Por Javier
ARISTU
¿Improvisó Eisenhower, general en jefe
del ejército aliado, en las primeras horas y días del desembarco de Normandía?
¿Improvisó Adolfo Suárez durante su periodo de gobierno? ¿Improvisamos cada uno
de nosotros cada día? Lo digo porque el presidente de la Junta de Andalucía Juan Manuel
Moreno hace
unas declaraciones en las que acusa al Gobierno de Pedro Sánchez de “improvisar” en este proceso de la
pandemia por la Covid-19 (ver La Vanguardia de ayer).
Sigo preguntando: ¿Qué gobierno no ha
improvisado desde que se expandió el coronavirus? Es difícil creer que haya
habido alguno que no haya tenido que resolver los problemas surgidos a
propósito de esta pandemia sin una combinación de planificación o programación
de medios y recursos a la vez que con dosis de improvisación según iban
surgiendo problemas nuevos.
Conviene
mirar y leer los medios que se publican fuera de nuestro país. Conviene no
quedarse solo en las puertas de La Moncloa. Hay que analizar cómo se está
actuando desde los gobiernos de Francia, de Italia –el país europeo más
castigado seguramente–, de Alemania –ejemplo posiblemente de mayor
cualificación y eficacia–, o de fuera de Europa, como Turquía –del que sabemos
tan poco–, o de Estados Unidos –del que sabemos casi todo sobre la inmensa
capacidad de incompetencia e irresponsabilidad de su Presidente. Si se hace un
balance medianamente objetivo, el mismo no es muy favorable a España pero
tampoco es de fracaso, ni mucho menos: España queda en un soportable lugar en
cuanto a la capacidad de reacción y de intervención ante la pandemia. Me remito
al (pinchar aquí) estudio que realizó hace unos días Ignacio Sánchez-Cuenca
en la revista Ctxt.
Sin
embargo, hay comentaristas, cronistas y gacetilleros cuya única obsesión es
poner de vuelta y media al gobierno por su pretendida inacción o errores
garrafales en la gestión de la crisis. A un gobierno que apenas acaba de
cumplir los cien días y al que la crisis pandémica le cogió justo cuando ni
llevaba quince, le han salido críticos en los medios conservadores como moscas
en levante. No hay día donde un mínimo error o imprevisión se convierta en un
descalabro bíblico; no hay declaración inoportuna de algún ministro sobre
alguna medida que no convierta en crisis total del gobierno, según esos
comentaristas. Una prensa conservadora, la de siempre, convertida en coro de la
acción del PP y Vox. La conocida afición de este sector levantisco de la
sociedad española a convertir el error del adversario en catástrofe total se
repite de nuevo. Frente a otros países donde la oposición política, sea de
derecha o de izquierda, y los medios hacen una crítica responsable dentro de un
general estilo cooperativo, aquí oposición y los medios de comunicación que le
siguen han tocado a rebato y proclaman ya, de nuevo, el mantra del «¡váyanse!».
Lo repetirán y repetirán hasta que lo consigan o se queden ellos agotados.
Por
parte del gobierno legítimo no se trata de resistir, como en fortín asediado
por el ejército enemigo. Se trata de desarrollar una política responsable ante
la pandemia, sin caer en populismos ni demagogias. Se trata de ofrecer siempre
la colaboración y la mano tendida precisamente al que te critica. Se trata de
explicar con una pedagogía clara y transparente ante qué peligro estamos y cómo
se debe actuar social e individualmente, aunque suponga tomar medidas que no
gusten. Se trata de hacer política en serio y no caer en politiquerías. La gravedad
de la crisis sanitaria y la que va a venir económica y social exigirá la mayor
cantidad de fuerzas y, sobre todo, la mayor cantidad de racionalidad y
seriedad. A pesar de aquellos que juegan al pim-pam-pum.
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