La derecha española –Una y Trina-- ha entrado en un territorio subversivo. Las
declaraciones de Pablo
Casado llamando a Pedro Sánchez presidente ilegítimo son de una extrema
gravedad. Vale la pena decir que es la calificación más injuriosa que se ha
hecho en España desde que recuperamos la democracia. Quede claro: eso no lo
ampara el derecho a la libertad de expresión. Por el contrario es un ataque
desaforado claramente inconstitucional. Casado lo sabe y, sin embargo, larga la
puñalada. Tras ello podemos decir que, desgraciadamente, España entra en un
periodo de muy alto voltaje. Más de uno volverá a gritar aguardentosamente
aquello de ¡Vivan las caenas!
Puedo explicar los motivos que llevan a Casado a
tamaño dislate. En primer lugar, intenta tapar la reaparición de la corrupción
que se está aireando en los juzgados en torno al Partido Popular, en tiempos de
Esperanza Aguirre y
nuevamente con Rodrigo Rato en el banquillo de los
acusados. Es segundo lugar, trata de hacer olvidar, de
un lado, los intentos de mediación del gobierno de Mariano Rajoy con Carles Puigdemont y, de otro lado, ocultar que
el hombre de Pontevedra no pudo impedir la celebración de dos consultas en
Cataluña. Más todavía, la constatación de que las fugas hacia Vox no sólo no amainan sino
que arrecian. Y, en último lugar, el carácter exaltado de este Joven Cruzado. A
partir de ahí, el líder del partido corrupto hasta el tuétano entra la fase de
subversión. Pero –como diría el clásico--
peor que un crimen: es un error. Porque intentar competir con Vox, en la
forma y en el fondo, lleva a una parte del electorado pepero a escoger la versión más nítida. El Joven Cruzado está,
dicho en castizo, trabajando para el
inglés.
Sobreactuación también de ciertos barones del
socialismo levantisco. Que la operación de Sánchez en torno a la figura del
«relator» en las conversaciones con el independentismo catalán no sea
afortunada no impide que la actitud de tales barones sea algo más que
pendenciera. Por cierto, alguien tendrá que señalarles que su angustiosa
preocupación, aproximadamente existencial, tiene más de la cultura de los
cenizos de la Generación del 98 que de la semilla de Pablo
Iglesias, el Viejo. De tanto dolerles España se están descuidando de la
acción política en sus propias encomiendas. Yendo por lo derecho: me parece
grave la actitud de Casado, pero es realmente caballuna la reacción de los
Encomenderos que velis nolis le
acompañan. Son las travesuras de doña Correlación de Fuerzas.
Addenda. Me permito recordar un sucedido de los
tiempos de la crisis fatal del PSUC. Año 1981. En el
Colegio de Periodistas de Cataluña estábamos concentrados centenares de
personas en solidaridad con Xavier Vinader. Manuel Vázquez Montalbán y un servidor éramos ponentes
en aquel acto. Se nos acercó Anna
Balletbó, diputada socialista, y sinceramente preocupada nos preguntó: «¿Pero
qué os pasa en el partido?». Vázquez, que no estaba para chucherías le respondió
proféticamente: «Cuando seáis un partido
os pasará lo mismo». ¿Están ustedes en lo que es?
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