La
de ayer no fue la primera movilización de los médicos de la Sanidad pública
catalana, pero sí la más contundente y masiva. Huelga general. Los motivos: la
sanidad catalana está hecha unos zorros. La joya del Principado acumula moho de
manera preocupante. Es la consecuencia de la ineficacia y abulia de sus
dirigentes políticos, que viene de hace muchos años.
Es,
además, el resultado de no meter el bisturí en los problemas concretos y dejar
su solución a las calendas de cuando Cataluña sea un Estado como dios manda.
«Las listas de espera se resolverán cuando alcancemos la independencia», clamó
un desparpajado snob como el consejero del ramo, Toni Comín. Mientras tanto, a joder la marrana.
Pues
bien, lo que empezó siendo una serie de disfunciones, se ha convertido en un
desbarajuste crónico. Es el resultado de la inacción de los gobiernos
soberanistas, más preocupados por el ablativo absoluto que de la salud pública.
El modelo sanitario catalán ha entrado en una crisis que, de no remediarse,
puede entrar en crisis definitiva.
Suerte que tenemos unos profesionales de todas las categorías de la
profesión que nos defienden de sus gestores políticos y administrativos y de
esa parábola descendente.
El
gobierno de Torra ha
fracaso en la gestión. Y esencialmente ha pinchado en hueso en la excusa de que
«la culpa la tiene Madrid». Ya no cuela. Se ha manoseado tanto la excusa que se
ha vuelto en su contra. La censura general de la profesión lo ha puesto en
evidencia.
Con
todo, lo peor del asunto es que no hay, ni se percibe, proyecto alguno de redimensionar
tan estridentes desperfectos. El reino de Torra no es de este mundo. Es el
primer aviso de que las cosas materiales empiezan a contestar a las
sobrenaturales.
Mientras
tanto en la Torre del Homenaje soberanista se desarrolla el siguiente
esperpento: los post convergentes del PDeCAT, que forman parte del Govern, amenazan con no votar los
Presupuestos de la Generalitat, que elabora el conceller del ramo, en manos de Esquerra. Los cuchillos se
afilan en la puga interna del soberanismo. Pelea a degüello y la casa sin
barrer. Es la decadencia. La entropía de lo que fue y ya va dejando de ser. En
definitiva, no limpiar ciertos escupitajos se está convirtiendo en un problema
de salud pública.
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