miércoles, 13 de febrero de 2019

Se acabó el carbón y sin Presupuestos. Arriba los corazones




Se acabó el carbón. Los Presupuestos generales del Estado han sido rechazados desde las filas independentistas y  las de Adoración Nocturna. Con intereses diversos, pero coincidentes en las consecuencias. La cama de la política tiene esas vueltas y revueltas.

Puigdemont insiste en su letanía: el cuadrado de la hipotenusa no es igual a la suma de los cuadrados de los catetos. Desde el acomodo de la mesa camilla de Waterloo envía el maná a la cofradía independentista. Esquerra Republicana, a su vez, sigue viviendo sin vivir en ella. Realmente los de Junqueras han sido, al final del recorrido del proyecto de Presupuestos, los más beligerantes. Al menos formalmente. Fueron los primeros en anunciar la presentación de una enmienda a la totalidad. El PDeCAT, la enésima versión del gran convergente, emuló a la Parrala con calculada ambigüedad.

Las posiciones de los dos partidos independentistas parten de un imposible metafísico. La negociación que planteaban  siempre se basó en aprobación de las cuentas públicas a cambio del reconocimiento del derecho de autodeterminación. Este quid pro quo era –y sigue siendo--  de imposible aceptación. Ni siquiera Podemos, si estuviera en el Gobierno, podría aceptar esa propuesta.

Comoquiera que los partidos independentistas lo sabían y, más aún, fueron avisados reiteradamente, mantener dicha postura, como condición sine qua non para negociar, se convertía objetivamente en una negativa explícita a no negociar. Y, sobre todo, en el fondo era una martingala para vigilarse mutuamente  ERC al PDeCat. . Más todavía, era una forma de no separarse demasiado de los movimientos independentistas.  En suma, se trataba de  una triquiñuela que iba más allá del electoralismo. Es la pulsión permanente del independentismo político. 

Se acabó el carbón o, si se prefiere, s´ha acabat el bròquil. Los principales responsables de ello son los partidos independentistas. Había una posibilidad de que votaran afirmativamente las cuentas públicas; sin embargo, teníamos la certeza de que la Adoración Nocturna lo haría jupiterinamente en contra. Ahora, los jefes de fila independentistas serán los responsables de las consecuencias de su decisión, de los efectos materiales en la vida concreta de las personas de carne y hueso  que no haya presupuestos. Y también, por supuesto, las consecuencias políticas.

¿Consecuencias políticas? Entiendo que el independentismo reincide en los abultados errores del pasado más reciente. Por ejemplo,  pensar y actuar que más bronca en la vida política española es una condición de posibilidad para avanzar.  El mito puede aparentar que ello es así, pero la Historia lo desmiente. Más bronca en la vida política española es, por el contrario, una garantía de no solución de los problemas en los cuatro puntos cardinales, incluidos los catalanes.

Elecciones a la vista, pues. Oído, cocina: las izquierdas deben olvidar, desde ya mismo, lo que pudo haber sido y no fue; dejar de lado sus propias chucherías y enfrentamientos. Y –tras este rasguño--  pasar a la ofensiva.Quien se amilane desde el principio tiene todas las de perder. 



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