lunes, 5 de julio de 2021

Variaciones sobre un tema de Toni Cantó


 

 

El agradecimiento por los servicios prestados en los casos de transformismo político no es nuevo en España. Del resto de tales asuntos en Europa estoy poco informado. En nuestro caso, una gran parte de la literatura galdosiana, especialmente en los Episodios Nacionales, está repleta de audaces meandros de no pocos personajes que, en menos que canta un gallo, pasan de Pinto a Valdemoro, en pos de mayor remuneración, distingo y posición social. Algunos pasaron, informa don Benito, de taberneros de extrarradio a directores generales de alcabalas y similares. Y también hubo quienes de aguadores de la Fuente del Berro  pasaron a engrosar la nobleza palatina. No hace falta repetir la famosa frase de Vespasiano: «el dinero no huele».

Colocar a los parciales, favorecerlos con prebendas y sinecuras es una de las tradiciones españolas de mayor raigambre. La señora Ayuso, por tanto, no podía quedar al margen de tales usos y costumbres. Ni, por otra parte, había motivos para que Toni Cantó no pudiera verse beneficiado de la sopa boba.

Hay quien ha afirmado que es un actor mediocre. Lo ignoro. Y también hay quien propala que nadie le ha dado trabajo desde que perdió las elecciones en Valencia. Lo desconozco. Lo que sí sospecho es que el trabajo de actor debe ser durísimo e irregular. Es más agradable el relativo confort de la vida política. De ahí que este Cantó echara los tejos a Ayuso. Su operación fracasó. No pudo ir cuneramente en las listas de las elecciones autonómicas madrileñas, llegó tarde al censo. Le quedaba, pues, el premio de ´la pedrea´: ser consejero, director general o algo similar. Y volvió a fracasar.

Mi hipótesis es: Casado y su staff lo han impedido. Por dos razones: habría sido duro de pelar que, dada la lista de espera en el Partido Popular, recayera un alto cargo en un pollo--pera recién llegado, tras una biografía llena de insultos a PP; había que premiarle su travestismo, pero de una manera que significara una humillación para el propio Cantó, aunque este pueda decir «dame pan y llámame tonto». Una maniobra sutil ideada por algún sofisticado de la calle Génova que obviamente no puede ser del grupo dirigente.

«No es un chiringuito», ha manifestado Cantó. Peor todavía. Es un vulgar paga a un mercenario que, ni siquiera, dispondrá de secretaria o secretario para descolgar el teléfono. Es la Oficina del Español de Madrid. Una Oficina donde Nebrija no está presente, ni don  Luis Miranda Podadera, ni nadie de la familia Blecua.

Por lo que, hablando en oro, la cosa hunde sus razones desde los tiempos de los toros de Guisando. Nada nuevo bajo el Sol.  

 

Blogosfera.--- Paco Rodríguez de Lecea:  DIVAGACIONES SOBRE TONI CANTÓ Y EL FÚTBOL

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