sábado, 13 de marzo de 2021

Ayuso, y cierra España


 

Frase antigua: ´atenerse a las consecuencias´. O lo que es lo mismo: apechar con los hechos que se derivan de una actuación determinada. Las salpicaduras del temporal murciano –zarzueleramente hablando, la parranda--  están siendo de variado signo. Han dado un determinado respiro al Partido Popular, que estaba sentado nuevamente en el banquillo; ha debilitado a los partidarios del desenganche de Ciudadanos del triángulo derechista; ha acelerado el chup chup del comistrajo de Vox; y, finalmente, ha hecho reaparecer la castiza figura del tránsfuga doméstico como actor en la escena política.

Son las paradójicas consecuencias de la moción de censura presentada en Murcia, una figura parlamentaria constitucional que ha sido distorsionada y envilecida por la acción tóxica del transfuguismo, subvencionado por los de Casado.

Quienes pusieron en marcha la moción, con motivos más que sobrados, no tuvieron en cuenta que los tránsfugas reaparecen cuando las relaciones de fuerza son harto inestables. Y no calibraron que tener razón no basta, una vieja asignatura que los párvulos siempre dejan para septiembre.  Ahora, el principal damnificado, Ciudadanos, tendrá que navegar de bolina en el zafarrancho que se avecina. Complicado lo tiene.

Por lo demás –aparece el trasvase del río Segura al Manzanares-- Ayuso aprovechó que «era de noche y, sin embargo, llovía» para añadir un peldaño más al castizo movimiento procesista (sic): un sucedáneo del procesismo catalán; es el madrileñismo altivo, excluyente con aires de salvapatrias, que está en las antípodas del «Madrid, capital de la Gloria», que cantara Rafael Alberti.  Ese Madrid ultra al que se le ha metido en la cabeza ser la nueva Covadonga con ´Ayuso y cierra España´ como consigna salvífica.  

La situación política española es un chisporroteo que cruje simultáneamente en dos sitios clave: Cataluña y Madrid. Los dos nacionalismos que tanta tribulación han creado a lo largo de nuestra historia: el periférico y el carpetovetónico. Ahora en plena competencia a ver quién mea más largo. Que ya no se agreden entre sí, sino que van tout court contra el gobierno progresista.

Lo más desgraciado es que, en los recovecos de esos dos nacionalismos, que están en el poder, algunos de sus representantes más conspicuos, así en Madrid como en Barcelona, están o bien en el banquillo de los acusados o bien investigados judicialmente.  

Estamos en una situación de burdo galimatías.  Tal vez esta grotesquez sea el último recurso de Pablo Casado, tras sus continuos fracasos en intentar desalojar de la Moncloa a Pedro Sánchez. En todo caso, empieza a ser preocupante la acumulación de situaciones disparatadas. Y a la vez es irritante que no se siga la recomendación sacristaniana –de don Venancio— de que «Lo primero es antes».      

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