viernes, 2 de noviembre de 2018

De aquellos polvos, estos lodos



Les recomiendo muy de veras el libro—conversación entre Pablo Iglesias y Enric Juliana. Les sugiero, además, que se lo tomen con calma. No se atropellen en la lectura. Se trata de Nudo España. Los autores lo han hablado con calma, conscientes sobre todo de que les estaba saliendo algo con enjundia. Verán que Iglesias ha madurado lo suyo y que Juliana está pletórico de ideas, algunas de ellas de enorme importancia para la vida de nuestro país.  No será la primera vez que me referiré a dicha obra.

En un momento dado de la conversación los autores hablan de la situación de algunos países que, tiempo ha, formaron parte del llamado socialismo real. Paré mi lectura y me puse a considerar: ¿cómo es posible que tras el colapso de los países de socialismo de Boletín del Estado hayan llegado a tanta degradación política y moral? No soy capaz de dar una respuesta completa, ni posiblemente aproximada. Ahora bien, puedo dar un pespunte que puede ser relevante. Y tiro de mis recuerdos.

Tras el derrumbe del Este Antonio Gutiérrez me envió a Hungría a representar a Comisiones Obreras en el primer congreso del sindicato húngaro tras la implosión socialista. Empieza el congreso. Su orden del día era: 1) Patrimonio sindical, 2) Estatutos y 3) elección de los órganos dirigentes. Como se verá no hay ningún informe, documento que explique por qué ha caído aquel mastodonte, ya convertido en pura herrumbre. En su lugar, aparece solamente cómo van a hacerse cargo del inmenso patrimonio (residencias, balnearios, periódicos y edificios) de los antiguos sindicatos oficiales. La acción sindical ha sido substituida por la intendencia.

Observo que quienes llevan la voz cantante en dicho encuentro son los mismos que dirigieron los antiguos sindicatos. Más todavía, los nuevos dirigentes elegidos son también los mismos que estuvieron antes de la caída. No hay, pues, regeneración, solamente un cambio de nombre de la organización. En todo caso, sí percibí una variación: había desaparecido el lenguaje aparentemente internacionalista y, en su lugar, figura un preocupante nacionalismo. De aquel polvo --y de otros más pantanosos-- vino este inmenso fangal.


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