Aunque
vivimos en permanentes procesos electorales, ayer se pusieron las tiendas de
campaña de las autonómicas catalanas, se celebren éstas cuando se celebren. Pedro Sánchez y Pablo Casado vinieron ayer a Barcelona y, metafóricamente dieron el
pistoletazo de salida. El primero intentará que las campanas repiquen en honor
de Salvador Illa; el segundo será una resignada
ayuda a mantener a su partido en su permanente irrelevancia.
De
momento me vienen a la cabeza dos consideraciones de interés.
1.---
Alguien ha dicho: «La semana que viene empezará la campaña electoral, me
gustaría que el PSC y los Comunes no se equivoquen de adversario». Es la voz de Daniel Martín, natural de Izavieja allá en los
granadinos Montes Orientales y anclado desde larguísimos años en Sant Vicenç
dels Horts. Encofrador de materiales y de la palabra. Sindicalista de alto coturno.
Lo que ha dicho es el rescoldo de la cultura unitaria de Comisiones Obreras de Cataluña.
De
tan sabias palabras yo saco estas conclusiones: ambas formaciones de izquierda
deben recordar que, cuando se han tirado los trastos a la cabeza, han perdido
por igual. Más todavía, que en las grandes ocasiones unitarias se ha producido
un incremento de la participación. Es ahí –justamente ahí-- en el pozanco de la abstención donde está el
gran almacén de votos para socialistas y comunes.
La
lúcida advertencia de Daniel Martín adquiere mayor envergadura ante el
interesado zafarrancho que están organizando las derechas (Waterloo con sus cuñaos del Partido Popular), los epicenos de Esquerra Republicana de Catalunya
y los joaquinitas de la CUP.
2.---
La segunda consideración es la acelerada degradación de ERC, uno de los
partidos más confusos de Europa. Creció cuando exhibió su autonomía con
relación a Waterloo; ahora, con la ropa interior húmeda por el efecto Illa, se
encabrita y parece volver a sus momentos más descabellados. Hasta tal punto que
Aragonès –la grafía
de su acento es de nuevo cuño-- ha
metido estúpidamente el remo en el corvejón de su ignorancia.
Ese
caballerete ha afeado a Salvador Illa que, siendo ministro de España, se
presente a las elecciones autonómicas catalanas. Aragonès –repetimos que esa
grafía es sobrevenida-- ha ignorado u
ocultado que Lluis Companys dimitió de dputado del Parlament de Catalunya para
ser ministro de la República y posteriormente ser presidente de la Generalitat.
Puede ser que lo ignorara, pues no me cabe la menor duda que su abuelo no se lo
enseñara. Su abuelo, sin embargo, ponía el acento mirando para Levante.
Conclusión:
los políticos deberían aprender a no dar carnaza con sus ignorantes atrevimientos
porque cada renuncio es susceptible de que te sequen los colores.
Post
scriptum.--- «Lo primero es antes», invitaba a considerar don Venancio Sacristán.
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