Uno
de los mantras del independentismo catalán fue –y sigue siendo-- la internacionalización del conflicto.
Podemos decir que la incompetencia de sus dirigentes también ha hecho fracasar
esta estrategia. De hecho el caserón de Waterloo no tiene nadie que le escriba.
Y, cuando Quim Torra pasea su soledad por Europa sólo concita el
acompañamiento de cuatro y el cabo. Más todavía, a medida que va pasando el
tiempo y las dificultades se mantienen, el independentismo va adquiriendo unos
aires autárquicos, ensimismados. Peor todavía, se va consolidando un
sentimiento antieuropeo con tintes de confrontación con las instituciones
europeas.
La
cosa viene, otra vez a cuento, porque las autoridades de la Unión impidieron a Puigdemont y Torra dar una
conferencia en la sede del Parlamento europeo. La respuesta de Torra fue la
siguiente: «El euro parlamento es una
marioneta de la derecha española». Una curiosa manera de hacer amistades
por parte de este irascible caballero. Haciendo un esfuerzo de comprensión caritativa,
un servidor puede entender que Torra arremeta contra las autoridades. Pero, ¿es
sensato arremeter de esa manera contra el Parlamento? ¿En qué beneficia ese
ataque a los intereses de Torra? En todo caso, lo más chocante es que el
mencionado caballero ignora los estropicios –léase, el aislamiento-- que le reporta tan injuriosa invectiva. Por
supuesto, allá ellos. Perder el juicio –incluso sin saberlo-- es algo que en el independentismo no es cosa
nueva.
Con
todo, el problema aparecerá cuando la pareja de hecho –Puigdemont y Torra-- cansados de pedir ayuda y de sólo recibir portazos orientarán
sus relaciones decididamente a las periferias: a la parlamentaria europea y a
la geográfica. Tiempo al tiempo. De momento, lo que no sabemos, es qué piensan
sobre ese particular los estados mayores de ERC y del PDECAT? O sea, ¿qué
piensas de les amistades peligrosas de este par de botarates. Por ahora no han
dicho esta boca es mía.
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