viernes, 16 de noviembre de 2018

Ojo con el escuadrismo




De acuerdo, hay que procurar no caer en alarmismos. Calma, calma activa. Sin embargo, tengo para mí que están apareciendo con excesiva frecuencia grupos de escuadristas del signo matón más diverso. Y no sólo en Madrid, Barcelona y Valencia. Esta frecuencia, sin embargo, está observada con un tantico de pachorra por las autoridades. Son grupos ciertamente minoritarios –como en un principio fueron los escuadrismos que en el mundo han sido--  que aprovechan y combinan las posibilidades legales con las extralegales. Son grupos y subgrupos de matones que exhiben soberbiamente que ellos, y sólo ellos, tienen la razón.

El ministro Marlaska recomienda tranquilidad. Sea. Ahora bien, esa calma no puede ignorar que tales grupúsculos y subgrupúsculos, en ciertos momentos de la historia, han acabado formando batallones de masas. Con botas, correaje y cartuchera, que han substituido a las porras y los botes de pintura. Que se han impuesto con la jerarquía de la violencia a las mayorías y diezmado a las minorías.  

El orden democrático no puede tener pachorra. Ni con el escuadrismo de la ultraderecha, ni con el que se reclama, impropiamente, antifascista. La democracia es la antítesis de todos los escuadrismos. El peso de la ley –ponderado y sin alardes campeadores--  debe caer sobre ellos.  Calma, calma activa, pero no pachorra.


No hay comentarios: