Dentro
de poco el Parlament de Catalunya abordará en sesión telemática el Presupuesto
de la Generalitat. Según todas las
informaciones votarán a favor de las cuentas financieras los post post post
convergentes de ese badulaque de Quim Torra y Esquerra
Republicana de Catalunya. Los comunes de Ada Colau se abstendrán. Cosa que francamente
sigo sin entender.
Veamos,
lo que se apruebe en el Parlament será papel mojado. Por la simple razón de que
nacerá con fecha próxima de caducidad pues todavía es pronto para saber con
cierta aproximación los efectos de esta marabunta sanitaria, económica y
social. Las cuentas que se van a presentar son un material envejecido. Así las
cosas, no tiene sentido que los comunes
favorezcan la aprobación de esa estantigua. Máxime cuando la irascible derecha
independentista está boicoteando todo planteamiento que sale del gobierno de
coalición progresista. Quede claro que la razón principal es –se repite para
quienes tienen el feo y pijo vicio de leer en
diagonal— la inutilidad de las números que se presentan.
Pero
no es baladí añadir otros argumentos ´de acompañamiento´. Hemos hablado en otra
ocasión de la tenaza que están haciendo las derechas de cazalla y derecha de ratafía. El ardor subersivamente
guerrero de ambas derechas --´Marbella´ y ´Waterloo´-- ha sobrepasado todos los
límites: tanto los de la política como los de la decencia. Entonces, ¿no parece
beata la postura de los comunes en
esta ocasión concreta? ¿Tiene sentido en política no exigir una mínima
reciprocidad a quien le favoreces? ¿Qué queda de famoso do ut des? Ah, qué tiempos
aquellos –peores sin duda alguna--
cuando sabíamos que en política era una candidez cantar que «el patio de
mi casa es particular / cuando llueve se moja como los demás».
Me
viene a la cabeza aquel momento en que estaban quemando a Jan Huss por hereje. Comoquiera que la lumbre no ardía
bien una viejecita, movida por su celo religioso, arrojó más leña a las llamas.
Huss –dice la leyenda-- exclamó: «O
sancta simplicitas!», que el cura de Izavieja traduciría así: «¡Qué inocentona es
esta vieja!»
Francamente,
no creo que estar en la calle de en medio sea un buen lugar para los comunes.
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