La curvatura del espacio—tiempo de la política catalana ha dejado dicho en las últimas cuarenta y ocho horas algunas cosas que muy someramente comentaremos a continuación. Daremos opinión provisional con la idea de animar algunas conversaciones en las terrazas de los bares que, rogamos enérgicamente, deben tener lugar bajo la cautela y defensa de la mascarilla.
1.--- El bueno de Joan Tardá ha publicado hoy un artículo –observen que no digo ´interesante´-- en El Periódico (1). La preocupación del político, aparentemente retirado de la primera fila, es su ´dignidad personal´. Que es un asunto que afecta, naturalmente, al antiguo dirigente republicano pero que, dicho fríamente, ni quita ni pone significación a las relaciones de fuerza. Perdonen mi severidad, pero a un servidor le parece que es un escrito lánguido. Ahora bien, soy del parecer que expresa la situación en que se encuentra su partido, ERC, de desorientación angustiosa ante, de un lado, las tarascadas que le vienen de Waterloo y, de otro lado, la irrelevancia en la que ellos mismos se han metido: ya ni pinchan ni cortan en Madrid. ERC es, ahora mismo, un partido que está inquieto ante la relativa inminencia de unas elecciones autonómicas y ver que se va rezagando.
En todo caso me imagino a Tardá muy sorprendido por la deriva de su partido, que él siempre quiso evitar: ser acorralado por Waterloo. La escuela pactista del Baix Llobregat, en el caso de los de Junqueras, ha sido laminada por la brigada Brancaleone de Puigdemont. Para quienes opinen que estoy dando un tratamiento cruel a ERC, digamos caritativamente que ese partido se ha quedado afónico.
2.— Dicen los medios, hoy, que Quim Torra no cogerá el carnet de Junts, la enésima versión post post post convergente, ya presidida por Carles Puigdemont. No parece que sea algo corriente, aunque tampoco hay que extrañarse dado el gran bazar de anomalías que existe en Cataluña. Tampoco, según dicen, Artur Mas tiene intención a afiliarse: la acumulación de excentricidades no parece acorde al paladar del que fuera delfín del patriarca Pujol. Él se tiene por un hombre de orden, sea esto lo que quiera que sea. Tal vez la explicación de que no milite en el sinedrio de Waterloo la ofrezca su otrora mano derecha, Josep Martí Blanch, en su artículo de hoy Punk en el Parlament (2).
Ahora bien, no parece que haya explicación en que un extravagante Torra rehúya formar parte de una familia no menos excéntrica como Junts. Comoquiera que una buena parte de la dirección del nuevo partido la conforman viejos galápagos convergentes, tal vez Torra no quiera formar parte de ese artefacto. Los sapos que se tragó Torra en tiempos antiguos –aquellos pactos con el Partido Popular de Aznar y otros enjuagues y lavativas— pasan ahora una modesta, aunque llamativa factura. Torra, en el fondo, no hace política; lo suyo es la bronca permanente y que salga el Sol por Llavaneras.
En todo caso hay un dato de gran interés: desde que se anunció, hace un par de meses, la apertura de la fundación de Junts tan sólo 3791 personas se han afiliado. No parece que esa estrella brille demasiado. Hablando en plata: todavía el partido de Waterloo es cuantitativamente un grupúsculo. Todavía.
Post
scriptum.--- La foto de arriba no tiene
nada que ver con el texto. Simplemente es la evocación de un recuerdo de hace
cincuenta años. Penal de Soria, verano de 1970. En aquella época ya intuíamos
que «lo primero es antes».
1)
https://www.elperiodico.com/es/opinion/20200809/el-dialogo-y-la-dignidad-por-joan-tarda-8068320
No hay comentarios:
Publicar un comentario