viernes, 6 de noviembre de 2020

Biden a punto de sentarse en el despacho oval


 

Es muy probable que hoy, cuando la tarde languidece y renacen las sombres, Joe Biden, el hombre tranquilo, respire aliviado.  La cosa americana está, como quien dice, a punto de caramelo. Trump, en todo caso, seguirá siendo una pesadilla. De momento, ahí van esos apuntes a vuelapluma –mejor dicho, a vuelatecla— con el objetivo, si tengo ánimo y  sosiego, de hacer algo con más consistencia que estos posts de urgencia sobre la cosa norteamericana (1).

Dos grandes movimientos puedo inferir de lo que está pasando en América del Norte. Mi padre siempre la llamaba así, a pesar de que yo –con diez años tan impertinentes como redichos— señalaba el atlas y le decía que Canadá no tenía nada que ver en lo que decía. Pues bien, sea en América del Norte o en los Estados Unidos he visto dos grandes movimientos.

1)           Trump no ha tenido el plebiscito al  que había llamado, pero tampoco ha sido repudiado por el electorado. No ha conseguido el plebiscito, porque ha ganado Biden. Pero el hombre--bronca ha tenido nueve millones más que cuando salió elegido presidente. Más todavía, Trump ha cosechado, habiendo perdido, más votos que los que obtuvieron no pocos presidentes: cerca de 70 millones.  

Téngase en cuenta los siguientes datos: Kennedy en 1960 tuvo 34.220.984; Bill Clinton en 1992 alcanzó los 44.909.806; y Obama contó con 69.458.516.  En resumidas cuentas, Trump, habiendo sido derrotado, ha cosechado un abultado apoyo de masas. Por lo que el hombre—bronca no ha sido plebiscitado, ni vituperado.

2)           Sorprende que en el país que se atribuye ser «la democracia más »grande del mundo» exista, de un lado, esa extravagante, obsoleta y democráticamente injusta aritmética de los Colegios electorales  y, de otro lado, que en cada Estado las normas electorales no sean idénticas.

No es prudente hablar de la cosa americana sin los datos pertinentes. (Recojo el sarcasmo santaferino --más bien, malafoyá) de mi amigo Rafael Rodríguez Alconchel: «Mientras no se pronuncie Miguel Bosé, hablar de las elecciones americanas es hablar por hablar»). Por ejemplo, en las redes sociales ha habido cierto comadreo acusando a los ´latinos´ del abultado voto a Trump; ahora sabemos, sin embargo, que ha sido precisamente ese colectivo quien ha dado la victoria a Biden en Arizona. 

Por eso, porque hay que hablar con punto de vista fundamentado, pongo en el archivador del colodrillo ciertas inquietudes que tengo. Por ejemplo, ¿hacia dónde puede llevar la arisca ´militancia´ de miles y miles de votantes del hombre—bronca? Y, lo que todavía no he oído referir a nadie: ¿habrá tomado nota el Partido Demócrata de las novedades –esto es, anomalías y discontinuidades--  que se han producido en estas elecciones? Porque no todo se puede hacer desde el despacho oval de la Casa Blanca.  

 

Post scriptum.--- Sépase que el mito de la taberna nada tiene que ver con el mito de la caverna. Lo que es válido también en Chinchón, patria chica de don Venancio Sacristán: «Lo primero es antes»

               1) Elecciones americanas y algunas de nuestras cosas

Las repercusiones de ´la cosa´ americana en nuestro patio de vecinos

 Trump, ese hombre

 


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