sábado, 27 de marzo de 2021

Es el poder, Albiach


 

 

El índice de venganza de Waterloo contra ERC es directamente proporcional a la incapacidad política de ésta, el partido más confuso de Europa.

Mal le han ido las cosas a Aragonès García que ha cosechado una estrepitosa derrota en la sesión de su investidura de ayer: el castigo más severo a un candidato en la reciente historia de Cataluña. Sólo 42 votos favorables (los de su partido y la CUP), 61 contrarios y las 32 abstenciones de Waterloo. En el triángulo independentista la hipotenusa no ha querido hacer presidente, a la primera, al joven Aragonès. Alguien, con voz caritativamente cándida, ha hablado de una «humillación» de Waterloo a los de ERC. Ni hablar del peluquín. Es la lucha por el poder. No es una cuestión de moralidad.  

Hubo una época, relativamente cercana, en la que se afirmaba que los rifirrafes entre esos dos partidos se explicaban por conseguir la hegemonía en el campo independentista. No diremos que no. Sin embargo, el fondo de la cuestión, ante todo, era –y sigue siendo— la lucha por el poder; por la fisicidad del poder: el mardito parné, las regalías y subvenciones, el tejido clientelar, el control de los aparatos mediáticos y todos los atalajes al uso. En toda esta fenomenal pugna se inscribe el golpe de Waterloo a los de ERC ayer viernes.

Más todavía, las 32 abstenciones post post post convergentes buscaban debilitar al candidato. Era una manera de señalarle que no es bienquisto en el independentismo. Que no es el ´presidente natural´. Y, como colofón, se trata de situar que, así las cosas, Aragonès García será presidente cuando quiera Waterloo. En ese caso, hablar de ´humillación´ es hacer gorgoritos.

Punto final: leo en la prensa que «Salmond crea un nuevo partido independentista, fragmentando así el soberanismo de su país. Como es natural, cada bandería catalana querrá tener sus propias amistades en Escocia y sus destilerías políticas.  El monstruo del lago queda al margen de todo esto.   

 

Post scriptum.--- Y mientras se desarrolla toda esa casquería metafísica, el Tribunal Constitucional alemán paraliza la ratificación de los fondos europeos. Los togados alemanes, por consiguiente, tampoco están por dar crédito al apotegma de don Venancio: «Lo primero es antes».  

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