viernes, 7 de febrero de 2020

No habrá referéndum de autodeterminación


Ayer se vieron las caras y hablaron Pedro Sánchez y Quim Torra. El guión  previsto se cumplió: el primero puso encima de la mesa que no se hablará de la autodeterminación; el segundo insistió en ella; y la Triple Alianza de las derechas políticas, judiciales y mediáticas redobló la tabarra contra Sánchez. En todo caso, el encuentro podría dar paso a un itinerario menos áspero y confuso que el recorrido hasta la presente. Lo que representaría un elemento de corrección a lo que dijimos, precipitadamente, ayer mismo: «La hipótesis más optimista es que este encuentro no servirá para nada». Mea culpa.

La reunión de ayer podría abrir un camino. Nótese el condicional. Naturalmente, todo ello está por ver. En todo caso, tendrá en su contra dos potentes enemistades: Waterloo y sus trujimanes, de un lado; y, de otra parte, la Triple Alianza. Esos extremos siempre se han tocado y hasta magreado.

Será un camino lleno de vericuetos. Por mucha insistencia que ponga Pedro Sánchez en que no se negociará la autodeterminación, la otra parte de la mesa (al menos de momento) seguirá insistiendo en ello. En todo caso, esta será una negociación de entrenamiento. La partida real empezará tras el resultado de las elecciones autonómicas catalanas: el gran duelo entre las fuerzas independentistas.  Hasta ese momento, todo será toreo de salón, que ahora llaman postureo. Postureo de consumo interno: ayer mismo, horas más tarde de la entrevista, los independentistas votaban en el Parlament por la autodeterminación y sus islas adyacentes. 

Por lo demás, todos saldremos ganando –también el independentismo, aunque parezca paradójico— cuando este vea que no habrá un referéndum explícitamente de autodeterminación.

Post scriptum---  Cuando en Santa Fe echaron en el Coliseo Fernando e Isabel (que nosotros llamábamos el cine de Benítez) la película Espartaco y vimos aquello de «Yo soy Espartaco», parecía que el gallinero se iba a venir abajo. Los aplausos se oyeron en todo el pueblo. Kirk Douglas era nuestro héroe desde que nos enteramos que Gary Cooper era un chivato del FBI.


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