martes, 10 de marzo de 2020

Inés Arrimadas y Paul Newman




El mismo empeño de Paul Newman en comerse cincuenta huevos duros en “La leyenda del indomable” lo pone Inés Arrimadas en hacer que su partido se empequeñezca todavía más. Ahora Ciudadanos es un minifundio con voluntad expresa de convertirse en una maceta. Lo decimos, naturalmente, tras los resultados de su último encuentro donde se han medido las dos candidaturas para dirigir el partido. Los resultados han sido claros: Arrimadas alcanza el 77 por ciento frente al 22 de su contrincante, Francisco Igea.  

En primer lugar, los resultados indican que el partido opta por la línea continuista, patológicamente subalterna del Partido Popular. En segundo lugar, la voluntad férrea de doña Inés de no incorporar a ningún crítico a los órganos de dirección: quien se fue a Sevilla perdió su silla. Lo que podría representar: primero,  que no se cambiará un ápice de lo hecho hasta la presente; y, segundo, donde manda patrón no lo hace el marinero, lo que es un descomunal despilfarro en una organización que se esfuerza denodadamente en no levantar cabeza.

El problema que nos preocupa es el siguiente: así las cosas, no parece posible que alguien ocupe el espacio de la derecha ilustrada. Arrimadas, desgraciadamente, no lo quiere ser. Tal vez porque entienda que sus imaginarios caladeros electorales están en la competencia con el PP y Vox. Lo que indicaría que esta señora no está en sus cabales. En conclusión, Ciudadanos consolida, desde su pequeñez, a la derecha granítica como los toros de Guisando; berroqueña desde las uñas de los pies hasta el colodrillo.

A nosotros solo nos queda respetar el derecho a la eutanasia de Ciudadanos. Siempre le quedará a doña Inés un huequecito en algún lugar de postín.

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