Este es el momento para irnos de España, que es incapaz de afrontar con éxito la crisis económica. Esta es la opinión del independentismo curialesco, que encarna Waterloo, expresado con vehemencia por el presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona, Joan Canadell (1). No se apoya en datos, sólo en desvaríos, algo un tanto chocante en la cuenta corriente de un empresario que se precie. Con lo que llegamos a una primera conclusión provisional: este caballero o entiende que la independencia sería para él un buen negocio o la ideología –es decir, la deformación de la realidad en su mente-- se le presenta en poder de la ratafía.
Lo peor de tal fabulación es que impide analizar las causas (económicas y políticas) del bajón que se está produciendo en Cataluña en el ranking de las comunidades autónomas. Si la culpa de todo siempre es de Madrit –y sólo de Madrit-- se consolida la marcha a la decadencia de Cataluña. Ahora bien, el hilo argumental del gasolinero Canadell es tan chirriante como decir que ya que Francia no puede impedir la crisis, Lyon debe buscarse la vida por su cuenta.
Me pregunto si para llegar a esas conclusiones tan estrafalarias por qué tuvo que estudiar tantas ecuaciones el ingeniero Canadell. Con las cuatro reglas y el Catón Moderno le habría bastado.
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