A Donald
Trump le ha
abandonado hasta el desodorante. Su móvil ya no le servirá de mucho. Sus
cuentas en los diversos chirimbolos tecnológicos –con unos noventa millones de
´audiencia´-- han sido bloqueadas. Han tardado demasiado.
Si Quevedo dijo de Góngora que «era un hombre a una nariz pegado», Trump ha sido un tipo a un
móvil adosado. No parece que a lo largo de la historia haya habido un personaje
con la mano tan ocupada como el que ya no es presidente de los Estados Unidos.
Tal vez el único, don Bartolo de
Sassoferrato del que
se dice que siempre aguantaba sus bártulos con ambas manos. Por supuesto, no
tiene nada que ver el ilustre jurista de las Marcas con el hombre bronca.
Diríamos que, de momento, Trump –ese hombre-- está aislado del
continente. Por descontado, alguien le prestará su chisme para comunicarse,
pero las recientes experiencias indican que no pocos de sus paniaguados le han
ido dejando. Es decir, cuando se está de capa caída, nadie tiene cubiertos la
cabeza, el tronco y las extremidades. Es lo que ocurre cuando se está, como es
el caso, «solo, fané y descangayado». Primera consideración: las grandes
compañías han creado un precedente de gran importancia al cerrar las cuentas del
que todavía es el presidente de los Estados Unidos. Es una
manera contundente de acusarle de propalar mentiras a destajo. Segunda
consideración: cuando en estos y otros casos similares se abre la veda, más de
un trapacero estajanovista puede verse afectado.
De momento –sólo de momento-- se ha roto el canal más importante del
subversivismo, cuyo epicentro estaba en la mismísima Casa Blanca. Tendrán que
renovar el Estado mayor. Pero la experiencia indica que, por lo general, tras
la derrota la parábola empieza a decaer. Y lo que tal vez sea más concluyente:
las compañías multinacionales y los grandes capitales norteamericanos ya han
tenido bastante con la grotesca comedia de este Trump. Por lo que más de uno de
ellos hará exclamado «Delenda est Trump».
Y todo eso ¿qué tiene que ver con nosotros? Fácil, el día 14 de febrero –a
pesar de las prescindibles exigencias de don Rafael Ribó— se celebrarán elecciones autonómicas.
Un trumpismo de espardenya se ha instalado en las
candidaturas del hombre de Waterloo. La mentira subvencionada y el
subversivismo de campanario son sus notas predominantes. Los dos primeros de la
lista son la Borràs y el Canadell. O sea, la Trotaconventos y Monipodio. El segundo,
en un alarde (in)solidario con su cabeza de lista, ha declarado: ´Yo puedo ser
presidente de la Generalitat si procesan a la Borràs´. (Mi padre llamaría a eso
´No me ayudes, compadre´). Este caballerete no se ha recatado durante un largo tiempo de loar al hombre bronca
norteamericano. De tal palo, tal astilla. Una curiosidad: las fuerzas
centrífugas que Waterloo ha propiciado en la política catalana han llegado al
extremo de instalarse, también, en su propia candidatura: la mayoría de sus
miembros van cada uno a lo suyo y contra los demás. Refrán: ´de lo que se come
se cría´.
Si el fenómeno Trump llama a investigar qué ha pasado en su país para que
se haya dado esa situación que conocemos, el resultado de las elecciones del 14
de febrero nos obligará a buscar por todos los recovecos e intersticios de la
sociedad catalana los movimientos de nuestras placas tectónicas. Todólogos de
alto copete tenemos para acometer dicha tarea.
De interés: mire, estudie y saque conclusiones del Manifiesto que le
indicamos https://isidorboix.wordpress.com/2021/01/06/las-elecciones-al-parlament-de-catalunya-y-el-gobierno-de-coalicion-progresista-de-espana/
Post scriptum.--- «Lo primero es antes». Enseña don Venancio Sacristán. Y no olviden que, en sus
comentarios, reza también la máxima de «Lo bueno, si breve, dos veces bueno»,
aunque Gracián no lo dijera así
exactamente.
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