Los servicios de
emergencia en Estados Unidos han atendido más de 100 casos de personas
intoxicadas por lejía y productos higiénicos, después que el presidente Donald Trump afirmara públicamente que esos productos podrían limpiar el
organismo del coronavirus. Ese elemento es más peligroso, temerario e
irresponsable que lo que imaginábamos. Lo sucedido en Estados Unidos nos da pie
a unas meditaciones de urgencia, a la espera de que gente reflexiva pueda
añadir cosas de calado a lo que se dice en este pobre ejercicio de
redacción.
Primero.-- Todavía no se ha agotado la irresponsabilidad
en la política. Si el tal Trump ha dicho eso aún es posible soltar mayores
disparates.
Segundo.-- En la rueda de prensa la responsable del
comité de asesores de Trump bajó avergonzada la cabeza. Ante la gravedad de lo
que dijo ni siquiera hizo un gesto de desaprobación. Es la grotesca sumisión al
poder, el miedo a dejar el confort del pesebre.
Tercero.-- Que cien personas hayan sido ingresadas,
hasta la hora de publicación de la noticia, indica –dispensen la
tautología-- que como mínimo hay cien
personas dispuestas a creer lo que se les eche. Siempre que sea Trump. Si es la
ciencia no es creíble.
Trump es el ejemplo
más estridente de la insolencia de ese tipo de político que sueltan la primera
ocurrencia –en este caso ocurrencia criminal--
sintiéndose impunes. Sabiendo que desde el atril del poder se pueden decir,
con una diferencia de cinco minutos, una cosa, su contraria y lo que nada tenga
que ver con lo uno y lo otro. En España tenemos políticos –pongamos que hablo
de las lechigadas de José María Aznar y de Waterloo-- que están haciendo el noviciado para ejercer
a plena dedicación al Trumpismo.
Hay asesores y
correveidiles. Hay científicos y alquimistas, que alquilan sus conocimientos al
servicio del pesebre institucional. También hay, dada la especificidad catalana
alianzas entre la alquimia y la política. Si Madrit dice una cosa Waterloo dice su contraria. Que allí demuestran que el logaritmo de 2 (en
base 10) es redondeando 0,301030, aquí se dirá que
hasta ahí podríamos llegar. La alquimia le da un barniz al independentismo
cátaro y este reconoce la acreditación afamada de la crisopeya. Es la
asociación de bombos mutuos. También para estos alquimistas existe un fondo de reptiles.
Cien personas, de
momento, han creído a Trump. Muchas más
–miles y miles y miles— siguen las recetas fármaco-políticas que vienen de
Waterloo. Lo que indica que Cataluña está en la vanguardia de crédulos, beatos
y gazmoños.
En definitiva, Trump
y Waterloo ignoran el mandato que acuñó en su día el añorado Tony Leblanc: «Lejía Guerrero,
lava la señora, lava el caballero». La
lejía sólo para lavar. Perdón, ¿han caído en la cuenta de la anticipación de
Tony a la hora de la conciliación familiar? Sesenta años de que se hablara de
ello.
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