Las
escuadras de Waterloo y
de otras obediencias independentistas recibieron a Vox con regalos este fin de semana en Vic, la
ciudad de los santos, Salt y Valls. El Cojo Manteca secesionista agasaja a sus cofrades a una semana vista de las elecciones
del próximo domingo.
Exactamente
pasó lo siguiente: los de Vox acudieron a tales ciudades a mitinear sabiendo
que sus enemigos íntimos les recibirían con una bronca descomunal. Todo un
regalo como siempre indicaron los manuales de técnica electoral. Mi hipótesis
es que los escuadristas independentistas organizaron este choque y otros por el
estilo con conocimiento de sus repercusiones, favorables a los intereses de Vox.
El coeficiente intelectual medio de los escuadristas puede estar bajo mínimos,
pero sus estados mayores saben a ciencia cierta qué hacer, por qué y para qué.
El lumpen nunca fue guiado por iletrados nescientes. Ni Marianetti, ni Gabrielle d´Annunzio eran unos tarugos.
Waterloo
necesita que se ´agudicen las contradicciones´. Para ellos, una Cataluña
enredada en pactos a la búsqueda de soluciones es, primero, una pérdida de
tiempo y, sobre todo, el mantenimiento del marco institucional autonómico. Así
es que consideran que los chicoleos entre los socialistas y ERC no es otra cosa que el
lenguaje del abanico o –dicho granadinamente-- pollas en vinagre (1). Waterloo
necesita, pues, el enjambre sísmico que le lleve a la ruptura con España. Lo
que, de momento, pasa por: a) debilitar constantemente las fuerzas
constitucionalistas, principalmente, los
socialistas; y b) desacreditar a ERC,
procurando que su debilidad no impida la suma favorable a la mayoría
parlamentaria independentista. Y, como cosa aparentemente chocante, todas las
ramas del independentismo coinciden en agasajar a Vox: desde Waterloo a los
escuadristas, pasando por Junqueras
(«Illa quiere pactar con Vox»). El Partido Popular, por tanto, debe ser sobrepasado
por los de Abascal. Porque, aunque es la derecha ultrancista, todavía no es la
derecha apostólica de los persas.
Este es, a grandes rasgos, el esquema de Waterloo, que sigue a pies juntillas
en la práctica el Cojo Manteca del estado mayor del escuadrismo
independentista.
(1)
Se recuerda que el ideolecto
santaferino «pollas en vinagre» no tiene nada que ver al miembro viril bañado
de ácido acético. Se refiere a las pollas –o sea, gallináceas de charca-- cuyo gusto es insípido y, por ello, deben ser
rociadas con vinagre (de Jerez o de Módena, tanto da). Así pues, ´pollas en
vinagre´ quiere decir que eso (lo que sea) no vale la pena.
Post
scriptum.--- «Lo primero es antes», dijo don Venancio
Sacristán en más de una ocasión.
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