miércoles, 10 de marzo de 2021

El aprendiz que silbaba Vivaldi


 

 

No pocos peatones de la historia –vivos o muertos--  están en un lugar más alto que los llamados administrativamente próceres. Uno de ellos era Antonio García Castillo, Antoñito el Pestiñero, de motrileña natío.

Era algo así como el jefe de los aprendices de aquella fábrica mataronesa de cajas de cartón. Era el campeón a sus dieciséis años de dos portentos naturales: sus eructos que eclipsaban las máquinas y su depurada técnica de silbar. De los eructos no hablaré, pues ni dio ni quitó fama al joven motrileño.

Era el caso que con excesiva frecuencia el Pestiñero silbaba fragmentos de Las Cuatro estaciones de Vivaldi. Un día me acerqué a su máquina y explicaba a sus conmilitones lo hijos de puta que eran los americanos que no paraban de tirar bombas contra el Vietnam. Y le daba nuevamente a Vivaldi.

Entendí el mensaje: el Pestiñero había lanzado una botella al mar a ver quién la recogía. Las Cuatro estaciones era la sintonía de Radio España Independentiente, la Pirenáica, la voz de los comunistas españoles. El Pestiñero estaba lanzando cables para ´volver´, él y su familia, al Partido, al partido de Dolores.

Quedé con él a la salida del trabajo, me llevó a su casa, allá arriba del todo, en la barriada de Cirera que se estaba haciendo a plazos, todavía en aquellos finales de 1965. Una sola habitación para –creo recordar cinco personas, los padres, Antoñito y dos hermanas— vivir: guisar, comer, dormir y, sobre todo, el negocio famiiar, una enorme sartén para hacer pestiños que vendían a las tabernas del vecindario para acompañar a la copa mañanera de cazalla o aguardiente.

La familia García había sido detenida en Motril hacia años y llevada a la cárcel Provincial de Granada. Hablamos del partido, les explico que militarían en la célula del barrio, que Antoñito  iría a la Juventud Comunista (le pusimos de nombre Vicentín). Cuando me disponía a irme, casi mareado por el olor de la potente fritanga, me dan una caja metálica de aquellas de carne de membrillo de Puente Genil: la abro. Me dicen que esos dineros son las cotizaciones de todos los meses –muchos años--  tras perder el contacto con el Partido.

El día 3 de este mes murió Vicentín.  Mis amigos mataroneses esperaron unos días a decírmelo para no agobiarme más tras la pérdida de la muchacha del 78.

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