Nueva
ciclogénesis explosiva sobre el Partido Popular. El edificio de Génova 13 tiene una aluminosis
de caballo; sus vigas, inquietantemente curvadas, podrían ceder bajo la presión
de la mugre acumulada. El caso Kitchen
es otro capítulo más de los episodios particulares de ese partido. O, tal vez,
sería más apropiado decir que es un rincón de los inmensos establos de Augías de
Fraga y Aznar, de Rajoy y Casado. Corrupción
sistémica en un partido mitad político, mitad Cosa Nostra.
1.---
Casado, afirman algunos reputados comentaristas, «sacrificaría a los implicados
en el caso Kitchen para salvar al PP». Quizá
hubiera sido más preciso decir que para salvar su propia cabeza y la de sus
espoliques. Porque sobre el partido llueve sobre mojado. Lo tendrá difícil
Casado casaseno achicar tanta agua sucia en los sótanos de Génova. Porque si
sólo pagan el pato los de la última hornada, éstos reclamarán que «o todos o
ninguno». Incluidos los agurtelados. Una posible solución sería el borrón y
cuenta nueva que representaría fundar un nuevo partido con o sin el machihembrado
de la aleación gurtel—kitchen. Pero el fugitivo Casado, aunque huyera de la
´herencia recibida´, siempre estaría en coplas. Sólo tiene una salida: hacerse
con toda la templanza posible, civilizar su cultura asilvestrada y ser
constitucionalista de pensamiento, palabra y obra. Abro un paréntesis: que las
almas de cántaro que están pidiendo la ilegalización del PP consideren que eso
sería hacerle un servicio inestimable a los de Vox, únicos amos del latifundio de la derecha. O
sea, ancianos de todos los comités centrales habidos y por haber, no seáis
candorosos.
2.---
Con todo, la gravedad del escándalo Kitchen –un escándalo de Estado, gobernado
por el PP-- ha opacado la relación espuria
entre el Ministerio de Interior y la
Judicatura.
«Igualico,
igualico que el difunto de su agüelico», decía un personaje de los viejos
tebeos de antaño. Este singular Francisco
Martínez, secretario de Estado de Seguridad con el pío Fernández Díaz de ministro,
reedita las hazañas judiciales de aquel Ignacio Cusidó, portavoz del PP en el Senado, gobernando Rajoy:
«Controlaremos la Sala Segunda del
Tribunal Supremo desde atrás», guasapeó a sus senadores.
El
joven Martínez –lógicamente
despechado porque no le cayó una canonjía o un estanco que llevarse a la boca,
tras ser cesado— tiró de ese chirimbolo multiusos, que es guasap, y le dijo al
Presidente de la Audiencia Nacional, José Ramón Navarro, lo sinvergonzones que son «Jorge, Rajoy y
Cospedal» (sic). O sea, la trama. El polígono irregular Jorge, Navarro,
Martínez, Rajoy y Cospedal.
La Audiencia Nacional en las mismas sábanas que el Gobierno en un inquietante ménage á cinq. Noten el castizo compadreo de Martínez y
Navarro: el ministro es tratado como ´Jorge´, simplemente Jorge.
Post
scriptum.--- «Lo primero es antes». Que
bien pudiera ser el texto de un guasap de don Venancio
Sacristán a la vida pública española. Desde Chinchón a toda España.
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