«Volveremos
a hacerlo, proclamaremos la independencia de Cataluña», es el forraje electoral
que se emite desde la terminal de Waterloo en su candidatura para el 14 de Febrero. Naturalmente
la condición es que el soberanismo supere el 50 por ciento de los diputados.
Pitanza, rancho para animar a la feligresía.
Mi
hipótesis es la siguiente: no lo harán, tengan o no ese reclamado cincuenta por
ciento. Se trata simplemente de un agit—prop de fuerte calado con la idea de activar
no sólo a los fieles sino esencialmente para levantarle el gallo a Esquerra Republicana de Catalunya,
a la que se obliga a pronunciarse sobre
ese particular y a la que se le intenta apartar de lo que Waterloo considera que
es el sueño húmedo de los republicanos,
a saber, negociar con Madrid.
No
lo van a hacer. Estos son los motivos: la terminal de Waterloo ha visto cómo
han terminado el que proclamó la independencia--gatillazo de Cataluña y quienes
le acompañaron sumisamente. Puigdemont o pies—para—qué—os—quiero; los otros en
la cárcel. Y, sobre todo, tras aquel coitus interruptus, la aparición de una
grotesca sucesión de acontecimientos: escisión en los post post post convergentes,
grupúsculos para dar y vender, destitución de dos presidentes de la
Generalitat. Ni siquiera aquel famoso ´mercat de Calaf´ llegó a ser tan grotesco.
No
lo volverán a hacer. Hasta ellos mismos han aprendido que se está tan ricamente,
tan a gustito en el escaño del Parlament y cobrando un jornal nada despreciable.
Lo que ocurre es que de vez en cuando hay que disfrazarse de gallinero para no
infundir sospechas. Por eso, lanzan ese forraje electoral.
No
lo volverán a hacer porque los indultos no tienen nada que ver con la serie
natural de los números primos que es infinita. Así pues, forraje –solo forraje
electoral-- por el qué dirán. Igual que
aquel alcalde de secano que prometió aire acondicionado en las calles del
pueblo.
Post
scriptum.--- Don Venancio Sacristán, mecánico y filósofo socrático: «Lo primero es
antes».
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