Cuando
un feriante alza la voz, micrófono en ristre, y pregona sus muñecas chochonas, se está ganando honradamente
la vida. Pero cuando Quim
Torra intenta imitarlo se convierte en un charlatán. Desde luego, no es
el primer político que convierte su actividad en pura garrulería, pero
posiblemente es el que más la ha banalizado. Ahora, en el contexto de este 11
de septiembre ha dejado caer dos chochonas.
Primera
chochona: ha dicho que Pedro Sánchez debe pedir perdón por el fusilamiento de Lluis Companys. Segunda chochona: que la actitud ante
los presos políticos independentistas
es equiparable a la del fusilamiento de Companys. Estaríamos, así las cosas,
ante lo que el historiador Josep Burgaya explica:
«En el mundo independentista hay una auténtica subasta entre los tres grandes
grupos sobre quien es el administrador de las esencias y de la radicalidad» (La
Vanguardia, del pasado 5 de setiembre).
En
todo caso, también en esta ocasión Torra ha banalizado el fusilamiento de
Companys y ha dado solemnidad grotesca al encarcelamiento de los políticos
presos. No se trata de un pronto, no
es algo improvisado ni es la primera vez que lo cantan este tenorcillo y sus
partiquinos. Es, además, una reescritura de la historia, siguiendo los pasos de
Confusio (sic), aquel
personaje del episodio nacional ´Prim´ que estaba escribiendo la historia de
España, «no como era, sino como debía ser», según su propia confesión.
Las
dos chochonas son, a estas alturas, el
reconocimiento de que la sintaxis independentista, fracasado el procés, ha entrado en barrena. Pura hojarasca para tensionar a quienes
tengan el ánimo por los suelos. Las viejas canciones de gesta ya son un disco
rayado. Deben ser, pues, reemplazadas por eructos mediáticos que quepan
preferentemente en tuiter. Ahora bien, oído cocina: esas dos chochonas no van dirigidas a Pedro
Sánchez, ni a quienes no comulgamos con la hostia consagrada del
independentismo; se lanzan contra Esquerra Republicana de Catalunya, el partido más rival de
Waterloo, su principal competidor en el reparto de la túnica sagrada.
Bien
mirado el asunto nos parece del todo normal: fracasado, desde su raíz, el procés ya no queda material político; lo
que hay es pura cascarria. La competición entre los independentistas a golpe de
regüeldos por tierra, mar y aire. Lanzamiento de pitracos.
En
definitiva, un 11 de setiembre singular presidido por la acción de truchimanes
que se tiran los tarros de las esencias los unos a los otros. La Diada la han
convertido en una fecha más del almanaque.
Post
scriptum.--- Una vez más: «Lo primero es antes», primer axioma del Almagesto de
don Venancio Sacristán.
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