viernes, 26 de febrero de 2021

El lumpen empresariado independentista


 

 

Es hora ya de empezar a hablar del lumpen empresariado independentista. Podría ser que no fuera ésta la primera vez que lo hagamos, vaya por adelantado. Este lumpen empresariado (en adelante, lumpen para abreviar) se ha instalado en la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Barcelona, uno de los sancta sanctorum tradicionales de la burguesía catalana.

El lumpen ganó las elecciones a esa institución, tras pillar confortablemente dormidos a sus sempiternos dirigentes que no captaron lo que visiblemente se movía bajo sus faldones.  El vencedor fue Joan Canadell, empresario gasolinero, el Puigdemont Chico,  capitoste del lumpen catalán.

La Cámara se reúne ayer para tratar sus asuntos. Entre ellos estaba una moción que presentan los opositores (la minoría) de denuncia del clima de violencia de Barcelona de los últimos días. La mayoría rechaza la moción. Cinco horas de discusiones agrias más propias de un grupúsculo que de tan venerable institución. Gana el sector lumpen.

La ira del lumpen es la expresión irascible de la derrota, días antes, de su candidato en la asociación de la pequeña y mediana empresa PYMEC; es la desesperación porque las elecciones catalanas (incluso con toda su complejidad y, si me apuran ustedes, confusión) no dieron como vencedor a Waterloo, profeta desarbolado; es la estupefacción tras la decisión del Europarlamento de retirar a Puigdemont  su inmunidad; es el penúltimo estertor tras la derrota de Trumpp.  Permítanme un inciso de controlada crueldad por mi parte: de la misma manera que los tres diputados de Waterloo se niegan apoyar  una moción que censura a Trump y a los asaltantes del Capitolio, el lumpen empresariado –hechuras de Waterloo--  apoya las manifestaciones barcelonesas de los «antifascistas» de sostén del rapero. Mientras tanto, la crisis del sector automovilístico sigue agrietando la industria: el cierre de Bosch (factoría de Lliçà d´ Amunt) puede significar el despido de 336 trabajadores. Canadell y el lumpen, si es que se han enterado, se encogen de hombros: con la independencia, eso no pasaría.

La chocante decadencia de Cataluña está llegando a extremos –lo decíamos el otro día--  de un comistrajo teatral: tapas variadas de Valle—Inclán, Jardiel Poncela e Ionesco. Ahora, tras la irrupción del lumpen empresariado, la cosa roza fragmentos de la novela  La verdad sobre el caso Savolta, del maestro Eduardo Mendoza.

Chocante decadencia: la Cámara de Comercio, Industria y Navegación está en manos del lumpen, es decir, cuando la economía es global, los dirigentes de esa institución se comportan –hablando caritativamente--  como palurdos parroquianos que, para mayor indigestión, azuzan a los manifestantes a seguir consumiendo la gasolina de Joan Canadell, su presidente. Lo único que les falta a estos caballeros es la fundación de un Sindicato Libre con sus correspondientes matones.  

 

Nota bene.— Harán bien ustedes si leen –qué digo leer, estudiar a fondo—el artículo de Joan Coscubiela y allegados en https://elpais.com/opinion/2021-02-23/algo-ha-cambiado-en-cataluna.html. Buen ojo el de quienes se desprendieron políticamente de él. Nunca entendieron la máxima sacristaniana –no de don Manuel, filósofo, sino de don Venancio, metalúrgico de Chinchón— que afirma que «Lo primero es antes».  

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