Lo que ha sucedido, comparado con lo que hubiera
podido ocurrir, ha sido magnífico, muy importante. No hay exageración que
valga, esa es mi opinión. Comoquiera que las inclemencias de Trump las hemos sufrido, podemos decir que también nosotros
nos hemos librado de él. Así pues, nos hemos ahorrado no pocos desaguisados si
las cosas hubieran venido mal dadas.
De manera que una sensación de alivio ha
recorrido el mundo. No ha sido, todo hay que decirlo, de alegría por la
elección de Biden--Harris, sino por el fracaso de Trump. Alivio entre
nosotros por razones políticas y, de igual modo, una cierta esperanza de que
los sectores económicos afectados por el proteccionismo de Trump –estoy pensando
ahora en nuestras almazaras y cooperativas del aceite—remonten el bajón de los últimos
años de sus exportaciones a los Estados Unidos.
Ahora bien, a punto de despedirme de este tipo de
ejercicios de redacción para ocuparme de los asuntos domésticos, quiero dejar
escritas tres consideraciones.
Primera. Los partidos políticos y los movimientos neo populistas europeos,
que han sido interferidos una miaja por la derrota de Trump, siguen vivos y
coleando. En todo caso, y eso no es irrelevante, tienen menos cobertura
imperial.
Segunda. Creo excesiva la consideración del
editorial de El País: «Cambio de era». No tal, en mi pobre opinión. Ha habido,
ciertamente, una cesura importante y, sobre todo, una vuelta atrás, al periodo
de Obama. Lo que, comparado con lo que podría haber sido, es de la mayor importancia,
pero ´cambio de era´ –lo que se dice cambio de era-- me parece desmesurado.
Tercera.--- Por lo general, los comentarios
mayoritarios, así en el tertulianaje como en el patio de vecindones de las
redes sociales, establecen el vínculo, más o menos consistente, entre Trump y
los partidos de las derechas asilvestradas. Así es, por supuesto. Pero hay
otros sectores políticos que de una manera bien visible bebían los vientos por
el hombre—bronca norteamericano. (Derrotado ahora ese caballero, perderá algún
predicamento donde antes suscitaba un indisimulado aplauso).
Enric Juliana, por ejemplo, no se muerde la lengua y nos habla de algo que nunca
saldrá en los medios oficiales del independentismo catalán: «Trump gusta, por
ejemplo, a algunos sectores del independentismo catalán, sectores que sueñan
con un fulminante salto disruptivo que aleje Catalunya de España, seducidos por
su vigor, su rudeza, su agresividad verbal y su forma de comunicar, aunque,
aparentemente, no compartan todos sus planteamientos. Trump es médium de los
que sienten que la rabia les desborda» (1).
En suma, Juliana ha puesto las notas en el
pentagrama de lo que algunos intuíamos: sectores influyentes del
independentismo jugaban a pizpirigañas con el hombre—bronca. Y, me acuerdo de
lo que me contó mi padre. De la irritación que pilló cuando Éamon de Varela expresó sus condolencias por la muerte de Hitler, siendo el único jefe de gobierno que lo hizo.
Post scriptum.--- Don Venancio Sacristán también se hubiera indignado con el irlandés de Valera. Y,
además, difundió que «Lo primero es antes».
1)
Enric Juliana en
Adoración nocturna de Donald Trump
Bibliotequilla
sobre el tema de estos días. Clique, si es su gusto en:
Elecciones americanas y algunas de nuestras cosas
Las repercusiones de ´la cosa´ americana en nuestro
patio de vecinos
Biden a punto de
sentarse en el despacho ova
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