Son
los escuadristas, todavía sin botas y correaje.
No
soy de los que hablan del fascismo en vano. Sé lo que es, y no académicamente.
Lo viví y lo sufrí. Lo conocí en la calle y en las cárceles. Otros muchos lo
sufrieron más que yo. Por eso afirmo sin concesiones a ninguna galería que el
sector lumpen del independentismo está campando por sus respetos en la vida
pública catalana a través de altercados fascistas químicamente puros. Los que
no leen en diagonal habrán caído en
la cuenta de que no afirmo que todo el independentismo sea fascista. Estoy
hablando de su fracción lumpen.
Ayer
un grupúsculo decidió reincidir en la consigna del apreteu, apreteu ante la tumba de Antonio
Machado. Ni siquiera respetaron las nobles canas de mujeres y hombres
republicanos que, junto al Presidente del Gobierno español, rindieron homenaje
al gran poeta sevillano. A los familiares de Machado
y del presidente Azaña; a Carmen Berzosa, presidenta de la Amical de Mathausen, Paco Ibáñez, y a ancianos republicanos. Al gobierno de
Pedro Sánchez que presidió e intervino en el
acto. El exquisito cantautor de Verges
todavía no les ha dicho «No és això, companys, no ès això». ¿Dirá algo el
gobierno de Torra? ¿Dirán alguna cosa los independentistas de caviar?
Escuadrismo
puro. Lo vengo diciendo desde hace ya algunos años. Las almas de cántaro se
llevaron las manos a la cabeza por considerar inadecuado el tratamiento que
daba a, según ellos, unos «compañeros equivocados». De momento son escuadristas
de paisano, todavía sin botas ni correaje. No es que miren hacia otro lado, es que niegan
que se cometió tamaño ultraje. Incluso en las llamadas redes sociales afirman
que eso es un invento de El Periódico.
Escuadristas, de momento, digitales. Los mismos que aplaudieron la propuesta de
un escritorzuelo de Sabadell negando que el poeta tuviera una calle en la ciudad. Escuadristas
vitoreados por sus homologados europeos.
El
fracaso del procés tiene estas cosas.
Su división y fragmentación en grupúsculos lleva a estos desmanes. Que, además,
son una consecuencia de la lucha sorda en el interior del independentismo. Así,
mientras Artur Mas afirma
que «fue un error no votar los Presupuestos del Estado», el lumpen escuadrismo
pita a Pedro Sánchez en Cotlliure en la tumba de un intelectual al servicio de
la República.
Quede
claro: no es sólo la decadencia de Cataluña, es sobre todo la degradación de
una parte de ella. Perdónales, Señor, aunque sepan lo que hacen.
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