martes, 9 de marzo de 2021

Cataluña: la decadencia se puede parar


 

Es posible frenar la marcha de Cataluña hacia la decadencia; es factible remontar el vuelo de esa parábola descendente. Ahora bien, una cosa tengo por cierta: la salida de ese estado pantanoso no vendrá de la mano de la abigarrada guilda del independentismo; tampoco será fácil. Por lo demás, empiezan a vislumbrarse pocos y pequeños indicios de la posibilidad de salir del empantanamiento. Usen el microscopio y lo verán.  

1.--- Los elementos que justificarían la posibilidad de la remontada vienen dados, paradójicamente, por la complejidad –y no poca confusión--  de los resultados de las pasadas elecciones autonómicas: de un lado, la victoria de Salvador Illa, cabeza de la lista socialista; de otro lado, la enorme maceta de la abstención de seiscientos mil independentistas, cuya fe no ha movido determinadas montañas, dispone de otro mantillo. Un vector está en alza, su contrario retrocede.

Los de Junqueras han elegido el camino de la formación de gobierno --los que se acuestan en el mismo jergón son de la misma opinión— con Waterloo, y la CUP controlando las aguas menores de ambas. La ley de la monotonía sugiere que se reeditará la abulia y la inepcia, el desorden y el enfrentamiento entre los hunos y los hotros, más los permanentes desplantes de la CUP. Pero, en esta legislatura hay una novedad, que ya hemos dejado señalada: una oposición digna de ese nombre, la escasa simpatía del sindicalismo confederal y el señalamiento y reproche de las 300 asociaciones empresariales al gobierno catalán, al que el exigen el final del zascandileo.

Y algo no menos nuevo se  mueve. Una parte de los escribidores del independentismo,  el cinco jotas Francesc—Marc Álvaro, escribe hoy en La Vanguardia: «¿Qué día nuestros políticos nos hablarán sin utilizar la maqueta del pasado mitificado? Pere Aragonès, a preguntas de Lola García e Isabel Garcia Pagan, decía esto en estas páginas, ayer: “Me siento heredero de lo que representó la Generalitat de Macià y de Companys” y añadía: “Queremos recuperar la voluntad transformadora de aquellos presidentes de ERC”. Cualquiera que haya leído un poco de historia sabe que el mandato de Macià (president de escaso talante ejecutivo) fue demasiado breve para ser ejemplo de políticas públicas y también sabe que las dos etapas de Companys en el Govern no son precisamente espejos donde deba mirarse un gobernante contemporáneo, si no es para conjurar errores monumentales. Entiendo que, en un acto de partido, Aragonès haga guiños de este tipo, pero no cuando habla al conjunto del país, y menos después de unos días en que el papel del Govern en funciones ha sido manifiestamente mejorable, tanto si nos referimos a la ausencia del acto en Seat como a las declaraciones tardías sobre el orden público» (1).  Dispensen la abusiva longitud de la cita. Pero es enormemente significativa la disidencia de Álvaro en, al menos, los siguientes elementos: el papel de Maciá y Companys que quedan, desacralizados, situados en el limbo de la ineficacia política, al tiempo que el autor vigoriza la personalidad de Enric Prat de la Riba –la bicha del secesionismo-- y el error caballuno de la inasistencia de Aragonès García, presidente in pectore, al acontecimiento de la factoría de SEAT.

 

2.---  Si, es necesario repetirlo: Cataluña ha entrado en la decadencia. Y sigue erre que erre, ahora «el independentismo coquetea con su propia descomposición» (2). Puro y frustrante onanismo. Ahora bien, quienes estamos denunciando el pantano no podemos quedarnos sólo con la denuncia. Dispensen el desparpajo: mantener solo la denuncia (por justa que sea) al tiempo que la balumba independentista sigue haciendo de las suyas es incrementar la confusión y una evidente pérdida de tiempo.

Es necesario poner las condiciones para el surgimiento de una nueva Renaixança. Se precisa un proyecto político, económico, social y cultural. Un proyecto decididamente post nacionalista. Tengo para mí que todavía –subrayo a cosica hecha la palabra—hay mimbres en Cataluña.

Moraleja: hablen de cómo salir del pantano. No se corten, ustedes que saben. Pero no olviden que, como dijo el sabio de Chinchón, «Lo primero es antes».  Venancio Sacristán se llamaba.

 

1)   https://www.lavanguardia.com/politica/20210308/6265465/prat-companys.html

2)   Ibidem

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