sábado, 12 de septiembre de 2020

Ayer fue 11 de setiembre (en minúscula)


 

La Diada, desde hace tiempo, tiene el significante deteriorado y su significado empieza a estar borroso; el independentismo se ha encargado eficazmente de ello. Ayer, 11 de setiembre, según reza el Calendari  dels Pagesos, fue una fecha más en el almanaque. La Diada ha perdido marfil, cemento y esmalte. Otra consecuencia de la errática casquería del procés.

Cierto, hubo varias decenas de miles de asistentes a los actos que había convocado la ANC. Sin embargo, salieron de Barcelona más de 240.000 coches con rumbo a las playas de la mar mediterránea. Pero el acontecimiento en el que habían puesto sus esperanzas, como lógica prevención ante la pandemia, fue la colocación –dijeron— de miles, miles y miles de esteladas en los balcones y ventanas. Poco traperío pudo verse. No sólo es el cansancio, sobre todo la fatiga empieza a dar señales de que la fecha de ayer es un aparteaguas en la relación de la feligresía hasta ahora independentista común con el independentismo orgánico. Cansancio, fatiga y ahora decepción porque –ni siquiera en la Diada, como era habitual--  los partidos independentistas celebraron ´paz y tregua de Dios´. Cansancio, fatiga, decepción y ahora estupor oyendo a la señora Elisenda Paluzie afirmar que «los Mossos no es policía catalana sino española». Cansancio, fatiga, estupor, decepción y ahora irritación del independentista peatonal que observa que su Diada queda mancillada por los ultras de los cdr que atentan contra los trenes de cercanías: terrorismo con sonrisas.

Mientras tanto, en las covachuelas de la Generalitat el trabajo brilla por su ausencia: unos, aplicando los mandamientos de Waterloo; otros, intentando esquivar las llaves de lucha grecorromana que le vienen de Waterloo. Unos y otros sabían que la Generalitat ha perdido un 30 por ciento de sus ingresos debido al coronavirus.  Así las cosas, ¿qué hacen los unos y los otros? Solamente esto: preparar la respuesta al libro que ha publicado el contrario.

Punto y aparte. Doy la palabra a Lluís Rabell: « La izquierda ha tardado en diagnosticar certeramente la naturaleza del movimiento que se desarrollaba ante ella y que trastocaba la sociedad catalana, sus instituciones, su convivencia. Una parte de esa izquierda duda aún ante el populismo. He aquí el desafío del próximo período. La izquierda necesita desplegar sin complejos un proyecto propio para Catalunya, un proyecto federal y progresista. La épica impotente del populismo sólo puede dejar tras de sí un reguero de frustración, resentimiento y división. Pero, para tejer un proyecto alternativo, hay que empezar a llamar a las cosas por su nombre». Lo pueden ver en https://lluisrabell.com/2020/09/10/el-inacabable-momento-populista/

 

Post scriptum.---  No busquen en Tito Livio que «lo primero es antes». Solo en las fuentes orales de Pepe Sacristán, hablando de su padre, Venancio.

 

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