miércoles, 25 de julio de 2018

Cerrado el Parlament de Catalunya a la brava



La Mesa del Parlament de Catalunya ha tomado una decisión insólita: no se celebrarán sesiones plenarias hasta el mes de Octubre. Insólita por el cierre en sí mismo y, todavía más, por los motivos de dicha decisión. Quede claro que el motivo no es el agobiante calor y los tremendos niveles de humedad. Al fin y al cabo sus Señorías tienen un generoso aire acondicionado y en la cantina hay un buen nivel de existencias, sólidas y líquidas, a módicos precios. A decir verdad no me manifiesto contrario ni a lo uno ni a lo otro, porque las condiciones de trabajo son lo primero. El motivo del cierre, cuya responsabilidad es de la Mesa, es eminentemente político.

La mayoría parlamentaria la tiene el soberanismo, que está enfrentada entre sí. De esta manera, a través de su crisis, deteriora la representación política a la que tiene derecho la ciudanía. Ahora, la representación política y el propio Parlament son un mero perifollo.  O sea, el cierre parlamentario es un recurso para no airear más todavía la confrontación entre las diversas fracciones independentistas, principalmente entre las del hombre del hombre de Berlín y las de Junqueras. De esta manera –bajando las persianas del Parlament--  se da otro golpe de tuerca.

Hasta ahora no fue infrecuente que, en pleno quilombo parlamentario, el versátil presidente suspendiera durante algunas horas la sesión para, después, reanudarla a la  remanguillé. El quilombo en aquellas situaciones era el enfrentamiento entre independentistas y sus adversarios. La suspensión de las sesiones plenarias hasta el mes de Octubre está referida a la confrontación entre independentistas. Esta es la novedad. Es un cierre a la brava. Y probablemente de escasa limpieza democrática.

Apostilla.--  Los establos de Augías se han trasladado al Parc de la Ciutadella. Fuerte olor de purines por los cuatro puntos cardinales de Cataluña.   A mis ochenta años es lo que me faltaba por ver.  

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