jueves, 25 de febrero de 2021

La parábola descendente de Waterloo


 

La candidatura independentista que patrocinaba Waterloo, a través de la ANC,  para presidir la organización empresarial catalana PYMEC ha sido derrotada ampliamente. Si hubiera ganado, todos los campanarios independentistas estarían de celebración por todo lo alto. Duro revés de Waterloo a una semana de ser sobrepasado en las elecciones autonómicas por sus cuñados de Esquerra Republicana de Catalunya; es revés que se produce unos días antes de que el Europarlamento levantase la inmunidad a Puigdemont.  

La fe –parece ser— ya no mueve ciertas montañas. O, como dice un personaje galdosiano, «¿de qué sirve la fe si no es para hacer prodigios?» (1).

La derrota del independentismo se ha producido gracias a que los pequeños empresarios y las capas menestrales –la sedicente carpintería sociológica de Waterloo--  le ha vuelto la espalda. Una primera e incompleta explicación: hay hartazgo de líderes mesiánicos, ha señalado un viejo dirigente de ERC, Joan Puigcercós. Pero también esa derrota se ha producido porque el grupo dirigente de dicha patronal no se ha dejado sorprender como fue el caso de los cándidos dirigentes de la Cámara de Comercio de Barcelona, que pensaron que disponían del sillón por los siglos de los siglos. Derrota, además, amplia, incontestable, debido a una elevada participación electoral. A más participación, menos éxito de las cabezas podridas del talento independentista.

Los matuteros de Waterloo correrán un tupido velo sobre este fracaso. No es sólo su segundo fracaso en una semana, ni es la constatación de la pérdida de consenso de un segmento sociológico significativo, es –ante todo y sobre todo--  la evidente correlación entre su disparatada política y la pérdida de consenso de masas. Es la casquería de Waterloo  que ya embelesa mucho menos. Y cuya fe ya no hace prodigios. Es, a fin de cuentas, la parábola descendente de Waterloo. Cierto, todavía hay feligresía militante que le sigue, pero ya no es un león rampante, empieza a encorvársele la espalda.  En las manos de la rectoral de ERC está acelerar el descenso de Waterloo o remontar su vuelo. No sería de extrañar que, sumida históricamente en el síndrome de Estocolmo, ERC le dé un empujoncito para arriba. Solidaridad gremial.

 

Post sscriptum.--- «Lo primero es antes», afirmaba don Venancio Sacristán.

 

1)           Benito Pérez Galdós. Memorias de un cortesano de 1815. Episodios Nacionales.

No hay comentarios: