jueves, 5 de julio de 2018

¿Cataluña tiene solución?




«Catalunya no tiene solución». Lo ha dicho de manera lapidaria Enric Juliana en su artículo de La Vanguardia del pasado miércoles. Y ha rematado la sentencia con una frase dantesca: «perded toda esperanza». La frase de marras no parece ser el resultado de un arrebato de pesimismo, sino la constatación de una serie de hechos recientes que el periodista constata  pormenorizadamente. Léanlo, por favor. Sin embargo, tengo para mí que, a pesar de las mil y una dificultades enormes, la política puede construir un arreglo más o menos duradero de ese gran litigio. 

Ahora bien, tengo la certeza de que con el Partido Popular en la guía del país es materialmente imposible una aproximada solución. Es más, con ninguno de los candidatos a repartirse la túnica sagrada de
Mariano Rajoy se estaría en condiciones de querer llegar a un  acuerdo. Por lo demás, tampoco los de Torra están por la labor. Son la mutua retroalimentación, que les da alas a seguir con este fenomenal quilombo. Y tres cuartos de lo mismo sucedería con Ciudadanos. Esa es mi certeza. Pero estoy en condiciones de proponer una hipótesis: con gobiernos diferentes en Madrid y Barcelona podría haber una aproximación al apaño. La cosa, pues, estaría en manos de un personaje tan singular como  doña Correlación de Fuerzas así en el escenario español como en el europeo.  De donde se infiere que para resolver la papeleta serían necesarias estas condiciones: a) un gobierno de centro izquierda en España y otro de diversa condición en Cataluña; una opinión pública fuertemente sensibilizada que quiere que haya soluciones; y c) una relación de fuerzas en la Unión Europea claramente europeístas, precaria en nacional-populismos. Tampoco es, ciertamente, una certeza sino simplemente una hipótesis contra el «Catalunya no tiene solución».

Una opinión pública activa y fuertemente sensibilizada, hemos dicho. De momento, uno de los datos más serios es la proliferación de grupos de opinión en Cataluña, alejados del independentismo, de carácter transversal.  Los más importantes son, por orden de aparición en la escena: Federalistes d´Esquerra, Pau i treva y Pròleg. Joan Botella, J.J. López Burniol y Joan Coscubiela para entendernos. A los que habría que sumar el grupo Cataluña y Andalucía todavía en gestación. De él nos ha hablado el escritor Jordi Amat recientemente en La Vanguardia.

Habla Amat. «Dos hombres de izquierda  –
Javier Aristu y Javier Tébar– han empezado a preparar unos encuentros en Sevilla en octubre. Se proponen establecer una alianza informal entre un grupo de catalanes y andaluces para pensar soluciones: “Dialogar para hallar un punto de encuentro o acercamiento que haga posible una renovada convivencia en un marco jurídico y político integrador de las diferentes opciones territoriales”. No es una música que suene muy diferente del manifiesto de académicos e intelectuales que se dio a conocer la semana pasada. “Frente a esa tendencia que desconoce que una España en libertad es una España en la que deben convivir los diferentes, somos muchos los que creemos que es posible renovar el pacto constitucional dentro de un espíritu de concordia, sin humillaciones, sin vencedoras ni vencidos”. El contramanifiesto, planteado desde la órbita de Ciudadanos, evidencia que el diálogo se ha abierto» (1).

De momento podemos decir que el Gobierno de Pedro Sánchez se está moviendo mientras Torra sigue en su propia casquería. El lunes se ven las caras. Bueno, menos da una piedra. 



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