lirio que no le importa esperar dos o tres siglos para implantar el extremismo que predica», dejó dicho aquel chozno de Montaigne que fue Josep Pla.

P/s.--  La ilustre pareja de la foto es la antítesis del extremista furioso y puro como un lirio. Él de Ciencias, ella de Letras.



jueves, 17 de octubre de 2019

Barcelona, de las sonrisas verticales al fuego




De momento el independentismo tradicional, en sus congregaciones políticas y movimientistas, ha perdido el control de la movilización contra la sentencia del Tribunal Supremo. La dirección de lo  que más estridentemente se mueve está en manos de grupos aparentemente incontrolados. Del pacifismo de las sonrisas se ha pasado al fuego. En Barcelona 250 hogueras ha contabilizado el consejero de Interior Miquel Buch. El kumbayá se ha traslado al incendio del mobiliario urbano. Dato de interés: en todas estas movilizaciones los gritos predominantes (mejor dicho, únicos) no han sido de solidaridad con los presos, ni denuncia contra la sentencia. En ellos, además, el enemigo principal eran los Mossos de l´Esquadra. Se oyeron, además, numerosos graznidos contra Buch y la jefatura de la policía autonómica. Torra sigue negándose a desautorizar tan vandálicos actos. Sigue sin apoyar a su policía. (A últimas horas de la noche, cuando ya no quedaba mecha para arder, desautorizó melifluamente a los violentos, a los que llamó «infiltrados»). 

No es para tomárselo a broma. Lo que está sucediendo es grave. Digámoslo con claridad: los aparentemente incontrolados están perfectamente organizados en una clandestinidad conocida y autorizada, al menos, por el vicario Quim Torra: mitad monje, mitad soldado. Más todavía, sabemos de muy buena tinta (con la edad se van teniendo muchos palillos) que la división en el govern es de tal calibre que, ayer mismo por la mañana, un grupo de consejeros pactaba el apoyo a Buch y a la dirección de los Mossos con la idea de interferir que Torra se dirigiera directamente al cuerpo. Mientras tanto, éste --armado de ardor guerrero --formaba parte del piquete andariego cortando la autopista, acompañado de aquel Ibarretxe infausto lehendakari. Entiendo que es un gesto de airada respuesta al gobierno vasco y al PNV que sigue sacándole los colores a los responsables del procés y sus postrimerías.

No sean ustedes ingenuos: estos aparentemente incontrolados, organizados en conocida clandestinidad, tienen un objetivo, que –como hemos dicho en anteriores ocasiones--  no tiene nada que ver con la suerte de los políticos presos. Tienen un diseño político claro: hacer que la actual situación catalana sea irreversible, impedir que, tras las elecciones generales próximas, la representación política del independentismo vote la investidura de un presidente pactista. Lo que pasa porque el independentismo de sang i fetge sea hegemónico en Cataluña. La situación, de momento, continuará tres cuartos de lo mismo.

O sea, movilizaciones que, con el tiempo, serán cada vez menos numerosas, pero más estridentes: las pacíficas velas votivas irán desapareciendo para dejar paso a las hogueras. Con la idea de quebrar el pulso del Estado. Todavía ignoran que aunque el Estado tiene los siglos contados, el independentismo ya tiene los años contados.

En todo caso, en la prisión algunos quizás se pregunten por el significado de las palabras de Fausto, dialogando con los doctor Wagner: «Lo que se necesita, no se sabe, / lo que se sabe, no se puede usar.» Así reza la primorosa versión castellana que hizo el profesor José María Valverde.


miércoles, 16 de octubre de 2019

Torra, hermafrodita decadente




Mateo, el apóstol del Nazareno que antes fue recaudador de impuestos, allanó en su Evangelio el camino a Quim Torra: «que tu mano derecha no sepa lo que hace tu mano izquierda». Con lo que se da, según se  mire, una situación evangélica o grotesca: Torra llama a las movilizaciones contra la sentencia con la mano derecha; el mismo Torra, sin embargo, firma la orden para que los Mossos de l´Esquadra carguen contra los manifestantes con la mano zurda. Torra o la política hermafrodita. Es como si Cicerón, por la mañana, animara a Catilina a la insurrección y, por la tarde, ordenara su detención.  Sofisticación de secano.

No es el doctor Jekyll y Mister Hyde, es simplemente Quim Torra, presidente vicario del hombre de Waterloo. Se trata, pues, de algo tan esperpéntico como estrafalario ha sido todo el itinerario del procés. O, dada la acumulación de despropósitos, no sería inoportuno plantearse seriamente si a este caballero le funciona adecuadamente el cerebro.

Sea como fuere, este Torra –seguidor de Mateo, Jekyll o Hyde o simplemente precario de neuronas--  intenta resolver la grotesca ecuación (más madera en la calle y ordenar que les den de palos a los manifestantes) con la sobada retórica de «Lo volveremos a hacer». A ello se anticipó el gran poeta Joan Brossa cuando dejó dicho que «el hombre siempre habla con la autoridad / que le da el fracaso».

