domingo, 8 de julio de 2018

Soraya y Casado, duelo a primera sangre




Del «pacto entre perdedores» se ha pasado a la Santa Alianza. O sea, los perdedores se han juramentado contra Soraya Saenz de Santamaría (a partir de ahora SSS).  Lo que antes –y frente a otros— se consideraba una maquinación se transforma, gracias al birlibirloque del subjetivismo interesado, en algo normal de la vida democrática. SSS, así las cosas, está que trina pues intuye que no ganará el Congreso de su partido, ni por lo tanto podrá ser cabecera de cartel frente a Pedro Sánchez o Albert Rivera. Y, peor todavía, sospecha que su íntima enemiga, Cospedal, patrocinará un duro ajuste de cuentas.

Pablo Casado hace responsable de los males de Cataluña a SSS. Y de  manera indirecta le atribuye todos los errores del grupo dirigente. Exageraciones. Y, diría más, su alianza con Cospedal desmiente que tales acusaciones son casquería electoral. El mensaje de Casado es: «Yo no estaba allí». Falso también, porque fue aupado por el hombre de Pontevedra –hoy de Santa Pola--  a donde se cocían las habas. Y en  cada reunión del comité ejecutivo nunca constó que tomara la palabra. Bueno, ni él ni nadie. Sea como fuere, los dardos de Casado –cabeza de «la coalición de perdedores»--  impugnan toda la política de Mariano Rajoy. Pero, como se ha dicho antes, él no estaba allí. En resumidas cuentas, un sector del Partido Popular empieza a ajustar las cuentas al hombre de Pontevedra. Con lo que podrían darse las condiciones para reivindicar a la bicha, esto es, José María Aznar. Casado ha iniciado en su campaña una sutil reivindicación de la figura de aquel.  Y es que en política se da con cierta frecuencia que algunos muertos gozan de buena salud.

Lo más seguro es que, desde las filas de SSS, salgan en los próximos días algunas flechas envenenadas contra Casado. En resumen, París bien vale un duelo a primera sangre.

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