Dos
novedades: Salvador Illa provoca un
significativo brinco que recogen las encuestas con solo una validez coyuntural
y expresan los humores en un momento dado; la Junta Electoral Central envía a Waterloo al cesto de los
extraparlamentarios y reconocer los derechos de la marca Junts al PDECat. Poco le importa a Puigdemont: tiene sus escribas
agachados en Tv3.
Por
lo demás, en Cataluña asistimos a dos situaciones chuscamente paralelas: de un
lado, las elecciones autonómicas están anunciadas para el día 14 de Febrero; de
otro lado, desde las covachuelas de un sector del independentismo se lanzan
globos sonda insinuando que, dada la gravedad de la pandemia, no estaría de más
que los comicios se retrasasen sine die. (Rafael Ribó tuvo que
ver en esta historia). Los movimientos para retrasar las elecciones son
insistentes hasta el punto que el presidente de la patronal catalana Foment,
Sánchez Llibre, ha pedido que se celebren en la fecha convenida.
Es
un secreto a voces que Waterloo
no las tiene todas consigo e intenta retrasar la fecha hasta el momento que
entienda que le conviene más. Ya veremos, aunque la voz autorizada de Jordi Pedret Grenzer nos dice: «Demasiado globo sonda en los últimos
días. No existe amparo constitucional ni estatutario posible para un
aplazamiento, a mi entender».
Sea como fuere el caso es que nos
encontramos ya en plena contienda, tras las constatación de la inexistencia de
facto de periodos institucionales de campaña electoral. Vivimos, así pues, en
permanente campaña. Y en esta ocasión con unos contenidos realmente chuscos,
que la irrupción de Salvador
Illa ha potenciado. Es una candidatura
inquietante para el resto de las fuerzas políticas tanto de babor como de
estribor, independentistas y asimilados, y ese bloque que morigeradamente se
llama constitucionalista. Jugada maestra en todo caso. De hecho, Illa ha
seguido el alegato de Miquel
Iceta: «Hic salta hic Illa». Iceta, antiguamente
considerado perejil de todas las salsas, se ha configurado como un master chef
de alto coturno.
Lo chusco del tifón Illa es que ha
puesto a Waterloo y a Esquerra Republicana de Catalunya en función suya. Waterloo afirma que
«las elecciones son cosa de dos: de ellos mismos y de Illa. ERC responde: de
ninguna de las maneras, la cosa está entre Aragonès e Illa. Don Salvador calla, y sobre ese
particular no dice ni oxte ni moxte. Nosotros, llevándole la contraria a los
todólogos diplomados, decimos que, de momento, sólo sabemos que puede pasar
cualquier cosa. Primera consideración: Illa ha hecho que los socialistas
catalanes se levanten de la chaise longue
y, además, sus más directos rivales giren a su alrededor.
Campaña chusca, decimos. Que es la
conclusión de todo el itinerario de confrontación en el seno del
independentismo, un Ok Corral de la máxima intensidad. El lema de ambas fuerzas
independentistas, sin embargo, es el mismo: «Mors tua vita mea», que don Luis el
Dormío, del curato santaferino de los años cincuenta, habría
traducido así: «Ciego tú, tuerto yo». (El mote le vino porque cuando oficiaba
una misa podía durar el doble ante la desesperación de los parroquianos).
Campaña chusca, insistimos. Después de
un truculento juego de martingalas, el hombre de Waterloo encabeza la lista de
los post post post convergentes, el llamado partido Junts. Quien, no obstante, rehúsa aspirar a
ser candidato a la presidencia de la Generalitat. El testigo lo ha pasado a
doña Laura Borràs, que tiene sus problemillas con la
Justicia. Por lo que se ve, esto es una inexcusable
seña de identidad de los descendientes del Patriarca. Ahora bien, lo chusco en este caso
alcanza un sofisticado encaje de bolillos de Camariñas, sede pontificial
española de esos miriñaques. El siguiente de la lista es el gasolinero Canadell, durante un cierto tiempo el obediente eco
de Trump en Cataluña. Que chuscamente ha hablado
así: Yo puedo ser el próximo presidente de la Generalitat, porque la Borràs
tiene sus problemas con la Justicia. Es una lista que, en todo caso, es el
refugio de los practicantes de esa retórica circular: atosigan a la ciudadanía
con mentiras a granel y cuando sus feligreses las creen, todo eso es
considerado como una prueba irrefutable de la veracidad de lo propalado. Lo
mismo que el Hombre bronca norteamericano.
Una última sugerencia: Illa no hace
milagros, sino política. La mejor manera de celebrar una encuesta es tomar
nota, sólo tomar nota; y, a continuación, seguir con lo puesto. Mejorando cada
paso, ciertamente.
Post scriptum.--- «Lo primero es antes»,
podría haber dicho don Venancio
Sacristán tras leer la encuesta que hemos comentado. Pero solo es un suponer.
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