Más madera en las calles y plazas, más madera en las carreteras, más madera en las vías de comunicación. Alertas a la novedad: los violentos están llevando la voz cantante, dejando a la congregación pacífica musitando letanías. Han aparecido ya las primeras barricadas  y las primeras bengalas. Proliferan ya los enmascarados. Los violentos vuelven a señalar a los Mossos de l´Esquadra. En suma, este personal empieza a dirigir el movimiento. El independentismo político calla, aunque los silencios de sus diversos componentes también aparecen confrontados. De donde podemos afirmar cautelosamente que con la reyerta callejera en manos de los violentos y el silencio de los partidos independentistas las puertas a la antipolítica están de par en par.

Apunten lo que viene a continuación: hay sectores importantes en España que están interesados en esta situación. Exigen de boquilla la intervención en Cataluña, pero –todavía y durante un cierto tiempo--  están interesados en que la zahúrda continúe, porque de esa manera Cataluña va perdiendo presencia, fuerza e influencia en España.

martes, 15 de octubre de 2019

El trampantojo de las movilizaciones de ayer


La reacción contra la sentencia ha sido como se esperaba: una movilización fulminante, dirigida desde diversos centros operativos, orientada a la paralización de lugares estratégicos de las comunicaciones en Cataluña. Son una serie de reacciones que difícilmente encajan en lo que se denomina «desobediencia civil». Primero, porque no son movilizaciones pasivas sino justamente lo contrario; segundo, porque este ejercicio concreto ha tenido componentes de sabotaje inutilizando algunos tramos de vías férreas; tercero, porque ha dificultado la libre circulación de personas que se disponían a viajar en avión, tren, metro o carretera. Todo ello edulcorado con un publicitado ´a pacifismo limpio´. Como es natural, las sonrisas no figuraban en los rostros de quienes tomaron las estaciones y el aeropuerto.

Sostengo –con más cabezonería que Pereira--  que el objetivo de estas movilizaciones no es la solidaridad con los juzgados por el Tribunal Supremo. La solidaridad es una excusa. El objetivo es el desbordamiento de la legalidad con la intención de crear un clima de ingobernabilidad. De ahí que saque esta drástica conclusión: lo de ayer fue una descomunal engañifa. Más todavía, es un trampantojo cuya finalidad es quitarle a la política su protagonismo. En resumidas cuentas, la presión de ayer es una expresión más de la pugna –no ya latente, sino aflorada--  entre las diversas congregaciones del independentismo político: la que propugna una metodología política o la partidaria del embolica que fa fort, es decir, la que fabrica una nueva chanson de geste,  para que –tras su derrota--  los goliardos del mañana tengan algo que llevarse a la boca.

Ahora bien, ante asuntos de esta importancia, la chiquillería debemos callar y dar la palabra a las personas mayores. Por lo que reproducimos lo que Isidor Boix ha dejado dicho en su mural de Facebook:

«UNA OPINIÓN en caliente y que pretende no ser calenturienta:

»Apoyo, coincido, que les hayan condenado. Violar la constitución por parte de responsables institucionales es ciertamente muy grave. No soy juez, ni abogado, sólo licenciado en derecho, pero sí, y sobre todo, ciudadano que quiere ejercer sus derechos. Entiendo que lo hecho por los dirigentes independentistas con responsabilidades institucionales seguramente no llega ni a sedición, probablemente “conspiración para la sedición”, o “sedición en grado de tentativa” (es decir fracasada), y no sé si malversación (hay que probarlo), pero lo que sin duda han cometido (y poco tipificado) es un abuso de su función, irresponsabilidad e incompetencia, una estafa a todos los ciudadanos (lo que les han votado y los que no) por su prolongado desgobierno y su empeño en llevar a un callejón sin salida a sus correligionarios, enfrentando entre sí a la ciudadanía catalana. Ahora, a recomponer la situación. Las próximas elecciones generales pueden ser un útil instrumento. Si acertamos». 

Y, en otro lugar:

« Amig@s, es cierto que un análisis de la sentencia permite muchas críticas mejor o peor argumentadas. Algunas las comparto. Y, por ejemplo, estoy también de acuerdo en que los Jordis no tienen responsabilidad “institucional”, y que el 1-O y el 23-F son evidentemente muy distintos, aunque ambos graves por su impacto (también distinto) en la vida colectiva. Pero siendo importantes estas distinciones, no son para mí lo esencial ahora, sino la enorme responsabilidad política, más que penal, del independentismo. Si se tratara de “presos políticos” (por ideología u opinión política) el primero que hoy debería estar encarcelado es el actual President de la Generalitat y también bastantes de sus ministros. El ultranacionalismo, el independentismo, son para mí reaccionarios, muy reaccionarios, más impulsarlos, y más aún desde las instituciones de gobierno. Las barbaridades de estos y otros días sobre la actual situación y el franquismo sólo pueden formularlas l@s muy ignorantes, que no han vivido la dictadura y menos la lucha por las libertades, o no se lo han contado. Ojala seamos capaces de encontrar el camino para desatascar esta situación».

Por cierto, sugiero que lean ustedes la resolución, Ante la Sentencia, que han hecho público los  federalistas Comunes. Véase: https://comunsfederalistes.com/2019/10/14/davant-la-sentencia/