La idea fuerza del tertuliano jabalí parece
ser ésta: no me interrumpas cuando yo te interrumpo a ti. Es una práctica consolidada que probablemente
la prensa deportiva ha exportado a la política. Es un caos muy superior al
desorden de las asambleas de escalera. Presentador y tertulianos compiten,
incluso desgañitándose, por ver quién es más pontífice de su propia palabra.
Así las cosas, la tertulia es un gallinero donde todos aspiran a ser el gallo
alfa. Por lo demás, debemos hacer notar que el tertuliano jabalí opina con la
misma rotundidad sobre la relación entre la física cuántica y el origen del
universo que del nexo entre el celebérrimo comisario Villarejo y Lady Cospedal.
Hay una excepción, de un tiempo a esta
parte: Los desayunos de Tve, de la
mano de Xavier
Fortes. Un periodista
ponderado, poco amigo de estridencias y zahúrdas. De este programa ha dicho el
maestro Sergi Pàmies, que no se casa ni con el
Lucero del Alba, que «ha perdido su corsé doctrinal para practicar una sana
pluralidad». Es un periodismo laico, según la expresión que Palmiro Togliatti le daba a ese concepto.
Cambio de tercio: ayer despedimos a nuestro Salva López en el tanatorio de Les Corts de Barcelona.
Nuestro amigo fue uno de los constructores de ese sindicato de regadío que
fueron los químicos españoles. Fuimos muchos acompañando a su mujer, nuestra
estimada Olga Mayans, y a sus dos amigos de
siempre: Quim González e Isidor Boix. Salva López o el señorío de un hijo del pueblo.
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