viernes, 16 de julio de 2021

El derecho torcido del Tribunal Constitucional


 

Son muchos los que comparten la idea de la existencia de una guilda de magisrados y jueces, otras personas más ásperas hablan de una germanía en toda la regla, profundamente ideologizadas; unos y otros tienen un objetivo indisimulado: erosionar y, a partir de ahí, ayudar a quienes están interesados en la caída del gobierno de Pedro Sánchez.  Es el retorcido bastón de mando de un sector influyente del poder judicial ya sean veteranos o jóvenes. Esta tela de araña, plagada de colateralismos con la política, hunde sus raíces en la cabeza, el tronco y las extremidades del Estado de las autonomías. Son, entre otros, los que se niegan a admitir que tienen su mandato caducado desde hace ya demasiados años. Montesquieu hecho añicos, descoyuntado. Son los hijos de Carl Schmitt; son los que aborrecen a Hans Kelsen y, por supuesto, a Norberto Bobbio. 

Voces autorizadas han calificado de chapuza intencionada que el Tribunal Constitucional --«que tiene más magistrados con fecha vencida que yogures caducados en un supermercado del desierto del Sahel», escribe hoy  Màrius Carol, ex director de La Vanguardia— de «tumbar el decreto del estado de alarma». El mismo Carol, que no tiene nada que ver, con las izquierdas de babor o estribor, de popa o de proa, es un hombre exquisitamente moderado y poco amigo, por lo tanto, de extremismos afirma en dicho artículo que se trata de «un golpe bajo al gobierno».

La justicia está en una crisis profunda, tal vez debido a su inadecuación a los grandes cambios y transformaciones de la sociedad. Es una crisis que lleva a ciertas cofradías de jueces a soluciones autoritarias, a compadrazgos con las derechas iliberales. En el fondo la respuesta de este corral de la Pacheca es que el derecho comunitario no prevalezca sobre el nacional y, además, que el derecho nacional sea un corpus torcido. O sea, miran a Montesquieu como si fuera un miembro de la comisión ejecutiva de Comisiones Obreras.

Igualico, igualico que en Polonia.

 

Post scriptum.---  Los días que me he ausentado de este blog tienen una explicación: he tenido una intervención hospitalaria de Mataró. Nada de particular.

Nada de particular, digo, porque nuestra sanidad pública es eficaz y sus profesionales son una maravilla. Dispensen la ausencia, pero –ya lo dijo Saulo de Tarso o, al menos, hay quien se lo atribuye-- «la caridad empieza por uno mismo».

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