miércoles, 6 de febrero de 2019

¿Observador internacional? ¿Relator? ¿Notario?




De la chistera del gobierno catalán ha salido un conejo. Se propuso un «mediador internacional» como observador en la reunión de partidos catalanes. Tras unas cuantas vueltas y revueltas la cosa queda matizada. De la siguiente manera: en dichas reuniones estará presente un «relator», o algo por el estilo, cuyo objetivo es dar fe de lo que hablen los convocados. Pedro Sánchez lo acepta.

Primera consideración formal: si el encuentro es de partidos nada pintan los gobiernos en ello. Cuestión distinta es si tal artificio puede ayudar a avanzar en la solución del problema. En todo caso es de cajón que un testigo más fidedigno sería la grabación de los encuentros.

Segunda consideración: se trata del reconocimiento del fracaso del lenguaje político. De ahí que se quiera recurrir al aspecto de la técnica del relator, disfrazado de mediador para no infundir sospechas.

Ahora bien, exactamente ¿cuáles son los objetivos de estas reuniones de los partidos políticos catalanes?  El gobierno catalán aclara: «Es  innegociable el reconocimiento del derecho de autodeterminación, aunque no es necesario que lo sea de forma explícita». Caramba, ¿si Pedro Sánchez acepta la figura del relator es para que el independentismo político vote favorablemente los Presupuestos Generales del Estado o para qué? Goethe pediría ¡más luz!

Sea como fuere hay que lamentar la bombástica sobreactuación de la derecha –Una y Trina--  española. La traición, un plato que se sirve hirviendo, ha vuelto a sonar. Son las derechas de la doble moral y la doble contabilidad.

Me permito mostrar mi escepticismo. El talón de Aquiles de la propuesta del relator está en que, por parte del independentismo, si lo consiguen, pedirán a continuación «un huevo duro más». Y, por parte del gobierno español, la avalancha de críticas que vendrán desde importantes sectores del PSOE. De un lado, el hombre de Waterloo; de otro lado, ciertos barones del socialismo español, que señalarán el peligro de esa operación en puertas del itinerario electoral previsto. Con lo que Pedro Sánchez se encuentra en esta bifurcación: entre que no haya presupuestos o que su partido entre en otra crisis. El dilema del asno de Buridán.

Sea como fuere debe destacarse la audacia de Pedro Sánchez, al que –recurriendo otra vez a Goethe— le pedimos ¡más luz! Una sinceridad, errónea o no, que nada tiene que ver con la actitud del independentismo: Puigdemont y la Assemblea Nacional Catalana alentando la huelga general de un sindicato—probeta y la actitud  de Torra negándose a condenar los destrozos de los juzgados de Gavá por parte de los comités de defensa de la república.  

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