El
govern catalá en funciones no sólo no
quiere atajar los desmanes de los manifestantes que se solidarizan con el
rapero fascista, sino que desalienta la actitud de la policía autonómica que
quiere garantizar el orden democrático. El rapero ha amenazado –verbalmente,
amparado en la argucia del tropo-- a
demócratas de izquierda y derecha, ha ridiculizado a los dirigentes de Podemos y ensalzado a las
bandas terroristas de cuyo nombre me repugnaría acordarme. Es la libertad de esta expresión que, aunque amparada (se
dice) jurídicamente, merece el más contundente reproche social. El govern catalá, sin embargo, no ha dicho
ni oxte ni moxte. Un independentista pata negra como Francesc--Marc Álvaro pone el dedo en la llaga
de esta zahúrda: «El independentismo que gobierna hace ver que no manda estos
días para poder gobernar los próximos cuatro años».
Waterloo se viste con
los hábitos, que le caracterizan --anorak ultra izquierdista y ropa interior
libertariana—, desfila, impasible el ademán, con la impedimenta de la CUP; ERC vive sin vivir en ella
y con los ojos estrábicos de Marujita
Diaz. Inoperancia: mitad por no
saber qué hacer, mitad pensando que esta confusión organizada perjudica al
gobierno de Pedro Sánchez.
Esta
inoperancia de los dos partidos que están en el gobierno catalán en funciones,
Waterloo y ERC; esta solidaridad oblicua con el rapero de los partidos
independentistas; esta agresión a los Mossos de l´Esquadra es –lo apunto ya,
desde ahora-- el (anticipado) discurso de investidura, si ambos partidos forman
el nuevo-viejo gobierno. Lo dicho: hacen ver que no mandan para poder hacer ver
que gobernarán los próximos cuatro años. El que avisa no es traidor. Es algo
que avisamos al licenciado Doctrinas.
Estamos a la espera de la «impaciencia de su opinión».
Mientras
tanto, la deuda está al 117,1% del producto interior bruto, el retorno de la
inflación y la subida de los tipos de interés.
2.---
Y precisamente cuando la oposición está hecha unos zorros –el Partido Popular con las
grietas jurídicas de la calle Génova y ubicado en el sótano del Parlament de
Catalunya, con Ciudadanos
sufriendo su auto inmolación— el gobierno central sumido en una querella acerca
de si son galgos o podencos los problemas que tiene que abordar.
Antoni Puigverd escribe hoy en La Vanguardia un
artículo de gran interés, Paternalismo impúdico. Tomen nota de lo que dice: «La
ley mordaza se subsanará cuando el gobierno sea fuerte». Exacto. Atinada
conclusión de la vieja máxima «Lo primero es antes». Pues bien, la primera
reivindicación –de ahora, de ahora mismo--
no es esto o lo otro o lo de más allá, sino ayudar a que el gobierno se
fortalezca; sin eso –deben oírlo el licenciado Doctrinas, el doctor Rabanillo y los siete niños de Écija— no se
solucionará lo de la reforma laboral, ni se solventará la ley Mordaza, ni
sabremos aproximadamente cuántos decimales tiene el número π.
No
me acuerdo si he dicho que, mientras tanto, la deuda está al 117,1% del
producto interior bruto, el retorno de la inflación y la subida de los tipos de
interés.
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