lunes, 1 de febrero de 2021

Dos perlas al principio de la campaña electoral


 

 

Dos damas en campaña electoral, la una en las antípodas de la otra; dos mensajes, que son auténticas perlas, y no precisamente de piedras preciosas. Y sólo llevamos cuarenta y ocho horas de calcorreo. La primera, Laura Borràs, del señorío jurisdiccional de Waterloo; la segunda, Eva Granados, socialista que hizo sus primeros andares como sindicalista.

Borrás ha afirmado, tras consultar los apuntes de su chuleta, que se compromete a «eliminar el Estado en Cataluña». Es algo tan arriesgado como afirmar que los ángulos internos de un triángulo no  suman 180 grados. Disparate político que viene a recordar hasta qué punto los independentistas infravaloraron el poder del Estado cuando tuvieron la ocurrencia de echarle un pulso en 2017. Error caballuno de quienes como ellos –Laura Borràs y sus islas adyacentes— no han entendido que el Estado, este Estado, ha sido quien ha derrotado al procés. No el Estado como ente abstracto, sino el Estado con sus aparatos de toda índole. ¿Error, ignorancia, ingenuidad? Tal vez una pizca de todo ello. Pero fundamentalmente se trata de forraje electoral. Su feligresía necesita, como los seguidores de los Testigos de Jehová y sus hidalgos de bragueta, un estruendo fortísimo, un enjambre sísmico como el de Santa Fe. Y eso, «la eliminación del Estado en Cataluña», es el no va más. Va en línea con la promesa electoral de aquel ricachón francés que, en las presidenciales de 1968, propuso la eliminación del dinero, la policía y demás quisicosas por el estilo.

Borràs, a las cuarenta y ocho horas del inicio de la campaña, lanza ese petardo. Irá en crescendo, aunque no sabemos lo que dirá mañana.

Cambio radical de escenario.

Eva Granados es una socialista templada a la que no se le conoce ninguna descortesía, ni palabras gruesas. Y sin embargo, ha lanzado a los cuatro vientos que «Los Comunes son el agente comercial de Esquerra Republicana de Catalunya». Lo que no se compadece con la realidad.

Posiblemente Granados no ha sabido reprimir la indignación por las palabras del famoso porculero que afirmó mendazmente que «Illa representa a los poderes fácticos». Pero la dirigente socialista debiera haber tenido en cuenta que tan estúpidas palabras no han salido por boca de los Comunes. E, incluso en el caso de que hubieran salido de ahí, que no es el caso, Granados tendría que haber exhibido temple y paciencia. Porque las rabietas de los niños chicos deben tomarse con cachaza.

Lo que no sabemos es si Granados y los Comunes creen que, a golpe de dicharachos, se captan más consensos electorales. Desde luego, las experiencias que tenemos es que, cuando los hunos les tiran los platos a la cabeza de los hotros, muchos les vuelven las espaldas. Lo que no se entiende es por qué sabiendo estas cosas tan elementales las izquierdas reinciden en darse coscorrones en las esquinas. Por lo demás, ustedes son ya lo bastante grandecicos para saber qué les conviene. Sería pretencioso por mi parte hacerles algunas sugerencias. Los viejos no estamos para dar consejos sino para constatar que las izquierdas disfrutan tropezando en la misma piedra tantas veces como corresponda para que Sísifo amanezca empujando el pedrusco para arriba.

 

Post scriptum.--- Don Venancio Sacristán: «Lo primero es antes».

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