domingo, 21 de marzo de 2021

Cataluña sigue sin gobierno


 

Hace cinco semanas que se celebraron las elecciones autonómicas catalanas. Los diputados independentistas tienen la orden taxativa de seguir haciendo la siesta «en pijama y orinal», sólo interrumpida para elegir a la mesa de la cámara.

Nos dice Lola García, periodista que no tira de la estética tremendista, que «El acuerdo entre los dos grandes partidos está verde. Las cinco semanas transcurridas se han dedicado a discutir sobre todo sobre el futuro del procés». Ya lo han oído ustedes: en esta situación tan enrevesada los hierofantes del independentismo parlotean de lo que fue a trancas y barrancas, de lo que pudo haber sido y no podía ser. De eso hablan como sobreentendido del reparto de la túnica sagrada y –antes de ello, como más principal--  del papel de Waterloo en el salón del ángulo obscuro de las instituciones, junto a la olvidada arpa del poeta sevillano.

Los anarco libertarianos de Waterloo proponen algo así como una pantalla exterior, el Parlament, que simularía cubrir las apariencias. La cámara fetén sería el Consejo Nacional de la República Catalana que, desde el caserón belga, ´legislaría´ sobre la vida y milagros de la sociedad catalana. De media sociedad catalana, se entiende. Más sofisticación: al igual que el sistema consular de la época de la Roma republicana tendríamos dos cónsules, en sistema de colega: Puigdemont y Aragonès García. Cuando se aclare esta pipirrana se pasará al segundo punto del tripudio: quién está al frente de los negociados del Gran parné y quiénes se ocupan de la cosa de los medios, ya saben, TV3 y demás hojas parroquiales. En resumen, quien se encarga de mantener los los establos de Augiás.

Seguimos en el hoyo.

Esa es la vida del florido pensil del independentismo. No obstante, la vida real va por otros derroteros: la pandemia y su guadianesco comportamiento, el desorden de las vacunas, las penurias económicas de centenares de miles de personas, los movimientos peristálticos en las tripas de las instituciones madrileñas y sus repercusiones de toda laya.

Punto y seguido.--- El personal sanitario sigue cumpliendo como el primer día. Nadie le aplaude ya desde los balcones. El otro día, ¿qué menos?, invité a un cafelito a mi ATS.

Y volví a casa pensando en don Venancio Sacristán con su «Lo primero es antes».  

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