Las trifulcas en el interior de la familia post convergente han entrado de lleno en el territorio de los tribunales de justicia. Oiga, de la justicia española. Ni siquiera han tenido la picardía de recurrir a una comisión de hábiles componedores –de hombres buenos, como se decía antiguamente-- para arreglar el litigio que se traen entre manos el confesionario de Waterloo y los del PDECat por la propiedad de la marca electoral. El recurso es a la Justicia española, la de ese «estado fallido», «de analfabetos y fascistas», tan execrado por todas las guildas del independentismo.
El independentismo político está hecho añicos. Malísimas son las relaciones entre Waterloo y Esquerra republicana de Catalunya; pésimas son las relaciones entre Waterloo, el Partit Nacionalista de Catalunya y ERC; y –como se ha dicho anteriormente-- Waterloo y PDECat andan despellejándose en los tribunales. Son las graves consecuencias de un extraño viaje; de una caminata: primero a trompicones, después a la desbandada. Escisiones y fragmentaciones sucesivas son, tal vez, lo más llamativo del fracaso del procés. Un tormentoso camino, durante el cual el gobierno catalán ha recortado un 8 por ciento del gasto social.
Algunos
venimos diciendo desde hace tiempo que el procés
había fracasado. Al principio estaba mantenido artificialmente al baño María,
después definitivamente dejado de la mano de Dios. Muerto. Cada vez que un
servidor lo decía, una legión de guerrilleros de Crist Catalunya me llamaba de
las mil maneras del cerdo. Incluso un ni
ni (ni independentista, ni unionista) me invitaba a colgar las botas con
dignidad. Ahora, alguien que ha estado en el corazón de las tinieblas, Andreu Mas—Colell afirma en
la revista Ara, el templo de la
melancolía independentista, que el procés ha terminado, que no habrá
independencia y que se ha de virar al pragmatismo.
Pero las trifulcas que mencionábamos tendrán lógicamente una segunda derivada: mayor inestabilidad política en Cataluña. Que se alargará ya que todo indica que Quim Torra ha optado finalmente por obedecer a Waterloo y no convocar elecciones anticipadas. Más desasosiego, más inestabilidad, más desgobierno. Porque la principal atención de las que formalmente son las autoridades autonómicas se dirigirá a quién capta más cargos públicos para su fracción. Las siete plagas de Egipto, en comparación con todo esto, fueron llevaderas.
Post
scriptum.--- «Lo primero es antes». Que
ya no es un lema, sino una asginatura. La creó don Venancio
Sacristán, metalúrgico y filósofo post socrático.
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