«Si no sales
en la tele no existes. Si no tienes repercusión mediática o en las redes,
desapareces. ¿Dónde
están los sindicatos?». Son palabras de Estella Acosta Pérez
en la revista digital Nueva tribuna (1).
Comparto la idea de fondo del artículo que, de paso, me lleva a ciertas
consideraciones.
En primer lugar, es obligado decir que
no es nuevo el intento de hacer invisible al sindicalismo confederal. Diremos,
además, que es una consecuencia de su independencia de criterios y de
instrumentos. Y, por mejor decir, de no haberse dejado cooptar por los poderes
económicos. Si el sindicalismo fuera la prótesis de tales poderes nos llevarían
en palmitas. Quiero decir a las nuevas generaciones sindicalistas que tampoco
en mis tiempos fuimos tratados adecuadamente. La cosa, pues, viene de tiempos
antiguos.
En segundo lugar, entiendo que
dedicamos más tiempo a quejarnos de la invisibilidad que a la creación de una
visibilidad propia del sindicalismo confederal. Así pues, acabad de refunfuñar
y dadle al interruptor de la luz.
¿Cómo empezar a crear una nueva técnica
de comunicación? Valorando lo que conseguís en las negociaciones de convenios y
otras prácticas contractuales. Quien no valora lo que hace y consigue no tiene
derecho a quejarse de invisibilidad. Empezad por ahí y, sobre todo, no os
angustiéis de la invisibilidad mediática. Lo importante es que no seáis
invisibles en los centros de trabajo y estudio. Porque, tal vez –no lo afirmo
con rotundidad-- la invisibilidad
mediática es consecuencia de un déficit de visibilidad en el centro de trabajo.
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