Hay
que reconocerle a la Assemblea
Nacional Catalana una enorme capacidad de lanzar ocurrencias.
Estajanovismo, se diría. La última: vamos –dicen— a elaborar un registro de
«empresas republicanas». Independentistas y republicanas. Ninguna referencia a
la eficiencia, competitividad e internacionalización. Republicanas a palo seco.
Ninguna referencia tampoco a la empresa como lugar de derechos. Independentismo
sólo, separado de la necesaria relación entre eficacia y derechos sociales.
Estrambótico planteamiento, surgido más bien de la bohemia que de la economía
política.
La
ANC debe explicarse. ¿Qué quiere decir empresas
republicanas? ¿A qué se están refiriendo con lo de empresas independentistas? Digamos las cosas con claridad: una
ocurrencia no requiere explicación, sólo precisa ser repetida ad nauseam con su
debida pasamanería. Una ocurrencia es, en no pocas ocasiones, una chuchería de
acompañamiento, un ingrediente más del comistrajo independentista. Ahora sólo
falta que tal ocurrencia sea adobada por las sofisterías de los académicos y
los escribas sentados de la ANC.
¿Empresas
nacionalistas en el paradigma de la globalización? Ocurrencia naif.
¿Empresas
republicanas? Recurramos a una autoridad
de primer orden, Ralph Dahrendorf, que sabía mucho por sabio, viejo y
diablo. Uno de los científicos sociales
más eminentes del pasado siglo. «… (la empresa) nunca puede ser democrática en
el sentido de que, mientras la dialéctica gobierno—oposición presupone en los
regímenes auténticamente democráticos la regla de la alternancia, en la fábrica
la inversión de los papeles es inadmisible» (1). Y, añadimos nosotros, ¿si no
puede ser democrática de qué manera es republicana? Sólo en la fantasía de la ANC. En la fábrica de ocurrencias del
independentismo catalán.
(1)
Citado por Umberto
Romagnoli en Weimar ¿y después?
En Autoridad y democracia en la empresa.
(Joaquín Aparicio y Antonio
Baylos. Editorial Trotta, 1992) En la foto, Ralph Dahrendorf.
No hay comentarios:
Publicar un comentario